Esta edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se ve atravesada por la guerra en Ucrania y por otros hechos geopolíticos mundiales: la tensión entre Estados Unidos y China, las sanciones a Rusia por la Invasión a Ucrania, la inflación y la crisis energética a nivel mundial.
Del evento participó el presidente ucraniano Volodimir Zelensky, quien expresó que Putin es el responsable de la crisis energética actual debido a que está usando “la energía como un arma”, que si bien es necesario pasar de los combustibles fósiles a las energías renovables, manifestó que “no es el momento de ceder al chantaje energético de Rusia”.
No es el único mandatario que piensa la transición energética con fines geopolíticos: una de las razones de la llegada del presidente Joe Biden a la COP 27 este viernes, es negociar con la India la transformación energética del país. India es el tercer país a nivel mundial emisor de gases de efecto invernadero, producen mucho carbón y tienen poca producción de petróleo y gas.
No obstante, la razón principal para la transición energética de la India es porque se trata de un competidor directo de la República Popular de China y en el caso de lograr energía limpia, con inversiones extranjeras, los países más ricos del mundo se verían beneficiados para no depender del gigante asiático.
Hace unas semanas atrás se realizó el 20° Congreso del Partido Comunista Chino, donde fue reelecto Xi Jinping. Precisamente una de sus propuestas fue la de planificar la transición energética para reducir las emisiones de Co2 en 2030, mientras que para 2050 la meta sería alcanzar la carbono neutralidad, mejorando la calidad de vida del pueblo chino. En pocas palabras, trabajar hacia lo interno para aportar al mundo.
Sin embargo, el presidente chino, es uno de los ausentes del evento, quien decidió no salir del país por el aumento de casos de COVID-19, aunque participará la próxima semana de la reunión del G20 en Indonesia, donde espera encontrarse con el presidente norteamericano Joe Biden.
Otra de las grandes ausencias es la de Vladimir Putin, presidente ruso, quien hace un par de semanas en el Club Valdai dio un discurso como crítica a los países occidentales que priorizan sus intereses nacionales antes que la agenda climática real: “El cambio climático ya no encabeza la agenda. Pero ese desafío fundamental no ha desaparecido, todavía está con nosotros y está creciendo. La pérdida de biodiversidad es una de las consecuencias más peligrosas de la alteración del equilibrio ambiental ¿No es igualmente importante mantener la diversidad cultural, social, política y de civilizaciones?”, manifestó.
Si bien el panorama es complejo, lo que dice Putin no está lejos de la realidad. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo manifestó en la cumbre climática: “Tenemos en la sien un revólver climático. El Kremlin ha querido que la energía sea un arma de desestabilización masiva. Y ha querido apuntar a Europa y al mundo entero”, dijo, como si la COP 27 se tratara de Europa, la Guerra en Ucrania y Rusia. La agenda occidental, parece ser otra.
Mientras tanto, la espera de los países pobres
Que la conferencia climática se realice en Egipto significó un alo de esperanza para los países africanos y el resto del Sur Global. Sin embargo, las respuestas para las naciones más perjudicadas por el cambio climático, no estarían llegando.
En este sentido, los países africanos son de los más interesados en resolver financiamiento para la transición energética ya que, según datos del Banco Africano de Desarrollo, el continente pierde cada año entre un 5 y un 15% de su Producto Bruto Interno debido a los impactos del cambio climático, y la población africana sufre directamente las consecuencias.
Al respecto dialogamos con Alberto Cremonte, periodista de PIA Global que cubre la COP 27 y el continente africano. Quien expresó que “se les reclama a los países africanos que puedan hacer la transición energética, cuando es imposible que puedan transitar ese camino”.
En la Cumbre de Copenhague en 2009 se acordó que los países más ricos del mundo (y los más contaminantes) contribuyan a la transición energética del Sur Global con 100.000 millones de dólares al año, esto no ocurrió. Cremonte remarca que “el continente africano es el menor productor de Co2 y es uno de los territorios que más sufre las consecuencias”. Y que si bien ha ido unificado y con una agenda propia, no ha tenido éxito en el pedido de una transición ecológica justa.
Muy lejos de la justicia ambiental, la COP 27 es un espacio que no da lugar a los reclamos justos de los más afectados por el cambio climático. Al contrario, los países más ricos siguen imponiendo una agenda común con intereses propios y absolutamente egoístas.