Por Erika Gimenez
En ARG entrevistamos a Leandro Albani, periodista internacional especializado en Oriente Medio, para entender que se pone en juego en las próximas elecciones.
¿Cómo se vota?
Se elige a través del voto, como en cualquier otro país. Y el período de gobierno para el presidente son cuatro años con posibilidades de ser reelegido por cuatro años más. El presidente actual [Hasán] Rohani termina su mandato [este año] (…) Lo que sí es diferente es el proceso de selección de esos candidatos, que es una de las cosas que se le critica mucho a la República.
¿Cómo es el proceso? ¿Por qué este año se anotaron más de 400 candidatos y eligieron sólo a siete?
El Consejo de Guardianes es el encargado de definir quiénes son los candidatos. Esto básicamente se hace por lealtad al líder y por algo que ellos llaman ‘moral’; por la moral de estos candidatos. Pero en estas elecciones se ha criticado no solamente desde el exterior, sino internamente, porque el Consejo de Guardianes no eligió ningún candidato reformista, y son todos de la línea más conservadora. En Irán el candidato presidencial tiene que ser musulmán chiita duodecimano, el candidato tiene que cumplir estas características religiosas.
¿Cómo es la figura del líder supremo?
La autoridad máxima es el Ayatollah, es sobre todo quien lleva la política exterior de Irán y define las grandes políticas del país. Es acompañado por sus asesores; otros líderes religiosos; organismos estatales que hacen funcionar este sistema que fue creado después de la revolución islámica.
¿Es posible que si gana uno u otro candidato modifique su relación con la región? ¿O no cambia demasiado?
Eso sucedió cuando comenzó la revolución. Todo lo que significó esa revolución islámica, no solamente para Irán, sino para para los pueblos de Medio Oriente, para el mundo musulmán.
Hay cierta idea en América Latina de que la Revolución Iraní tiene ciertos componentes socialistas; no realmente. En el inicio de la revolución islámica hubo un cambio social profundo porque venían décadas de estar gobernados por el shah y [con los reformistas] hubo una mejora social en el pueblo.
En la década del 90, con los reformistas al poder, se liberalizó mucho la economía. Hay que tener en cuenta que Irán está entre las 25 economías más importantes del mundo, es el sexto país más grande a nivel territorial.
¿Y en el caso de estas elecciones?
No creo que varíe demasiado de lo que se viene viendo en los últimos años con respecto al gobierno iraní. Hay algo que es una constante en todos los candidatos que se presentan, que es la consigna de luchar contra la corrupción.
Es uno de los grandes problemas que tiene la sociedad iraní y lo que la sociedad demanda. Y en realidad, hasta ahora nadie lo ha solucionado. Internamente Irán sufre una crisis económica muy grande. Por las sanciones impuestas por EE. UU., pero también porque hay un mal manejo de lo público. Y en estas elecciones no creo que haya un cambio muy radical con respecto a esos temas.
El problema es qué va a pasar internamente. Si esta persona [Ebrahim Raisi] es elegida presidente, es probable que las minorías étnicas estén más oprimidas y haya todavía más represión interna. Teniendo en cuenta que el 2019 en Irán estallaron protestas muy grandes en contra del gobierno por la carestía que hay en la vida cotidiana. Hay niveles de pobreza muy grandes, una inflación galopante, una moneda muy devaluada.
Irán tiene una necesidad muy grande de que se retome el acuerdo nuclear, no solamente por una cuestión de seguridad de si Irán está haciendo una bomba atómica o no. Hasta ahora no hay pruebas reales de que Irán esté produciendo armas atómicas. Pero lo que necesita, sobre todo el poder iraní y la burguesía iraní, es que se levanten las sanciones para ellos poder comercializar con Estados Unidos, con Europa, con otras partes del mundo.
Irán es una potencia económica y la burguesía iraní tiene una necesidad muy grande de que se abran las puertas para el comercio, las finanzas. Aunque a veces no se tiene en cuenta que en el Irán actual son muy marcadas clases: hay una clase alta, una burguesía muy grande que tiene el control de la economía y hay sectores muy empobrecidos, tanto en Teherán su capital como en otras provincias muy marginadas. Marginadas de la función económica pero también marginadas desde sus nacionalidades.
Si bien la mayoría de los iraníes son persas, hay un abanico de nacionalidades. Los más conocidos son los kurdos [antes baluchis], armenios. Bueno, hay todo un conglomerado de nacionalidades. Hay judíos que muchas veces son reprimidos por el estado-nación iraní de una manera muy cruel. El caso de los kurdos es más conocido.
¿Cómo es la participación de la sociedad iraní en las elecciones? ¿Cuánto se involucra la población en general?
En los últimos años la participación a la hora de las elecciones ha ido disminuyendo bastante. Se crean fundaciones que canalizan un poco de esta ausencia de partidos políticos donde la gente participa.
Estas fundaciones y otras corrientes tienen mucho poder, tienen mucho dinero. Pero me parece que funciona de una manera muy similar a lo que en América Latina podemos denominar la partidocracia. Los partidos tradicionales históricos son de derecha, de centro derecha, burgueses, como quieras denominar.
La juventud iraní tiene también una participación que no tiene que ver con la política clásica, sino en sus expresiones culturales de vestimenta. Si bien es un país que no tiene las características que puede tener Arabia Saudí, tiene muchísimas restricciones, sobre todo para las mujeres.
Hay muchísimas leyes que tienen que ver con la interpretación del Islam de los líderes religiosos iraníes que restringen mucho la participación y la vida cotidiana.
¿Es posible esperar algo de esta lección?
Lo que uno esperaría de la elección del presidente Irán es que sirva para distender un poco la situación en Medio Oriente. Creo que no va a suceder. No porque el futuro presidente no lo quiera, sino porque hay otros actores que hacen todo lo posible para que esa distensión en Irán y en Medio Oriente no exista.
Básicamente, Estados Unidos e Israel están todo el tiempo creando conflicto. La relación o la no relación que existe entre Irán e Israel no creo que cambie. Esa tensión va a continuar. Igual que la lucha diplomática. Va a seguir habiendo declaraciones de un lado y del otro al borde de la guerra.
También hay que ver qué sucede internamente en Irán, porque la situación es muy tensa teniendo en cuenta la crisis económica que atraviesa. La falta de libertades, la represión. Y, como ha sucedido en muchos países de Medio Oriente, hay un movimiento incipiente de protesta, que en 2019 se vio por poco.
En realidad, en cualquier momento puede estallar ¿Por qué? Porque en el caso de Irán durante muchos años existió un Estado dentro de la revolución islámica. Existió un Estado de bienestar bastante grande que se fue resquebrajado por el paso del tiempo. Y eso va mellando mucho a la gente y las necesidades son muy grandes.