Venezuela después del 21N

Elecciones en medio del bloqueo, desafíos para una nueva etapa y sostenimiento de la Revolución. Una entrevista con Hernán Vargas.

Venezuela entrevista

El pasado 21 de noviembre, con un 42% de participación, se realizaron las elecciones regionales y municipales en Venezuela, en las que el chavismo ganó 20 de las 23 gobernaciones del país y la oposición —que finalmente se presentó a los comicios— ganó otras tres.

Más allá de los resultados, vale la pena poner en tensión estas elecciones con el panorama político y social del país, caracterizado por el brutal bloqueo impuesto por Estados Unidos. Para analizar estos elementos conversamos con Hernán Vargas, que es analista internacional, vocero del Movimiento de Pobladoras y Pobladores de Venezuela, e integrante de la Secretaría Operativa de ALBA Movimientos.

Laura Capote: ¿En qué marco general se desarrollaron las elecciones del 21N y cómo afectó el desarrollo y resultados de la jornada?

Para analizar los resultados de las elecciones del 21N es fundamental analizar el bloqueo, sin esto es imposible. Hoy lo que determina la condición política, económica y social venezolana son las 440 órdenes ejecutivas del Departamento de Estado de EE.UU., y algunas otras que se han generado desde la Unión Europea, Canadá y otros países alineados con la política estadounidense. Estas han significado un bloqueo económico, financiero, de importaciones y exportaciones, y de embargo de activos y recursos financieros de Venezuela en el mundo.

La consecuencia es una caída del ingreso nacional venezolano del orden del 99%. Venezuela, en 2013, tenía 56 billones de dólares de ingreso nacional, y en 2019 esa cifra llegó alrededor de 700 millones de dólares. Una casa que tú mantienes con 100 ahora tienes que mantenerla con 1, y eso es lo que en general marca el escenario venezolano y ocurre en el contexto de una disputa regional e internacional.

América Latina hoy está bajo ataque por la política de los Estados Unidos, que necesita recomponer el control que tenía hace 30 años en nuestra región para poder garantizar un refrescamiento de su hegemonía. Eso se ha traducido entonces en esta opción de bloqueo en Venezuela que ya tiene cerca de siete años, entre acciones públicas y no públicas, que ha pasado por un crisol de dimensiones: desde el desconocimiento de la legitimidad del Estado y el intento de poner un gobierno interino, pasando un intento de magnicidio, intentos de operaciones mercenarias en territorio venezolano, hasta escenarios de violencia de calle.

Lo que ocurre entonces a partir del bloqueo es la evidente destrucción de la materialidad interna venezolana, al menos como la había configurado el chavismo durante estos 20 años. ¿Qué hizo el gobierno? Retomó el control de la renta petrolera y la redistribuyó hacia la economía interna. Hay que recordar que en Venezuela, de los 60 en adelante, el porcentaje de inversión de la mayoría de las empresas privadas para el desarrollo, mantenimiento, importación de bienes de capital, y en general la inversión para el desarrollo, ha sido muy baja.

Es decir, históricamente ha sido el Estado venezolano el que ha puesto los recursos de la renta para que la economía venezolana funcione. El chavismo mantuvo ese rol, y generó mecanismos de redistribución interna que permitieran aumentar los salarios, aumentar la capacidad de consumo y que además permitieran mantener servicios, garantías, y derechos subsidiados desde el Estado. Cuando se cae al 1% la cartera con la que el Estado financiaba todo eso, el aparato de redistribución interna hacia la mayoría de la población evidentemente se rompe.

LC: Mucho se decía en los medios que estas elecciones serían la ratificación del rechazo del pueblo venezolano al gobierno de Nicolás Maduro. Como sabemos, esto no pasó. ¿Cuáles son las principales conclusiones de los resultados electorales?

HV: Por un lado, vemos un resultado en términos de contener lo que ha sido el centro de la ofensiva imperialista, que ha sido forzar un cambio de gobierno en Venezuela, generando —además del escenario de bloqueo— un aislamiento político y diplomático. Esto llevó a la oposición venezolana al extranjero: cerraron las persianas en el país y se fueron a otros países a pedir sanciones contra Venezuela, sin embargo, alguna parte de esa oposición se quedó en el país haciendo trabajo político, o con gobiernos locales y encontraron en estas elecciones la oportunidad para reunirse.

Están regresando la mayoría de quienes se fueron, y en ese contexto desarrollaron su candidatura en las elecciones. Eso hace que sea un primer triunfo de la democracia venezolana, de la soberanía, y de la apuesta que venía llevando el chavismo hasta ahora, que era traerlos nuevamente al terreno de la disputa electoral conteniendo con ello, de alguna manera, los escenarios de la violencia y la injerencia. Que hoy en América Latina se aborte un proceso de violencia y de injerencia de las características que mencionamos anteriormente, y que con ello se llegue a un escenario electoral y democrático, es la primera victoria del 21N.

Hernán Vargas
Hernán Vargas, vocero del Movimiento de Pobladoras y Pobladores de Venezuela.

Hay una cantidad importante de la población que están en condición electoral y salió a votar, el 42%. Ese porcentaje es una moneda de dos caras: una es que efectivamente hay un 58% que no salió a votar. De ese 58% hay una cantidad de gente que se fue del país buscando esa posibilidad de recomponer la materialidad que se perdió, según su relato “a partir del chavismo”. Muy probablemente el relato no dirá que en Perú, Ecuador, Colombia y en el resto de los países de la región no consiguieron tampoco lo que el chavismo les garantizaba acá, porque no nos encontramos frente a regímenes cuyo rol es garantizar la condición de vida de la mayoría de la gente.

En ese marco, todas esas personas que se fueron, y que en este momento están tratando de sondear sus condiciones de vida afuera, en buena parte culpan al chavismo de que se haya destruido su modo de vida, cuando realmente se destruyó por las medidas de bloqueo y sanción. Sin embargo, son evangelizadores de esa forma de leer el momento actual, y es importante reconocer que desde el chavismo no se ha sido efectivo en tratar de posicionar otro relato al respecto.

Dentro de ese 58% que no votó también hay un sector que se quedó en Venezuela y se dedicó a buscar futuro de alguna manera. Algunos dejaron el trabajo formal que tenían y empezaron a buscar otros mecanismos de supervivencia. Se desarrolló toda una reconfiguración de la economía interna importante, de un país donde el trabajo asalariado tenía un peso clave, la población se empezó a mover hacia otros circuitos económicos. Hay una reconfiguración interna del mundo del trabajo en Venezuela donde ya el salario no es la referencia del valor, realidad que nos implica un análisis pendiente.

En síntesis, considero que hay una cantidad de la población que siente que sus condiciones materiales ya no dependen de la política, que duda de que el chavismo logre recomponer las condiciones actuales de vida y no cree que tampoco que los sectores de oposición puedan hacerlo. Así que decide no salir a votar, porque prefiere descansar el domingo para luego ir a trabajar al día siguiente, que es lo que —en esa lectura— le garantiza condiciones materiales de vida. Es lo que la mayoría de la gente define como despolitización, o un alejamiento de la política formal.

LC: ¿La victoria de las candidaturas chavistas expresa una lectura unívoca de apoyo irrestricto al proyecto bolivariano o hay matices en su interior? Y en este mismo sentido, ¿consideras que hay un contexto de “polarización” con la oposición como afirmaba la Unión Europea en un sentido peyorativo?

Yo creo que es importante desestigmatizar la idea de la polarización. La Unión Europea vino al país con una receta clara de ser un operador del cambio político en Venezuela, y planteó esa polarización como una de sus principales banderas. Nosotros desde el chavismo hemos reivindicado la idea de polarización, en este momento implica que hay una responsabilidad de apostar a un futuro distinto que se puede definir desde la política.

Respecto a las candidaturas del chavismo, hay un conjunto de territorios del país donde la disputa en lo interno del chavismo pasaba por disputar un modelo alternativo de sociedad con otras formas de gestión política, de planificación, de producción.

Tenemos los casos de los municipios de Simón Planas y la gobernación de Ansoátegui que se planteaban lo comunal como un eje central, y también el caso del municipio Sucre en Barinas, que planteaba la comunalidad y el Poder Popular como elemento central. Por otro lado, y también dentro del chavismo, hay otros sectores que plantean una fórmula de acuerdo nacional en función de vincular el capital privado con el Estado, y llegar a alianzas que permitan reconfigurar una economía interna ó “refrescar” el capitalismo rentista, como es el caso de Rafael Lacava, en Carabobo.

Respecto a los sectores de oposición, sus propuestas son básicamente cambiar el gobierno y hacer las cosas distintas, “bien”. En la mayoría de estos casos, tiene que ver con alineaciones con el capital privado, y el rol de esos sectores dentro del país. Entonces, es una reconfiguración más neoliberal la que generalmente se plantean desde los proyectos de derecha, aunque realmente una de las cosas que los caracteriza es el poco planteamiento político. En general, la principal bandera es salir del gobierno chavista.

LC: ¿Qué escenarios están por venir después de las elecciones?

HV: Aquí es importante destacar que, a pesar de que el chavismo tiene una victoria contundente, queda con unos números debilitados en relación a sus números históricos. Volvemos nuevamente a la importancia del bloqueo, a partir del cual los números de votación del chavismo han venido disminuyendo, hasta llegar a uno de sus puntos más bajos en esta votación. En la votación general saca un 46% de los votos, mientras que la oposición, sumando todos los votos de los distintos sectores, saca 54%.

Con esto tenemos uno de los resultados agridulces de la elección, y es que la oposición venezolana y sus distintos sectores se dan cuenta que están en condiciones de superar electoralmente al chavismo, y que podrían trabajar en escenarios por venir, como la posibilidad de convocar un referendo revocatorio en 2022.

Si miran de cara a un escenario presidencial en 2024, las perspectivas pueden ser positivas. Por esta razón al chavismo le corresponde entrar en lo que Nicolás Maduro definió como una “nueva etapa”. Una siguiente etapa de la revolución, con el foco puesto en que estamos atravesando una profunda agudización del bloqueo, que ha llegado a escenarios de injerencia y violencia, con mucho peligro de que eso fuese lo que marcara el destino en Venezuela. Esta elección podría significar el cierre de ese ciclo de mayor peligrosidad, y con esto, el retorno de la derecha a este terreno electoral, lo que implica, de alguna manera, torcerle el brazo a Washington y al imperialismo en crisis.

LC: ¿Y cuál es el rol de Estados Unidos en ese escenario por venir?

HV: Estados Unidos no va a cambiar sus políticas, de hecho lo que vimos en estos días fue una Unión Europea risible que calificó las elecciones como unos comicios muy transparentes pero fraudulentos a la vez. No hay una clara definición porque tiene que cumplir con un guión con lo que ha sido su rol en la guerra contra Venezuela, que es ser un operador de la política de los Estados Unidos, pero con un nivel de flexibilidad que le permita estar en algunos espacios de diálogo. Básicamente, la Unión Europea aceptó que el proceso fue confiable, pero de inmediato inició con su libreto: supuesta violación de derechos humanos, problemas de democracia donde no hay garantías para la participación —que no tiene como sustentar—.

Todo eso es una expresión de cómo los intereses de Estados Unidos como potencia e imperio central no van a cambiar en Venezuela. Al contrario, lo que Estados Unidos ha garantizado hasta ahora es el relato de que Venezuela no está capacitada para seguir, y busca insistentemente que la decisión bolivariana de levantar las banderas del socialismo se vean mermadas, con el argumento de que nuestro socialismo se sostiene sobre el rescate de la renta petrolera. Con esto busca además frenar la posibilidad de que Venezuela garantice petróleo para la mayoría de los polos emergentes como China, Rusia u otros países del Caribe, por lo que muy probablemente va a continuar el nivel de asedio.

Nos comentaste de los diferentes sectores ubicados dentro del abanico del chavismo: ¿es posible una convivencia a largo plazo de ambas posturas dentro del proyecto bolivariano? Hay sectores de la izquierda latinoamericana que señalan que Venezuela ha iniciado un giro progresivo hacia el neoliberalismo y que el proyecto de Hugo Chávez y su comuna o nada quedaron en el pasado, ¿qué lectura tienen al respecto?

Tenemos un enorme desafío por delante y es, como ha dicho el presidente, ejecutar la siguiente etapa y definir cuál es su centro. Aquí hay un par de elementos: uno que tiene que desarrollar una política frente al escenario de bloqueo. Si el escenario de bloqueo continúa, debemos saber cuál es la política a desarrollar para garantizar la continuidad del proyecto bolivariano.

Y en ese marco hay una disputa interna sobre cuál va a ser el horizonte, entre los proyectos que plantean mayor apertura hacia el mercado o mayor posibilidad de recomponer acuerdos con la burguesía nacional y con sectores de la economía privada incluso transnacional; y por otro lado los sectores que plantean el fortalecimiento de la perspectiva comunal y popular de todo el tejido que se ha construido, con base en el poder popular como herramienta para la transformación de las relaciones económicas.

Es una disputa que se evidencia en los territorios, en las ofertas electorales que se tenían en ese momento e inclusive en el escenario legislativo. Entonces la disputa por cómo es la reconfiguración de la revolución en Venezuela está viva y activa en este momento, y lo quiero resaltar para responder y desmontar las perspectivas maniqueas y convenientes de esos sectores que hablan de un giro neoliberal en Venezuela, o un giro hacia la derecha, cuando realmente lo que hay es un escenario de disputa frente un shock que busca forzar un cambio radical en Venezuela.

Lejos de que haya habido un cambio radical hacia la derecha, se ha agudizado la lucha de clases a lo interno. Lo más importante en ese marco es saber quien va a estar de qué lado, y cómo nos agrupamos en fuerzas frente a esa disputa interna.

El escenario asociado es este reto que ha planteado Nicolás [Maduro] de que no tenemos otra opción más que construir un modelo nacional post petrolero y allí entonces este escenario de disputa central: ¿cómo nosotros reconfiguramos eso? ¿cuál es el rol de lo comunal, el rol del Estado, el rol de lo privado? Este considero que es uno de los escenarios de debate que se abre en lo interno de Venezuela, y al mismo tiempo la pregunta sobre cómo se reconecta con esa mayoría de la población que siente que la política no es un escenario de disputa.

En ese sentido es muy interesante georeferenciar los resultados y analizar cuáles fueron los niveles de participación con las estrategias políticas distintas. Cuáles fueron las candidaturas que estuvieron centradas en la construcción del popular, en las asambleas con el pueblo, en resolver la crisis y el bloqueo con el Poder Popular.

LC: Bien reza el dicho que quien se mete con Venezuela, se seca… ¿Tenemos Revolución Bolivariana para rato?

Un escenario que tenemos en común en América Latina y que asumimos desde Venezuela es esa polarización de la que hablábamos antes. Tenemos que repolarizar el país sobre nuevas bases: analizar cuál es el proyecto que se está disputando, qué implica repolitizar esa disputa, qué proyectos hay sobre la mesa. Y al mismo tiempo resolver cómo reunificamos las fuerzas, teniendo en cuenta que es una lucha básicamente por la revolución. Es lo que García Linea define como tensiones creativas en un proceso. Si el proceso venezolano hubiese dado un giro y hubiese perdido su característica de revolución, no estaríamos en este momento frente a una disputa de horizonte como la que tenemos en lo interno. Hoy la lucha de clase está más viva que nunca en Venezuela.


 

Laura Capote es integrantes del Observatorio de coyuntura en América Latina y el Caribe (OBSAL), que impulsa el Instituto Tricontinental de Investigación Social.