Reparaciones a Ucrania y una resolución de doble rasero 

La ONU dejó en evidencia la doble moral que maneja Occidente respecto a las guerras. Una oportunidad para los países invadidos, que se evaporó.

Las sanciones que se quisieron impuner a Rusia, podrían ir a países que también invadieron o iniciaron una guerra, pero Occidente se abroqueló.

El 14 de noviembre la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución que exige a Rusia reparaciones por la guerra en Ucrania. Bajo el título “Fomento del recurso y la reparación por la agresión contra Ucrania”, la Asamblea reconoció que la Federación de Rusia debe rendir cuentas por cualquier violación del derecho internacional, el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos en o contra Ucrania.

El documento, copatrocinado por 50 países, dispone la creación de un mecanismo internacional para la reparación de los daños, pérdidas y perjuicios, y el establecimiento de un registro internacional para documentar las pruebas y las reclamaciones.

“Hoy, Rusia, que se proclama sucesora de la tiranía del siglo XX, hace todo lo posible para evitar pagar el precio de su propia guerra y ocupación, tratando de eludir la responsabilidad por los crímenes que está cometiendo”, expresó el embajador ucraniano Sergiy Kyslytsya.

Por su parte, el representante permanente de Rusia ante las Naciones Unidas, Vassily Nebenzia aclaró que se trata de un grupo reducido de países que buscan consagrar un acto ilegal, refiriéndose a la posibilidad de la utilización (robo) de los fondos rusos congelados debido a las sanciones para el financiamiento ucraniano y la prolongación de la guerra. Además, el representante denunció, junto al apoyo Chino, que la resolución posiciona a la Asamblea General como un órgano judicial cuando no lo es. 

El vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, rechazó la resolución e invitó a la Asamblea General a “emitir la misma recomendación sobre la recompensación total por parte de EEUU a Corea, Vietnam, Irak, Yugoslavia y otras numerosas víctimas de EEUU y la OTAN”.

Si bien se trata de una resolución no vinculante, es decir, los Estados miembros no están obligados a cumplirla, puede asentar un precedente importante tanto para la mayoría de países que fueron colonizados, llevados a guerras y saqueados para crear sus propios registros y mecanismos de reparación, como para la creación de nuevos mecanismos “legales” de robo de bienes soberanos.

puede asentar un precedente importante tanto para la mayoría de países que fueron colonizados, llevados a guerras y saqueados

En diciembre de 2005 la Asamblea General aprobó la resolución sobre Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones Allí se estableció que la reparación tiene como finalidad promover la justicia e imponer reparaciones proporcionales a la gravedad de las violaciones y al daño sufrido.

La pregunta es, ¿las reparaciones se aplican bajo la misma premisa para todas las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos?

Nebenzia opinó que para los países del ‘tercer mundo’ debe ser insultante que los países occidentales estén exigiendo reparaciones en lugar de estar dándolas. También agregó que la propuesta a la resolución fue hecha por países que “tienen el record de robo al resto del mundo”, y continuó, “me refiero a los siglos de esclavitud y opresión, colonialismo y dominación neocolonial, agresiones e intervenciones militares, bloqueos, sanciones unilaterales y explotación desvergonzada de los recursos naturales de los países ocupados y subyugados”.

El representante de Eritrea, que votó en contra, dijo que “crear un mecanismo de reparación para un conflicto específico ignorando muchas otras demandas históricas, legítimas y bien documentadas es injusto, moralmente inaceptable y perjudicial para la credibilidad de la Asamblea”.

La guerra continúa: La OTAN financia a Ucrania y Rusia incorporó territorios hasta ahora ucranianos.

“¿Será Cuba indemnizada por los daños acumulados durante seis décadas de bloqueo económico, comercial y financiero; las vidas perdidas; y la ocupación ilegal de su territorio nacional?, ¿qué pasa con México, Vietnam, las Islas del Pacífico, Irak, Libia, Afganistán, Siria y el Estado de Palestina?”.

Casualmente, el 3 de noviembre la Asamblea General rechazó por trigésima vez y abrumadora mayoría el bloqueo económico que Estados Unidos impone a Cuba desde 1962. Desde 1992 que se considera una violación flagrante y sistemática a la Carta de las Naciones Unidas. La resolución de rechazo obtuvo este año 185 votos a favor, 2 en contra (Estados Unidos e Israel, ) y 2 abstenciones (Ucrania y Brasil). 

En dicha Asamblea, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla denunció que desde 2019, el gobierno de los Estados Unidos escaló el cerco contra su país “a una dimensión extrema, más cruel e inhumana, para infligir deliberadamente el mayor daño posible a las familias cubanas”, y detalló que en los primeros 14 meses del presidente Joe Biden, “los perjuicios ocasionados por el bloqueo alcanzaron los 6364 millones de dólares, más de 15 millones de dólares diarios”, informaron desde el sitio web de la ONU.

El presidente ucraniano, Zelensky, hablando en la ONU.

División como síntoma multipolar

Con 94 votos a favor, 14 en contra, y 73 abstenciones, el documento sobre reparaciones rusas a Ucrania fue una de las resoluciones sobre la actual guerra con menos apoyo para el bloque occidental y dio cuenta de un acelerado proceso de división de la comunidad internacional. 

Desde que se inició la operación militar especial (OME) rusa en Ucrania se han votado cinco resoluciones en la Asamblea General de la ONU acerca de la guerra.

La primera, aprobada a comienzos de marzo por 141 a favor, 5 en contra y 35 abstenciones, exigía un alto el fuego ruso inmediato, la retirada de todas las tropas rusas y la protección de todos los civiles. La segunda, a finales de marzo, se aprobó con 140 a favor, 5 en contra y 38 abstenciones, y exigía también, un alto el fuego inmediato, protección para millones de civiles y protección para los hogares, escuelas y hospitales que son esenciales para su supervivencia, culpando a Rusia de la crisis humanitaria en Ucrania.

La tercera corresponde a la resolución del 7 de abril que aprobó, con 93 votos a favor, 24 en contra y 58 abstenciones, suspender a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU por presuntos crímenes de guerra. La cuarta resolución adoptada el mes pasado corresponde a un llamado de no reconocimiento de los procesos unionistas de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporozhie a la Federación de Rusia, aprobada con 143 votos a favor, 5 en contra y 35 abstenciones.

Con esto no pretendo minimizar el apoyo que recibe Ucrania, sino más bien dar cuenta de un escenario más en donde el avance multipolar logra disputar. Es decir, si bien el bloque occidental liderado por el unipolarismo estadounidense ha logrado aprobar las resoluciones contra Rusia en la ONU, incluso imponer sanciones unilaterales como bloque, se puede visualizar una marcada tendencia al descenso de ese apoyo tanto en los votos en contra como en las abstenciones.

Si bien la tendencia del declinacionismo estadounidense como hegemón y centro de toma de decisiones internacionales frente al avance de un orden multipolar encabezado por el eje sino-ruso se avistaba hace unos años, desde la pandemia, pero especialmente desde el inicio de la OME, esta tendencia se vio acelerada en virtud del tajante posicionamiento ruso frente al avance de la OTAN en sus fronteras.

A pesar de los esfuerzos del bloque occidental para aislar a Rusia del tablero geopolítico internacional aplicando sanciones, no sólo no logró el objetivo, sino que permitió acelerar profundos procesos de transformación que incluyen la promoción y consolidación de Organismos de Cooperación asiáticos; reforzar y mejorar las relaciones bilaterales entre países históricamente hostiles; fortalecer la asociación estratégica entre Rusia y China; establecer la posibilidad de cooperación del Sur Global, el ascenso de nuevas potencias económicas y militares.

China fue uno de los países que más se opuso a las sanciones de occidente contra Rusia.

Pero principalmente está marcando una oportunidad histórica y desafiante para aquellos países oprimidos por el imperialismo y que están interesados en una construcción de las relaciones internacionales que tenga como objetivo el desarrollo soberano de sus pueblos.

Es cierto que este tipo de resoluciones de la ONU tienen un carácter no vinculante, pero frente a este contexto internacional de guerra en disputa por distintos tipos de orden mundial, manifiestan un posicionamiento político que sostiene el hecho de que socios claves o países temerosos comienzan a soltar la mano a Estados Unidos y deciden a apostar por otro camino.

No sólo podemos observar esta tendencia en el ámbito diplomático, sino también en decisiones importantes como la tomada por Arabia Saudí, socio estadounidense en la región de Medio Oriente, que el mes pasado anunció que la OPEP+ recortará la producción de barriles de petróleo a pesar de que Estados Unidos le exigió que no lo hiciera; o en otros detalles como la reunión bilateral entre el canciller alemán Scholz y el presidente chino Jinping.

El cambio de paradigma podría implicar también la transformación de los Organismos Internacionales paridos post segunda guerra mundial y consolidados bajo la lógica occidental del orden unipolar estadounidense al finalizar la guerra fría, como la ONU, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial (BM) o el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros.

Por último, y muy importante, es identificar que este proceso profundo de transformación de las relaciones internacionales, de los centros de poder junto a las lógicas de normas y valores internacionales, abre la brecha de posibilidades como oportunidad histórica para los pueblos.

Desde latinoamérica se deberá exigir la decisión política para la construcción de la unidad regional que defienda los intereses latinoamericanos y construya relaciones internacionales que apuesten por la soberanía y la no injerencia. 

 

Constantini Micaela es periodista internacional en PIA Noticias y ARGmedios.