Díaz-Canel entrevistado en el programa 20 Minutos: “No se trata sólo de resistir, sino de cómo resistimos y avanzamos”

En una larga entrevista, Díaz-Canel habla de la crisis, el bloqueo estadounidense y los retos del socialismo cubano

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez concedió una extensa entrevista al programa 20 MINUTOS, conducido por Breno Altman, director de Opera Mundi. Publicada el jueves 19, la conversación —que duró casi dos horas— abordó los desafíos que enfrenta Cuba, la primera Revolución Socialista triunfante en América Latina y el Caribe, en un contexto de profundas transformaciones sociales y económicas en la isla.

La charla comenzó centrándose en la situación económica actual, una de las peores desde la década de los noventa, tras el colapso del campo socialista. Díaz-Canel señaló como una de las causas principales de la crisis los más de sesenta años de bloqueo económico impuesto por Estados Unidos.

Durante la entrevista, recordó el memorando secreto de 1960 enviado por Lester D. Mallory, subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, al presidente Dwight D. Eisenhower. En dicho documento, Mallory recomendaba “la rápida aplicación de todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba” con el objetivo de privar al país de “dinero y suministros, reducir sus recursos financieros y salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

El presidente explicó que este objetivo constituye una forma de guerra económica contra la isla. Sin embargo, pese a la adversidad, destacó que “la resistencia del pueblo cubano ha frustrado este propósito”, a pesar de las múltiples dificultades que genera esta política coercitiva.

Díaz-Canel subrayó que la ofensiva estadounidense se intensificó desde 2017, con más de 240 medidas coercitivas implementadas por la administración de Donald Trump, mantenidas por Joe Biden y agravadas con el regreso previsto de Trump a la Casa Blanca en 2025.

Como ejemplo de la crueldad del bloqueo impuesto por una de las principales potencias económicas y militares del mundo, Díaz-Canel detalló cómo el gobierno cubano tuvo que improvisar soluciones durante la crisis del COVID-19 ante las restricciones impuestas.

Recordó que, en el pico pandémico, Cuba necesitó ampliar las salas de cuidados intensivos con ventiladores pulmonares, que no se producen en la isla y debían comprarse en el extranjero. Sin embargo, pese a la urgencia, la venta fue negada debido al bloqueo.

Ante esta situación, afirmó que “el gobierno de Estados Unidos presionó a compañías que vendían oxígeno a Cuba en América Latina y el Caribe. Nos estaban condenando a la muerte”. Por ello, jóvenes científicos cubanos desarrollaron modelos propios de ventiladores, aunque este proceso “llevó tiempo”.

“Luego hubo un desperfecto en la planta de oxígeno medicinal cubana. La rotura duró varios meses y en un momento se agotaron las reservas de oxígeno medicinal”.

El presidente relató que, cuando la planta se averió y las reservas se acabaron, fue necesario organizar una operación logística “con precisión militar” para distribuir el poco oxígeno disponible, en parte gracias a la solidaridad internacional.

Dijo que “no hubo numerosas muertes gracias a la estrategia y al apoyo de países hermanos como Rusia, que destinó un avión exclusivo para Cuba, realizando viajes para traer cargamentos de oxígeno desde países amigos como Venezuela y otros del área, que distribuíamos de inmediato, casi el mismo día”.

Una situación similar ocurrió con la vacuna. “Como si esto fuera poco, tampoco tuvimos acceso a las vacunas que se desarrollaron. Tuvimos que pedirle a nuestros científicos que crearan una vacuna propia, y ellos lo lograron, salvando al país”, aseguró Díaz-Canel.

Explicó que todo esto ocurrió en medio de un bloqueo recrudecido, “que mostró la enorme perversidad e insensibilidad del gobierno de Estados Unidos”.

“No se trata solo de resistir, sino de cómo resistimos y avanzamos”, afirmó. “Por ejemplo, desarrollar vacunas. ¿Cuántos países pudieron hacerlo? Muy pocos, se pueden contar con los dedos de una mano, y nosotros lo hicimos. Eso no es solo resistencia, es creación”.

“El bloqueo te impone una actitud de plaza sitiada”

El mandatario también analizó un aspecto menos visible pero determinante del bloqueo: su impacto psicológico en la toma de decisiones. Más allá de las limitaciones materiales, el cerco económico impone un estado mental defensivo, una especie de cerrazón que condiciona el pensamiento estratégico del país.

“El bloqueo te impone una actitud de plaza sitiada”, dijo. “Y esa actitud a veces genera lentitud en el análisis y la toma de decisiones, porque produce mucha desconfianza. Vives bajo máxima presión”.

Esta presión constante afecta no solo los recursos o el margen de maniobra del gobierno, sino también la forma de enfrentar los problemas: con cautela, recelo y a veces parálisis, lo que dificulta el avance. Es una lógica de resistencia que, aunque fortalece la cohesión frente al asedio, puede interferir en la agilidad y audacia necesarias para las transformaciones internas.

No obstante, Díaz-Canel enfatizó que esta adversidad no ha disminuido el compromiso de su gobierno con los principios de la Revolución ni con mejorar la vida cotidiana de los cubanos. Reivindicó el esfuerzo persistente y heroico de quienes sostienen las políticas públicas en medio de dificultades extremas.

“Se hacen esfuerzos enormes, con voluntad revolucionaria y humanista, para cumplir nuestro deber y elevar la calidad de vida de la población”, subrayó.

Sin embargo, el mandatario no atribuyó todas las dificultades únicamente al bloqueo. También reconoció errores internos. “Sería deshonesto decir que no se han cometido errores. Es imposible no equivocarse en una situación tan compleja y retadora”, admitió, señalando fallas en la gestión económica, como la unificación monetaria, la burocracia y la mentalidad importadora.

No obstante, enfatizó que “la voluntad es, incluso ante el endurecimiento del bloqueo, superar esta situación con talento, inteligencia, creatividad e innovación. Y responder con una victoria más”.

“El socialismo implica transformaciones constantes”

En los últimos años, Cuba ha experimentado profundas transformaciones. Durante la última década se desarrollaron importantes debates sobre la “actualización del modelo económico y social de la Revolución Cubana”, pero fue en los últimos tres años cuando ocurrieron los cambios más significativos.

Desde 2021 comenzaron a implementarse las principales medidas de esa actualización. En enero de ese año se unificaron la moneda y el tipo de cambio, una reforma que implicó una fuerte devaluación y pérdida de poder adquisitivo. En septiembre se autorizaron pequeñas y medianas empresas privadas, conocidas como Mipymes.

Estas transformaciones económicas han provocado un vertiginoso cambio social en la isla. El proyecto de igualdad radical que caracterizó a la Revolución durante décadas muestra signos de erosión. A las dificultades económicas previas se suma ahora un aumento sin precedentes de la desigualdad en el contexto revolucionario. Estos temas han sido el centro del debate público en los últimos años.

Sobre la actualización del modelo socialista, Díaz-Canel señaló: “El socialismo, al ser una revolución en construcción, implica transformaciones constantes. Hay aprendizaje y modelos como Vietnam o China con los que intercambiamos experiencias”.

Sin embargo, precisó que “China y Vietnam no están bloqueados y han tenido otras posibilidades. Nosotros, en cambio, tenemos una economía planificada, un concepto tradicional de la construcción socialista, aunque ya incorporando elementos de mercado”.

“Hemos ampliado el sector no estatal, el privado, que siempre existió en la Revolución. Siempre hubo un sector cooperativo y privado en la agropecuaria. Ahora es más diverso y se extiende a todo el sistema. Eso está funcionando. Incluso se reconoce este tipo de propiedad y también formas no estatales de gestión sobre la propiedad estatal”, detalló.

Frente a los desafíos crecientes de la actualización del modelo económico y recordando a Fidel Castro, afirmó: “Todo lo que hagamos en lo económico debe contribuir al desarrollo del país, económico y social. Para Fidel no tenía sentido crecer solo económicamente. La construcción socialista implica que ese desarrollo tenga un impacto social, basado en la justicia social y la redistribución justa. A eso no renunciamos”.

El Poder Popular

Frente a las críticas al modelo político, Díaz-Canel defendió enfáticamente el modelo participativo cubano, destacando los mecanismos que garantizan una democracia de base en condiciones adversas. Señaló que, pese al bloqueo y las limitaciones económicas, se han ampliado los espacios para la participación ciudadana en la toma de decisiones.

“En Cuba buscamos cada vez más unidad desde la participación”, afirmó. “Hemos mejorado la creación normativa. Las leyes y normas que aprueba la Asamblea Nacional se conocen con tiempo; hay plataformas para que la población aporte sus opiniones, que luego enriquecen y fortalecen esas normas. Eso es participación popular”.

Explicó que ese enfoque no se limita al ámbito legislativo, sino que abarca procesos de transformación social en las comunidades. Señaló la participación como un mecanismo para generar diagnósticos, ejecutar acciones y ejercer control. Afirmó: “Estamos desarrollando procesos sociales basados en planteamientos ciudadanos, que participan como electores, en la implementación de sus propuestas y en el control popular de lo realizado”.

Reivindicó también el carácter directo del sistema electoral cubano, donde las candidaturas surgen desde el nivel local y se someten al escrutinio ciudadano en cada etapa. “En Cuba, desde las comunidades, los vecinos eligen y postulan a los representantes del pueblo en órganos del Estado y gobierno, en asambleas municipales y en la Asamblea Nacional. Luego el pueblo vota. Nadie puede ser presidente, vicepresidente o miembro del Consejo de Estado sin haber sido aprobado en al menos una circunscripción y por una Asamblea Municipal del Poder Popular”.

“Siento un gran aprecio y admiración por el MST”

Sobre las relaciones con Brasil, Díaz-Canel expresó que “los pueblos cubano y brasileño se quieren y admiran mutuamente. Hay una relación histórica y cultural que nos une; nos parecemos en el carácter”. Destacó además su amistad personal con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva: “Lula es nuestro amigo, es hermano de Cuba”.

Recordó momentos difíciles, como cuando “Lula fue injustamente encarcelado y más de dos millones de cubanos firmaron reclamando su liberación”. Lamentó también el periodo de Bolsonaro: “Con el gobierno de Dilma pudimos cooperar modestamente en salud, con más de 11,500 médicos cubanos en Brasil, presentes en comunidades donde nunca había llegado la salud pública”.

Subrayó que la cercanía entre ambos pueblos trasciende vínculos diplomáticos o estratégicos, destacando el valor de las relaciones desde movimientos sociales y la sociedad civil.

En uno de los momentos más emotivos —el único en que se le vio sonreír de manera espontánea— afirmó: “En Brasil tenemos muchos amigos en todos los sectores, en particular siento un gran aprecio y admiración por el Movimiento Sin Tierra, por João Pedro, que es mi amigo, y también una amistad entrañable con Frei Betto. Son buenos amigos. Y creo que en cada cubano hay experiencias de amistad con brasileños”.