Por Gabriel Vera Lopes (Desde Uruguay)
Este domingo 27/3, más de 2.254.000 uruguayas y uruguayos acudieron a las urnas para decidir en referéndum sobre la continuidad o no de 135 artículos, que forman parte de la polémica Ley de Urgente Consideración (LUC).
El referéndum se dirimió entre: el “NO” a la derogación, el cual logró agrupar a las cámaras empresarias, la Sociedad Rural, los principales medios de comunicación y la Coalición Multicolor (partidos de derecha que conforman el gobierno); por otro lado, el “SÍ” a anular el articulado, que fue impulsado por el PIT-CNT, distintos partidos de izquierda dentro y fuera del Frente Amplio, organizaciones sociales, barriales y estudiantiles.
Finalmente, logró imponerse el NO con un muy estrecho margen. Obteniendo el 49,8% de los votos frente al 48,8% que cosechó el SÍ. La diferencia de votos fue de tan solo 22.556, resultado que sigue mostrando un escenario dividido y polarizado, donde ninguna de las fuerzas en juego logra construir claras mayorías sociales.
El gobierno de Luis Lacalle Pou logró sortear el primer gran desafío que se le impuso a su gobierno. Una victoria que, aún en un escenario tan reñido, le permite seguir avanzando en un sendero de reformas, las cuales se propuso realizar luego de 15 años de experiencia progresista de los gobiernos del Frente Amplio. En este sentido, desde el punto de vista político, el oficialismo jugó dos pulseadas importantes el pasado domingo.
Por un lado, al presentar la “Ley de Urgente Consideración”, conformada por casi 500 artículos de los más diversos temas, Lacalle Pou pretende dejar sentadas las bases de su administración. Por el volumen, la profundidad y la cantidad de temáticas que se tocan, la LUC debe pensarse no como la sanción de una ley sino más bien como una pequeña reforma constitucional. Desde la recuperación democrática, fueron 12 las ocasiones donde el ejecutivo envió al parlamento proyectos de LUC.
Siendo hasta ahora, Lacalle padre quien mandó el proyecto de mayor tamaño, a principios de la década de los noventa, el cual contaba con 92 artículos. De esta manera, al aprobarse el articulado, la coalición oficialista logró un triunfo estratégico que sedimenta una legislación ciertamente conservadora y regresiva.
Por otro lado, teniendo en consideración que la legislación electoral Uruguaya no establece elecciones legislativas de medio término (a diferencia de la mayoría de los países de la región), el referéndum ofició inevitablemente como una evaluación los primeros dos años de gobierno. Los resultados, parecieran consolidar la tendencia a la polarización de dos grandes bloques. De esta manera, la victoria le permitirá al presidente consolidarse como el jefe de su heterogénea Coalición Multicolor (partidos de derecha que integran el gobierno), así como mostrar fuerte a la coalición oficialista.
Sin embargo, el reñido escrutinio dificulto la construcción de una narrativa épica de victoria. La tensión y los nervios se sintieron en la Plaza Independencia, lugar elegido por el NO para acompañar el escrutinio del domingo. Con resultados que se disputaron palmo a palmo, los festejos se vivieron casi como un alivio.
Por su parte, los espacios nucleados en torno al Sí aunque no lograron derogar los 135 artículos de la LUC, consiguieron obtener casi un 15% más de lo que la intención de votos media en febrero. Logrando escalar del 33% de intención de votos al 48,8% de votos efectivos. Una tendencia a la alza que se mantuvo durante toda la campaña. Mientras el NO mantuvo una intención de votos estable del 45%
Por otro lado, la junta de firmas para habilitar el referéndum fue en sí misma una importante demostración de fuerza. En medio de la pandemia y bajo la estigmatización de los principales medios de comunicación, un conjunto de organizaciones sociales lograron juntar 800 mil firmas e imponerle al gobierno, el cual cuenta con mayoría automática en ambas cámaras, someter al escrutinio de las urnas una ley ómnibus que oficiará como columna vertebral de la política de Lacalle Pou.
En este sentido, el Sí consiguió un nivel de articulación que le permitió tomar la iniciativa, retomar las calles y construir una unidad detrás de un objetivo: frenar a la derecha. Una obra que, aun sabiendo que se perdía conforme iba avanzando el escrutinio, se festejó con murga y alegría en la Explanada de la Intendencia.
En las próximas semanas se volverán a jugar importantes pulseadas. El debate sobre la Reforma Previsional será una de ellas. Tal como lo prevé el ahora aprobado artículo 393, el cual establece un periodo de 90 días para elaborar un informe de diagnóstico preliminar con recomendaciones para modificar el sistema previsional vigente. Debates que se darán teniendo como telón de fondo una fuerte subida de los precios del combustible que viene galopando en el país.
Restará por ver si la unidad, la capacidad de movilización y articulación que los movimientos, sindicatos y partidos de oposición, logra apalancarse en lo construido en torno a la campaña del Sí como peldaño para seguir dando pelea. O si por el contrario, prima la dispersión que toda derrota conlleva. Sea como sea, serán años decisivos para el movimiento popular de Uruguay, donde la pelea contra la LUC fue tan solo un capítulo.