Este es el primer mundial que se juega en lo que se conoce como medio oriente. Qatar es un país que ha generado polémicas desde que la FIFA lo eligió como sede del campeonato. La competencia fue ganada por países latinoamericanos nueve veces, mientras que los países europeos se llevaron doce copas, en estos últimos años beneficiándose de su pasado colonial.
Países como España, Inglaterra, Alemania, Bélgica y Francia, son un claro ejemplo de esto. En el pasado mundial, la selección de Francia -quien finalmente salió campeón- tenía un 83% de sus jugadores de origen africano. Sobre la situación de la migración africana y el fútbol, ARG MEDIOS dialogó con Omer Freixa, historiador africanista y docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).
Freixa explica que la cuestión de los jugadores nacionalizados europeos fue muy notorio tras la victoria en Rusia 2018 por el seleccionado francés, en su mayoría de un creciente ascendiente africano en su plantel comparando con el equipo triunfante en 1998. El historiador considera que a 60 años del fin de las colonias africanas, ya existen más de dos generaciones con esas raíces, nacidas en suelo europeo. “Es decir, las ex metrópolis no sólo extraen beneficios económicos de sus antiguas, posesiones sino también talento deportivo”, sostiene Freixa.
Por otro lado, el docente cuenta que en otros casos hay procesos de nacionalización, como es el caso del jugador suizo Émbolo, nacido en Camerún. Un caso que será recordado porque en el partido que disputaron Suiza y Camerún, se dio la curiosidad de que el único gol del partido fue anotado por este jugador de origen africano pero nacionalizado por la selección europea.
[AHORA] La ley del ex: Embolo puso el 1 a 0 de Suiza contra Camerún, pero no festejó. 🙏🇨🇭pic.twitter.com/9GHzjVNJ4j https://t.co/tL4POdFNAv
— ElCanciller.com (@elcancillercom) November 24, 2022
Sin embargo, la nacionalización de los jugadores no es lo más común: lo que sucede en la mayoría de los casos es la migración de las familias de distintos países de África que están en situaciones desesperantes. Es el caso de Antonio Rüdiger, defensor de la selección alemana. Sus padres son de Sierra Leona y emigraron a Alemania en la década de los 90 cuando el país africano se encontraba en una Guerra Civil (1991-2002).
Por fuera de esto, dos de los casos más conocidos son el de Paul Pogba y Kylian Mbappé, mediocampista y delantero de la selección francesa respectivamente. Pogba tiene ascendencia de Guinea, mientras que Mbappé tiene a su padre camerunés y a su madre argelina.
Otro de los casos es el de los hermanos Williams, jugadores del Athletic de Bilbao. Los padres de Nicholas e Iñaki llegaron como refugiados desde Ghana a territorio español. Mientras que Nicholas juega para la selección española, Iñaki Williams juega para Ghana.
Al territorio Ghanés se lo considera una cantera del fútbol africano. Por lo menos en este Qatar 2022, son siete las selecciones que cuentan con jugadores ghaneses: Estados Unidos (Yunus Musah), España (Nico Williams), Gales (Ethan Ampadu ), Bélgica (Jeremy Doku), Qatar Mohamed Muntari, Países Bajos (Memphis Depay, Jeremie Frimpong y Cody Gakpo) y Canadá (Richie Laryea).
Migración y racismo
A pesar de que en este momento la migración y el fútbol están bastante relacionados, Omer Freixa detalla que la migración africana hacia Europa es diversa y presenta varias rutas: “Una muy peligrosa es la que conduce a las Islas Canarias. Marruecos es una zona caliente y, meses atrás, la crisis en la valla de Melilla, territorio español en África (al igual que Ceuta) activó las alarmas de un tema que siempre impacta y compone crisis migratorias recurrentes. A finales de junio de este año unas 2.000 personas se agolparon intentando el ingreso a suelo español como suele ocurrir con frecuencia. En consecuencia, más de 20 fallecieron en el intento”.
Otra ruta de paso atraviesa suelo libio, un canal donde operan mafias en un país completamente desorganizado tras la caída del expresidente de ese país, Gaddafi, en 2011.
“Lamentablemente, es otro espacio en el cual es frecuente leer naufragios en las costas y camino a Italia, como el terrible episodio de Lampedusa a comienzos de octubre de 2013. El Mediterráneo es una fosa común desde hace más de veinte años. No hay cifras concretas, pero el tema es muy preocupante y habla a las claras de una política de blindaje fronteras dentro de la Unión Europea a través de distintos operativos, como el mecanismo Frontex”.
Debido a las crisis económicas y la desigualdad en el continente europeo, las autoridades y gran parte de la población de estos países se dedicaron a sostener y efectivizar medidas contra los migrantes que terminaron siendo xenófobas y racistas. Sin embargo, algunos analistas y periodistas deportivos sostienen que el fútbol logra unir.
Para Freixa ocurre lo contrario: “El racismo es muy marcado en el mundo futbolero. Se han dado varios casos de discriminación en las ligas de fútbol europeas de países con pasado colonial en África. Quizá el hecho de haber ganado el último Mundial a Francia le haya dado una buena reputación a sus afrodescendientes pero la memoria es cortoplacista. Este país no disimula un racismo muy pronunciado, uno de los más fuertes en Europa. El fútbol une, es cierto, pero los mundiales se dan cada cuatro años y, como todo deporte, este es bien exitista. Se puede convertir a alguien en breve de héroe a villano, y más si no es blanco”.
En el fútbol el continente africano tampoco escapa al saqueo, ya que el deporte también está completamente atravesado por lo social. Es posible que si los países africanos tuvieran una mejor calidad de vida, las familias podrían quedarse y los jugadores jugar para su selección. “Tal vez así el fútbol africano mejoraría su calidad, pues aún aguarda el verdadero despegue”, agrega Freixa.