El Gobierno Nacional oficializó la venta de las acciones de la empresa siderúrgica Industrias Metalúrgicas Pescarmona (IMPSA S.A.) a la compañía estadounidense ARC Energy, marcando la primera privatización bajo la administración de Javier Milei.
IMPSA, fundada en 1907, es reconocida globalmente por la fabricación de turbinas y generadores para centrales hidroeléctricas, así como por su tecnología en energías renovables, como torres eólicas, y componentes para la industria nuclear, destacándose en el proyecto CAREM.
Con una producción orientada mayoritariamente a la exportación (85%), sus principales mercados incluyen Brasil, Chile, Perú, Colombia, México y Estados Unidos.
En 2021, bajo el gobierno de Alberto Fernández, la empresa fue estatizada debido a una grave situación de endeudamiento. En aquel momento, el Estado Nacional adquirió el 63,7% del paquete accionario a través del Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (FONDEP), mientras que la provincia de Mendoza obtuvo un 21,2%. El resto del capital quedó en manos de la familia fundadora (5,3%) y acreedores privados (9,8%).
La estatización permitió preservar capacidades tecnológicas y estratégicas fundamentales para el desarrollo del país, asegurando el abastecimiento de equipos para grandes represas y proyectos nucleares.
La reciente venta de las acciones estatales a ARC Energy, cuyo principal socio es el consorcio estadounidense IAF, se realizó por un monto de 27 millones de dólares, que serán abonados a lo largo de 2025.
Este conglomerado, conocido por haber financiado la campaña de Donald Trump, ahora controla una de las empresas más tecnológicamente avanzadas de Argentina.
Lo llamativo de esta operación es que IMPSA no figuraba en el listado original de 41 empresas a privatizar incluido en el proyecto de Ley Bases, ni en la versión revisada aprobada en junio pasado que contemplaba solo ocho empresas.
Sin embargo, su venta fue autorizada en lo que se considera una decisión de alto impacto geopolítico y económico.
La privatización es una señal más de la perdida de soberanía tecnológica y el control sobre un sector clave para la transición energética y la defensa nacional durante la era de Javier Milei. La empresa tiene contratos con más de 40 países, incluyendo licitaciones ganadas con la Armada de Estados Unidos, lo que subraya su importancia estratégica.
Además, el monto de la transacción es reducido en comparación con el valor tecnológico y productivo que representa IMPSA. La venta de IMPSA inaugura una era de privatizaciones bajo la gestión de Javier Milei, quien promueve un modelo de “Estado reducido” y libre mercado.