Artículo escrito por Bianca Coleffi y Florencia Arana
En la actualidad hay alrededor de 1.600 millones de mujeres agricultoras en el mundo; más de una cuarta parte de la población.
El 80 % de los alimentos que consumimos en Argentina son producidos por productores familiares y en donde las mujeres cabeceras de familias desarrollan triples o hasta cuádruples jornadas laborales: el cuidado de la familia, la producción de alimentos, la gestión-organización de cooperativas/asociaciones/organizaciones, “y en este contexto de crisis, muchas tienen que hacer alguna changa para tener un manguito más”, dijo Janeth Choque Gutiérrez , productora hortícola de La Plata y Coordinadora nacional del área de Género de la Federación Rural.
La situación en las quintas es crítica en momentos de crisis económicas como la que actualmente atraviesa el país. La apertura indiscriminada de importaciones que habilitan el ingreso de productos como limones de Egipto, carne de Brasil, o yerba mate de Paraguay, provocaron, entre otras cosas, que los precios se desmoronen. Sin embargo, los bajos precios no están en las góndolas de los supermercados. A veces cuestan el triple de lo que perciben los productores.
El bajo consumo lleva a que el precio esté en rangos históricamente bajos. “El cajón de tomate llegó a valer hasta 1000/ 2000 pesos. Eso hace que no sea rentable a la hora de volver a invertir y de volver a producir.”, dijo la productora platense. “Muchas incluso, están dejando la producción hortícola”
Frente a esta situación, es que se han creado los circuitos de comercialización cortos, a través de comercializadoras solidarias, públicas, o cooperativas. El valor está puesto en la calidad del producto y los productores perciben hasta el 85% de su precio. Tal es el caso de la cooperativa Pueblo a Pueblo de la organización Federación Rural y la Cooperativa La Justa, de la Universidad Nacional de La Plata.
En ambas, los procesos de agroecología son fundamentales, porque incrementaron la demanda en el consumo, y garantizaron en las quintas la independencia del paquete tecnológico agropecuario (tasado en dólar). Además, garantiza una mejor calidad de vida tanto de quien consume como de quien produce.
La agroecología, un compromiso que nació de las mujeres
Actualmente un grupo de familias productoras de la localidad de Arana, nucleadas en Feria Manos de la Tierra, son quienes producen las verduras agroecológicas para el bolsón de La Justa. En todos los casos, los procesos de transición agroecológica están liderados por mujeres, quienes participan de los puestos de venta directos, de las asambleas que se realizan luego de las ferias, y llevan el diálogo con los equipos técnicos que acompañan los procesos de agroecología en sus quintas.
Varias familias productoras dejaron atrás la venta en culata de camión- circuito convencional- para volcarse únicamente a la venta directa, en donde la mayor parte de su producción es agroecológica. “Cuando le vendíamos al camión producíamos todo con agroquímicos, era la forma más rápida”, dijo Antonia Mallea, productora de La Justa. “Ahora con la agroecología es más sano y más barato”
La agroecología en las quintas no fue de la noche a la mañana. Fueron procesos lentos, colectivos y consultivos, en donde hubo mucho intercambio técnico con las familias productoras, y sobre todo se forjaron lazos de confianza.
En un principio eran las mujeres quienes se involucraron más en este proceso. Luego, terminó siendo toda la familia “Al principio cuesta, pero después vos estas trabajando algo que sabes que mismo tu familia va a comer”, afirma la productora hortícola de La Justa Ovi Alemán Ivarbol
“Siempre estamos pensando en producir alimentos, en reproducir semillas de distintas variedades, en pensar la diversidad en las quintas,”, dice Juana Almazán, productora de Río Colorado e Integrante y educadora popular de la Escuela Nacional de Agroecológia (ENA). No hay receta para la agroecología, pero sí hay experiencias que se comparten de familia en familia: la diversidad de cultivos es una.
Repensar el cuidado de la naturaleza y recuperar formas ancestrales resulta un desafío para las sociedades de hoy en día que- con el correr de los años y la solidificación de un sistema globalista- se ha estandarizado. “Mi papá es de Bolivia y produce agroecológico. Nosotros producíamos así. Cuando vinimos acá, ya arrancamos a curar los bichos con químicos”, dice Saida Solorzano Cardozo, productora de Manos de la Tierra.
Tranquera adentro, en los ámbitos rurales, “el machismo está muy arraigado”, dice la productora de Federación Rural Janeth Choque Gutiérrez. La agroecología es uno de los procesos que han liderado muchas mujeres en las quintas, y que han involucrado luego a sus familias. Más allá de los avances técnico-productivos en cada una de las quintas, la agroecología es una bandera de las mujeres rurales.
“Hoy con este discurso que fue instalado desde el gobierno nacional: que las mujeres no tenemos el derecho de opinar o que se desconozca la desigualdad entre géneros, hace que también muchos varones -no todos- se sientan como que tienen que ser ellos quienes manden en ciertos espacios”, dice Janeth
“Hay muchos lugares donde siempre un delegado quiere callar a una compañera y eso obviamente se da gracias a que las redes o por los medios de comunicación se distribuye esa forma de denigrar a la mujer, de no darle la opinión, de que no tenemos el derecho de opinar”, aclara la horticultora.

“Tomar el valor de una compañera que la sigue luchando en el campo”
La realidad actual es crítica: la suba de los alquileres, de los servicios como la luz, el gas, los insumos para la producción, y los costos logísticos- nafta o gasoil- no hace fácil el panorama para producir. “Hay algunas familias que están dejando la producción hortícola para volver a sus pagos; Bolivia, Salta o Jujuy. De ahí viene la mayoría”, afirma Janeth Choque.
Se suman además, las condiciones estructurales del planeta como la crisis climática que afectan gravemente las producciones. De fuertes lluvias que inundan los cultivos y tormentas que destrozan las estructuras de los invernaderos, a extensas sequías y calores agobiantes que dañan la verdura. “Todas las productoras del país que estamos en el campo sufrimos lo mismo”
El avance de la urbanización, que no está regulado, es otro de los principales problemas que afectan a las familias quinteras. La especulación inmobiliaria crece y las tierras en donde las familias producen comienzan a valer más para el desarrollo de nuevos barrios. “Incluso a veces se les paga a las familias a cambio de que se vayan”, afirma Janeth de Federación Rural.
La desesperación económica en las familias productoras lleva a vender la verdura barata, llevándose el mejor precio para los intermediarios que luego comercializarán los alimentos a precios altos.
Dentro de las quintas “son las mujeres las más perjudicadas a la hora de una crisis económica familiar”, afirma Janet. “ Porque son ellas quienes se ajustan. Y eso obviamente afecta también a las niñeces”, afirma. Ante la suba de los alimentos también se generan problemas dentro de la familia. Porque al no alcanzar la plata, hay más violencia”. agrega.