Frente de Todos, cuando el poder se padece

El renunciamiento (con aroma a claudicación) de Alberto Fernández a presentarse nuevamente como candidato acomodó casilleros y pretensiones dentro de un Frente de Todos, que debe gobernar en medio de una de las peores crisis económicas.

La meta inflacionaria de Sergio Massa a finales del año pasado era del 3% para abril del 2023. Abril llegó y no solo amenaza con llevar el número de la inflación a los dos dígitos, sino que también le agregó una salvaje corrida cambiaria que llevo el dólar paralelo de 387 a 495 pesos en menos de dos semanas.

Los analistas económicos comenzaron a hablar del “comportamiento de los mercados” como si se tratase de algún animal salvaje o un leviatán indomable. Los productores de soja no liquidan, lo que deja al gobierno sin dólares para contrarrestar la corrida. Grandes rubros de la producción como la construcción, el mercado tecnológico o el montaje industrial congelaron sus operaciones a la espera de una remarcación brutal de precios.

Los grandes grupos económicos esperan saber hasta dónde ha llegado esta nueva avanzada del capital, que lejos de ser un problema de tablas y formulas, no es más que una demostración de fuerza, capacidad extorsiva al conjunto de la sociedad, traslado forzoso de ingresos y un linchamiento al poder adquisitivo del salario.

En la coalición gobernante primó el silencio hasta el día martes, cuando mediante redes sociales se pronunciaron el ministro de Economía y el presidente, Alberto Fernández. “Asistimos a una práctica permanente de la derecha argentina. Primero instalan rumores a la mañana, luego operan durante todo el día y cuando termina la tarde, retiran su rentabilidad del mercado cambiario y lastiman el ahorro de las argentinas y argentinos”, publicó el presidente.

Por su parte, el ministro Massa aseguró “usar todas las herramientas del Estado para ordenar esta situación” y en ese sentido rediscutir puntos con el FMI del cual se espera un cuantioso desembolso para insertar dólares en el mercado y bajar la escalada alcista. A las pocas horas anunció acuerdos con el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, sumando 275 millones de dólares de inversión entre ambos organismos.

El problema, en definitiva, se llama FMI.

El ministro intentará rasquetear a más no poder el fondo de la olla de los organismos de financiamiento internacional cercanos o donde puede ejercer alguna influencia, pero sabe que tarde o temprano el increíble pozo de dólares que deja la sequía y la especulación sojera solo puede cubrirse con el desembolso del FMI.

Para eso apelara a su relación con Gita Gopinath, la número 2 del organismo internacional, quien quizá pueda garantizar que antes del fin de semana el dólar deje de subir a cambio de que Argentina apreté aún más su cinturón.

El problema, en definitiva, se llama FMI. El momento de legitimidad para romper con el mismo ya pasó, fue diciembre del 2019. Ahora el gobierno se encuentra encerrado en una espiral interminable de endeudamiento en pos de garantizar dólares baratos que solo compran unos pocos que se benefician a costa de un ajuste futuro que pagan unos muchos.

Solo puede romper esta espiral, una intervención tajante del gobierno en las principales fuentes de entrada de la divisa norteamericana (extracción de minerales, agroexportación, hidrocarburos, control del mercado exterior) y un shock redistributivo que recupere el poder adquisitivo del salario. En este punto es donde comienza la interna del Frente de Todos. Ser o no ser el gobierno de los últimos de la fila.

Albertismo sin Alberto

Casi inmediatamente después de que se cuelgue en las redes del presidente el video que declaraba entre líneas su renuncia a una nueva candidatura, el ex candidato a presidente y competidor (derrotado) contra Mauricio Macri, hablamos de Daniel Scioli, reafirmó su candidatura presidencial. Días antes de que sea un hecho la renuncia, ya había trascendido que el presidente haría un paso al costado en pos de colar en la escena al actual jefe de Gabinete, el santafesino Agustín Rossi.

Por su parte, durante el fin de semana la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, cerró un número acto que contó con la presencia del canciller Santiago Cafiero, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, y el ya mencionado “Chivo” Rossi. Con la consigna #ElCaminoALaVictoria, la actual ministra se sube a la contienda por la provincia de Buenos Aires, donde deberá competir contra el gobernador, Axel Kicillof, una de las principales figuras del FdT, quien conserva una considerable imagen positiva e irá casi seguro por su reelección más allá de los rumores que lo posicionan como un presidenciable.

Queda claro que, al margen de que el presidente siempre haya declarado no haberlo querido construir, existe un albertismo. Entendamos a este como una expresión de peronismo centrista, moderado, que intenta ser expresión de “los gobernadores” pero a su vez fuertemente conducido por el Partido Justicialista porteño, y que deberá demostrar existir más allá de ser gobierno en un futuro no muy lejano.

al margen de que el presidente siempre haya declarado no haberlo querido construir, existe un albertismo

Uno de sus principales pilares identitarios es la critica a La Campora, a la cual le indilgan la falta de democracia en la coalición, el manejo monopólico de la lapicera y un ideologicismo inconducente en temas centrales como lo fue Vicentín o el acuerdo con el FMI, por poner algunos ejemplos. “No hay que aceptar mansamente la soberbia de La Campora, ni que nos quieran vender una vanguardia iluminada, ya que no son vanguardia ni son iluminados”, vociferó Aníbal Fernández en pleno acto.

Lo que queda claro es que este sector del peronismo ya mostró gran parte de sus cartas e insistirá con la apertura de unas PASO para las elecciones. Mientras tanto, el presidente prometió en su mediometraje de renuncia poner todos sus esfuerzos en la estabilización de la economía, no obstante lo primero que hizo el lunes fue dar una larga entrevista radial donde navegó por los mismos lugares comunes de siempre: el manejo de la pandemia, la guerra, la sequía, el crecimiento económico, etc.

Cuantos adeptos podrán encontrar entre intendencias y gobernaciones, el apoyo abierto de otras fuerzas políticas y sociales del FdT, y aguantar de acá a junio, serán algunos de los desafíos de este espacio que espera ahora la respuesta de las otras dos fuerzas que componen el frente.

Operativo Clamor (de un candidato)

Una de las principales limitaciones del kirchnerismo es que después de 20 años sigue dependiendo de lo que diga Cristina, esa misma que anunció ceder un bastón de mariscal que a muchos parece quemarles demasiado. Esta limitación lo lleva a caer siempre en la misma fórmula que repite desde el 2015: la necesidad de segundear un candidato de centro en pos de no piantar votos.

La bajada de Alberto acelera los tiempos y pone la pelota en la cancha de las demás fuerzas de la coalición, hasta el día de la fecha, no tienen candidatos definidos. Hoy gran parte del electorado kirchnerista ya dice que “la tercera es la vencida”, y lejos de soportar un nuevo candidato moderado (como bien lo puede ser Massa) apuestan a que sea Cristina nuevamente quien asuma la nostálgica responsabilidad. Otros de los posibles candidatos por el espacio es el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, a quien varios ven más respaldando una formula con el ex intendente de Tigre que como un candidato presidenciable.

Ahora bien, la galopante inflación y la incontrolable corrida cambiaria, debilitan la posibilidad de Massa y levantan nuevamente la figura de Cristina quien este jueves cerrara un acto en La Plata donde se espera con expectativa lo que seguro no pase: que declare si será o no candidata. Es posible, que fiel a su estilo, CFK apueste a reforzar su núcleo duro de votantes, se ponga en el centro de la escena, levante su perfil, y con todos esos elementos sobre la mesa, ahí sí, negocie lo que deba negociar.

El kirchnerismo es hoy presa del trauma posibilista, herida que desde el 2015 continúa sangrando y que solo será sanada con una candidatura de su principal conductora o con un quijotesco personaje que decida tomar el bastón.

Juan 23

La posibilidad de una única candidatura de carácter moderado en el FdT genera incomodidad en gran parte de los votantes y militantes del FdT, que espera alguna figura que refresque el espacio. Y ahí donde el joven dirigente social y político, Juan Grabois, aparece en escena con amplias posibilidades de sumar todos los votos de aquellos que desilusionados con el oficialismo, apostarían a una figura distinta de la presentada en 2015 y 2019.

Mientras continúa la gira de presentación de su libro, Los Peores, Grabois desarrolla una campaña nacional donde va juntando adeptos y votantes entre profesionales, funcionarios públicos, organizaciones sociales, intendentes, gremios locales, etc. Sus recientes apariciones mediáticas lo hacen cada vez más visible ante electora del FdT. 

La pre candidatura de Juan Grabois pasó de ser motivo de burla a una propuesta y cara visible y con representación. El descontento generalizado con la situación económica, la crisis del sistema político y la ausencia de propuestas para cambiar la situación por parte de los candidatos que pululan, posicionan a Grabois con la potencialidad de lo nuevo.

Hoy el FdT no es más que una delimitación con una derecha que cada día desnuda crecidamente su discurso y métodos sin importarle nada demasiado. Dentro de estos paréntesis conviden una serie de planteo muy disimiles sobre qué balance hacer de la realidad y con qué medidas seguir adelante en pos de, como mínimo, no perder catastróficamente las elecciones.