América Latina se encuentra en un momento turbulento: entre la emergencia de derechas fascistas, empoderamiento del establishment neoliberal y un tímido y trabajoso avance de proyectos populares y/o progresistas.
Sin dudas, allí aparecen el triunfo de Lula en Brasil, la resistencia de Cuba y Venezuela, la posibilidad de un avance del Frente Amplio en Uruguay, y la tensión entre proyectos en disputa, sin que nadie logre torcer definitivamente la balanza. En este escenario, en Argentina se está jugando una batalla importante para un proyecto de integración regional, en donde el imperialismo y el poder económico concentrado busca dificultar cualquier política de integración que logre mayor autonomía regional.
Ahora bien, la coalición que supimos construir, Unión por la Patria, tiene como principal candidato a Sergio Massa, apoyado tanto por Cristina Fernández y el kirchnerismo progresista, el sindicalismo de la CGT y parte del sindicalismo de la Economía Popular, pasando por los gobernadores e intendentes del aparato del Partido Justicialista más duro, hasta el capital productivo nacional transnacionalizado concentrado en el Círculo Rojo.
El desafío parece ser ampliar el márgen de diferencia en las PASO, para poder triunfar en octubre, aunque los analistas más especializados no creen que ningún candidato pueda imponerse en primera vuelta, con el alto grado de descontento popular.
La crisis sanitaria, la guerra, el escenario de disputa regional, la deriva contradictoria y errática del gobierno y la consecuente reconfiguración de fuerzas al interior de bloque de Unión por la Patria, terminaron por expresarse en la síntesis de la fórmula Massa-Rossi: orden, esquema de buen vecino con EEUU, garantía de ganancia para el capital productivo, junto con concesiones a los sectores populares, beneficios impositivos al trabajo formal, impuestos menores a las grandes fortunas.
En el plano macroeconómico, los análisis auguran un escenario favorable para la Argentina en un futuro cercano y la consolidación de un sendero de crecimiento, que ya inició con cuantiosos giros atrasados a varias carteras que se han reactivado en una orientación clara de redistribuir, en el complejo y difícil escenario social.
Así colocada, la fórmula aglutina un gran respaldo de los sectores de poder, nacionales y extranjeros y un apoyo de las estructuras del kirchnerismo como del campo nacional y popular. Sin embargo también se evidencia poca interpelación hacia cierta base histórica del kirchnerismo con un perfil más clase media, progresista, asentada en una memoria reciente del proceso político conducido por la ex-presidenta Cristina y su constante interpelación a elementos nacionales populares vinculados a la soberanía y la independencia en la construcción de un proyecto de país nacional y popular.
Para el bloque kirchnerista, amén de sus convicciones, es fundamental la voz de su líder y la explicitación del apoyo a la táctica planteada, encabezada por Massa. El reciente escenario en la inauguración del gasoducto Néstor Kichner es la foto de la campaña oficialista: un candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, figura del oficialismo con mejor imágen y que puede aportar más caudal de votos a la elección nacional en el mismo escenario. A su lado, Massa.
Y para cerrar el cuadro, las palabras de Cristina, quien sintetizó la estrategia: apoyar fuertemente la figura del actual ministro de Economía, elogiando su gestión en los momentos más difíciles del país y seguir despegándose del actual gobierno, poniendo a Alberto como “lo otro” dentro de Unión por la Patria.
Coherentemente, desde el cierre de listas a esta parte se observan gestos claros en búsqueda de contener al progresismo: la reciente negociación liderada por Massa para pagar al FMI con base en Yuanes chinos en una hecho histórico y sin precedentes para los pagos al fondo o la discursividad en torno a ejes de soberanía, con el Gasoducto Nestor Kirchner, en contra de los mandatos del organismo multilateral, acercan a Massa a esa base social que aún miran con desconfianza la táctica. Habrá que ver cómo se trabaja esto en las próximas semanas desde el oficialismo.
Un elemento completamente ausente en las listas oficialistas es el protagonismo de las mujeres. Los principales puestos -fórmula presidencial, primer diputado, primer senador- son varones. La lucha feminista de los últimos años nos ha mostrado que el voto femenino es un voto mucho más consolidado a favor de Unión por la Patria, siendo los principales votantes de Milei y Bullrich, varones; pero esta ausencia de mujeres y disidencias sí evidencia un retroceso en las agendas y los debates planteados por el feminismo en los últimos años y la búsqueda por terminar con una política testimonial: es decir, cabe una reflexión sobre cómo ha podido capitalizar el potente movimiento de mujeres la disputa en términos de acceso a espacios institucionales de peso o lugares en las listas del campo nacional, popular y de izquierda en estas elecciones. Aquí, la izquierda con Myriam Bregman a la cabeza, intenta capitalizar este vacío en el oficialismo.
Falta un mes para las PASO, las cartas ya están tiradas y empiezan abiertamente las campañas con spots televisivos, radiales y lluvia de publicidad en redes sociales. El oficialismo y el campo nacional y popular tiene por delante la tarea fundamental para tener chances de mantener el gobierno, de que Sergio Massa gane ampliamente las Primarias.
Desde la provincia, Axel Kicillof sabe que tienen la responsabilidad de convertirse en la locomotora de esta elección y ganar contundentemente Buenos Aires. Los análisis optimistas apuntan a poder quedar por arriba de siete puntos de diferencia entre Massa y el segundo candidato más votado. Si se da ese escenario, es posible trabajar para construir una victoria en Octubre, incluso en primera vuelta se animan a decir quienes surfean en lo más alto la ola del optimismo.
En el campo de la derecha, los datos que empiezan a aparecer, evidencian un panorama sombrío: la candidata de ultra-derecha Patricia Bullrich parece aventajar en la interna de JxC al candidato de derecha Larreta. Ante la falta de perspectiva que atraviesa Unión por la Patria, el avance de Bullrich se avizora como un escenario más favorable y alimenta la llama de esperanza para las aspiraciones de mantener el gobierno en un eventual ballotage, apostando a la traslación de votos de Larreta a Massa, incluyendo sectores del empresariado y el capital.
Más allá del resultado electoral, lo que estas elecciones evidencian es un claro giro a la derecha y la apertura de una nueva etapa política del país producto de una reconfiguración del campo nacional y popular que está en curso. En un escenario geopolítico inestable, con extrema incertidumbre sobre los acontecimientos futuros, con una crisis estructural (ambiental, social, política, económica) del sistema capitalista y una importante escalada bélica como reflejo de la disputa inter-hegemónica, es necesario repensar las estrategias y trabajar para reconstruir una fuerza plural, democrática y de mayorías en función de construir un proyecto de país soberano, con el protagonismo de nuestro pueblo para vivir dignamente y cuidando a nuestros bienes comunes.