Fue una jornada caótica en el mercado financiero italiano. El anuncio del gobierno de Georgia Meloni sobre el cobro de un 40% sobre las ganancias extraordinarias de los bancos generó una corrida que hundió inmediatamente la valoración de esos bancos. En total, más de 9.000 millones se perdieron en una sola jornada, cerca del triple de lo que el Gobierno esperaba recaudar con la medida.
Ante la situación desatada tras el anuncio, el gabinete de Meloni decidió dar marcha atrás y limitar el alcance del impuesto. Este último martes, el Ministerio de Economía salió a aclarar que, “con el fin de salvaguardar la estabilidad de las instituciones bancarias”, el nuevo gravamen tendrá un tope del 0,1% de los activos ponderados por riesgo. Es decir, cada banco pagará en función de sus activos.
El anuncio del nuevo tributo para los bancos fue sorpresa. Semanas antes el gobierno había anunciado el fin de la “renta de la ciudadanía”, un subsidio a los desempleados de hasta 780 que a partir del mes que viene sólo podrá ser cobrado por familias que tengan a cargo menores de edad, mayores de 60 años o personas discapacitadas sin posibilidades de acceder a un empleo.
Tras dicho anuncio, el impuesto a los bancos tomó por sorpresa al mercado. Sin consenso dentro del propio gobierno, el mismo había aprobado un decreto-ley para que los bancos que hayan ganado en 2023 un 6% más que el año anterior, y los que en 2022 hayan tenido una ganancia de más de 3% frente al ejercicio precedente, pagarán el 40% a modo de impuesto.
La onda expansiva del nuevo impuesto causó estragos en la Bolsa, tras lo cual los inversores reaccionaron vendiendo acciones. Los descensos fueron abrumadores para el sector, que acaba de salir de un año dorado en el que los bancos escalaron un 50%, motivo que llevó al gobierno a impulsar este arancel con el que ahora dio marcha atrás.
En la apertura de los mercados este miércoles, los bancos italianos han recuperado parte del terreno perdido el día anterior. Las acciones del sector subieron algunos puntos porcentuales, aunque siguieron manteniéndose por debajo de los niveles del lunes, el último día antes del anuncio del Ejecutivo de Meloni.
El nuevo tributo pretende cobrar impuestos sobre las ganancias extraordinarias de los bancos después de que el Banco Central Europeo subiera a su vez los tipos de interés en un intento por frenar la inflación. Con el nuevo límite anunciado el martes, el Gobierno recaudará previsiblemente menos de 2.000 millones de euros, en contraste con los más de 3.000 millones que estimaba cuando pretendía cobrar 40% sobre la ganancia extraordinaria.
Con esta medida, se teme que la banca traslade las cargas a los clientes, en forma de mayores comisiones y costes de las cuentas corrientes, entre otras cosas. Esta reacción tiene posibilidades en el mercado italiano, que se caracteriza por la presencia de grandes grupos bancarios y la poca competencia, por lo que los bancos pueden mantener sus costes altos sin miedo a perder clientes.