Una Uganda dividida se manifiesta tras la victoria de Museveni

El presidente de Uganda alcanzó su sexto mandato tras un resultado electoral poco sorprendente, pero los ciudadanos ya se preguntan quién lo sustituirá.


Por Nation Nyoka

Foto: Reuters/ Baz Ratner

El presidente ugandés Yoweri Museveni, de 76 años, es el tercer jefe de Estado más longevo de África, con más de tres décadas en el poder. El 16 de enero, la Comisión Electoral de Uganda anunció su reelección por algo menos del 59% de los votos, lo que supone una nueva permanencia de cinco años en el poder para él y su partido, el Movimiento de Resistencia Nacional.

Haciéndose eco de la afirmación de Museveni en su discurso posterior a la victoria, de que ésta había sido la votación “más libre de trampas” de la historia del país, Susan Nimusiima, una ciudadana ugandesa de 35 años, afirma que ha sido realmente la más justa. Nimusiima es de Mbarara, en el oeste de Uganda, una ciudad cercana al distrito natal de Musenevi, Ntungamo, y también pertenece al mismo grupo étnico. Aunque no había una fuerte presencia militar en la zona porque apoyaba a Museveni, había una norma implíctia de permanecer en casa después de votar por si algo salía mal.

“La gente está contenta de que [Museveni] haya ganado, pero hay cuestiones de transición”, dijo. “Es un hombre que envejece. ¿Qué pasará cuando ya no pueda ser el líder? ¿Quién tomará el relevo, cómo manejará estas tensiones étnicas, podremos sobrevivir a la transición? Nos enfrentamos a todas esas preguntas y no tenemos respuestas… pero esperamos que salga lo mejor y consigamos un buen líder y el país salga adelante”.

Arthur Oyako, de 34 años, antiguo periodista y oficial de comunicación establecido en Kampala, dijo que esperaba que estas elecciones produjeran un resultado indiscutible. “Fui con la esperanza de que tal vez hubiera un buen cambio. Todas las elecciones desde 1996 han acabado siempre en los tribunales”, dijo.

Pero en el fondo, Oyako tenía la sensación de que Museveni seguiría en el poder. Y el hecho de que el aspirante más fuerte de la oposición, Bobi Wine, siga bajo arresto domiciliario le demuestra que no ha cambiado mucho. Desde hace más de una semana, Wine está confinado en su casa, rodeada por las fuerzas armadas. A un embajador de Estados Unidos se le negó el acceso cuando intentó visitar a Wine el 19 de enero. El 25 de enero, el Tribunal Superior de Uganda dictaminó que el ejército debía desalojar su casa.

Un país dividido

Oyako dijo que aún es demasiado pronto para saber cuál es el estado de ánimo general porque se necesita tiempo para que “los resultados y el montaje se asimilen”, pero que la gente de su barrio ha decidido pasar página a las elecciones. Sin embargo, dijo que el país sigue profundamente dividido.

“Hay personas mayores que vivieron los años anteriores a la llegada de Museveni al poder, y cada vez que ven al ejército patrullando o a los helicópteros rondando creen que Museveni les ha dado una apariencia de paz. Y piensan: ‘Si votamos lo contrario, podríamos volver a los días de inseguridad'”, dijo.

Las protestas de noviembre que estallaron tras la detención de Wine también hicieron que la gente temiera que el gobierno volviera a adoptar las prácticas violentas de aquellos regímenes pasados, y muchos no apoyaron a Wine por este motivo, añadió Oyako. Todavía no se ha investigado la muerte de al menos 54 personas en los disturbios.

Nimusiima afirma que la gente tiene una opinión diferente sobre las elecciones en las distintas regiones, especialmente en Buganda, la región central de la que procede Wine. “En Buganda… hay un poco de tensión. La gente escribe en Internet que Bobi Wine debe ser liberado. Por supuesto, parte de la razón del arresto domiciliario es que no pueda movilizarse y organizar disturbios. Así que en Buganda, la sensación es que esto no ha terminado. Pero en este lado, la sensación es de alivio. Podemos respirar otros cinco años, pero tenemos que empezar a preguntarnos quién será el próximo en tomar el relevo”, dijo.

El cierre de Internet durante cinco días se ha levantado, pero la gente no pudo acceder a sus cuentas bancarias ni comunicarse con sus seres queridos mientras estuvo vigente. Los que denuncian el fraude electoral, incluido Wine, han dicho que publicarán pruebas en las redes sociales una vez que se restablezca también el acceso a estas plataformas.

“Ambos bandos tenían un montón de agentes con cuentas falsas organizando a todo el mundo [en las redes sociales], por lo que la situación estaba un poco caldeada antes de las elecciones. Pero una vez que se produjo el cierre de Internet, la gente pudo votar y volver a casa”, dijo Nimusiima, añadiendo que la vida estaba volviendo lentamente a la normalidad.

Sesgo regional

La votación en las elecciones se dividió según las líneas étnicas, y la gente eligió a los líderes de sus regiones, dice Nimusiima. Su candidato preferido era Mugisha Muntu, pero temía que no lo consiguiera, así que votó a Museveni, y muchos de sus amigos hicieron lo mismo.

“En Mbarara, como ciudad, antes estábamos divididos entre el antiguo candidato Kizza [Besigye] y el actual presidente. Esta vez el sentimiento era que no debíamos llevar a [Wine] al poder por la razón básica de que no está realmente preparado para el liderazgo. Además, había mucha hostilidad étnica hacia nosotros como región debido a la larga permanencia del actual presidente en el poder, así que el sentimiento era que no debíamos dejar que [Wine] llegara al poder. Incluso gente que no había votado antes a Museveni fue a votar por él”, dijo Nimusiima.

La autora Lyn Ossome, especialista en investigación del Instituto para la Justicia Económica de Johannesburgo, sostiene que, aunque no sea evidente, “hay una lucha étnica en el corazón de la política ugandesa. Esto forma parte de la expectativa y el fracaso constante de las competencias políticas estructuradas en torno a un sistema democrático liberal y las narrativas de lo que es libre y justo”, dijo Ossome.

“¿Qué es libre y justo cuando no atendemos los reclamos [hechos por la oposición]? La gente sigue votando porque hay algo en juego para ellos. Los jóvenes no votan porque sean jóvenes, votan porque hay algo en juego para ellos”.

Ossome afirma que el sistema democrático liberal es una forma bastante inestable de determinar los resultados en países que todavía se enfrentan a los legados del colonialismo. “Esos legados incluyen cuestiones de etnicidad, lo que llamamos etnicidad politizada. Incluyen el género y la violencia de género, el racismo, la violencia, etc. Cada contexto tiene que ser entendido en términos de su propia historia”.

“Tenemos que tomar en serio los legados estructurales del colonialismo porque siguen determinando nuestros resultados electorales en muchas partes del continente, y Uganda no es una excepción. Parte de nuestro deber y responsabilidad concretos es sacar a la luz este sistema incrustado en la noción democrática liberal de la política que, en un país tras otro del continente, demuestra que no es una forma justa de determinar los resultados políticos, especialmente para los marginados”, dijo Ossome.

Sin preparación para liderar

Nimusiima afirma que la retórica política de Wine le ha llevado a decir que va a expulsar a la gente de ciertas zonas, lo que incluye a los refugiados que han comprado propiedades y se han establecido en Uganda. “Si conoces la historia de Uganda, [estas zonas] acogen a muchos refugiados que se han instalado y casado aquí. No puedes decir que los vas a expulsar. Si lo hace, romperá familias”. Está jugando con los sentimientos que tienen altas emociones a su alrededor y creará víctimas de personas que son inocentes”, dijo.

Esto, según Nimusiima, refuerza su argumento de que Wine no está preparado para liderar. “Sólo ha pasado unos pocos años en el Parlamento. Ganó unas elecciones parciales y se abrazó a la popularidad de ser un músico pop. No tenía ningún programa para la nación. Cuando se le pregunta por su programa para la nación, no tiene respuesta [y] se remite al programa del presidente. No sabe nada de liderazgo. Se le da bien la movilización, se le da bien apelar a las masas, pero sinceramente no sabe mucho de liderazgo y no entiende cómo funciona la economía. Así que sí, se le quiere. Sí, se le apoya. Pero honestamente, como líder, no está preparado para asumir el poder”.

Aunque Wine no ganó, más de 3,4 millones de personas votaron por él. Y Museveni perdió en Buganda por primera vez desde que se introdujeron las elecciones multipartidistas, lo cual es un resultado significativo. Ossome dice que el número de votos de Wine ha sido normalmente el umbral de la oposición, pero su incapacidad para tratar concretamente la cuestión rural-urbana, así como las cuestiones relativas a la tierra y los campesinos, es parte de la razón de su derrota.

“Una campaña mayoritariamente urbana está bien, pero si vas a hacer una campaña sobre ella y tu programa es simplemente destituir a un dictador, no es un programa. Ganar un concurso de popularidad en las redes sociales es muy diferente a construir una base local y popular. En Uganda, la persona que podría hacerlo es la que puede comandar -política y económicamente- al campesinado, a la población rural y a la población urbana semiproletarizada con importantes vínculos con la Uganda rural”, dijo.

Los defectos de las redes sociales

Se ha hablado mucho de que el gran número de seguidores de Wine en las redes sociales no se traduce en votos, y Ossome dice que no se puede depender de este medio como herramienta política.

“Ese es un punto realmente importante. No se puede depender de un medio que no se puede controlar. Si no controlas las redes sociales, no puedes depender de ellas. Mira lo que ha pasado… Bobi Wine ha dependido de los periodistas extranjeros para salir a la luz. Hay una cuestión de clase con los medios sociales. Junto a la cuestión de la tierra está la división entre el campo y la ciudad y, de nuevo, esto se remonta al contexto histórico. Uganda es una sociedad mayoritariamente agraria. Cuando Museveni llegó al poder en 1986, la base campesina era su base más fuerte y él lo entiende”.

Ossome afirma que no le ha sorprendido ni la violencia que acompañó a las elecciones ni su resultado, sobre todo que el “régimen recurra a este tipo de tácticas, incluido el encarcelamiento ilegal del principal líder de la oposición”.

“Se necesita la legitimidad política para gobernar. Si hay una parte importante [de la] población que se siente privada de derechos, tenemos que preguntarnos adónde nos lleva”, dijo.

En una reunión virtual sobre las funciones de Sudáfrica en la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de la Unión Africana, celebrada el 20 de enero, Naledi Pandor, ministra de Relaciones Internacionales y Cooperación del país, afirmó que no se había emitido ninguna declaración sobre los resultados de las elecciones ugandesas. Dijo que el gobierno era “reacio a hacer un juicio rápido” y que estaba prestando mucha atención a la situación en Uganda.

“El presidente [Cyril] Ramaphosa, como presidente de la Unión Africana, está en comunicación con el presidente Museveni, y esperamos que ese país se apegue a la democracia y a la libertad y que algo de lo que estamos viendo en los medios de comunicación llegue a su fin”, dijo.

El artículo original fue publicado por New Frame. Pueden encontrarlo aquí

 

New Frame es un medio de comunicación sin fines de lucro que promueve la justicia social. Tiene su sede en Johannesburgo (Sudáfrica).