¿Intento de golpe o maniobra distractora? Las tensiones en Rusia tras la insubordinación del grupo Wagner

Los rumores acerca de un intento de golpe de Estado en Rusia generan especulaciones acerca de la fortaleza de Putin y expectativas entre los más entusiastas promotores de la guerra en Ucrania.

El último fin de semana las noticias que llegaron desde Rusia hablaban de un motín para la toma de Moscú y la destitución de Putin. El hecho se desencadenó tras varias semanas de tensión entre el líder del grupo PMC Wagner, Yevgueni Prigozhin, y los líderes rusos Valeri Guerásimov, Jefe de Estado Mayor, y Serguéi Shoigú, Ministro de Defensa de la Federación Rusa.

Luego de un llamado a la insubordinación de Prigozhin a los miembros de Wagner, la respuesta en cadena de las autoridades rusas fue inmediata para frenar la posible avanzada. 

“El comité de comando del grupo Wagner decidió que hay que poner freno a quienes tienen responsabilidad militar en el país”, dijo el líder de Wagner, en un mensaje de audio por telegram, refiriéndose a Shoigú y a Guerásimov. 

El Ministerio de Defensa ruso descalificó el mensaje y lo llamó de “provocación informativa” y “falsos”. Sin embargo, el Comité Nacional Antiterrorista (CNA) anunció el mismo viernes que iniciaría una causa penal por “Rebelión Armada” con el objetivo de iniciar un conflicto civil armado en Rusia, al tiempo que exigieron “detener de inmediato las acciones ilegales”. 

Tanto los oficiales de la Guardia Rusa y los policías fueron puestos en alerta y en varias regiones del país donde se comenzaron a tomar medidas de seguridad, principalmente cerca de la sede del Distrito Militar del Sur en Rostov-on-Don y en las principales instalaciones de Moscú. 

Por su parte, el Comandante de las Fuerzas Armadas, Serguéi Surovikin, habló a los combatientes y comandantes de Wagner y les pidió que “detengan las columnas y que las devuelvan a sus puntos de despliegue permanente antes de que sea demasiado tarde, es necesario obedecer la voluntad y la orden del presidente elegido por el pueblo”.

Tras las declaraciones comenzaron a desplegarse las medidas de seguridad. Se cancelaron eventos masivos y públicos, se modificaron los patrones de tráfico, aumentaron las medidas de seguridad y se introdujo régimen de operaciones antiterroristas en Lipetsk, Rostov-on-Don, Voronezh, Moscú, Tver, Kaliningrado y demás ciudades que se fueron sumando a medida que los acontecimientos se desarrollaban. 

A su vez, las fuerzas de seguridad rusas rodearon el edificio del Centro PMC Wagner en San Petersburgo al tiempo que el Ministerio de Defensa se dirigió a los ‘empleados’ de Wagner y les pidió que “muestren prudencia y se comuniquen de inmediato con los representantes del departamento”, confirmándoles que tendrían seguridad garantizada.

Luego de horas de tensión, llamados y evaluación de situación, el presidente ruso, Vladimir Putin emitió un discurso donde calificó de “puñalada por la espalda” el motín y recordó que Rusia se encuentra librando una “dura lucha por su futuro, repeliendo la agresión de los neonazis y sus patrocinadores”, en donde “toda la maquinaria militar, económica e informativa de Occidente está dirigida contra nosotros”.

El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, fue quien logró mediar para apaciguar las tensiones y evitar una escalada con graves consecuencias. Prigozhin aceptó detener el avance de sus tropas en el territorio ruso para bajar las tensiones mientras que desde Rusia se ofrecían garantías de seguridad para sus empleados.

El portavoz del Kremlin Dmitry Peskov, anunció que se acordó con las PMC Wagner que sus empleados volverán a sus campamentos, y quienes no participaron de esta “marcha” podrán firmar posteriormente contratos con el Ministerio de Defensa ruso si así lo desean.

Peskov también anunció como parte del acuerdo, que Prigozhin se irá a Bielorrusia y que la causa penal contra él quedará archivada. El portavoz aseguró no conocer el paradero del líder de Wagner y confirmó que los miembros del grupo tampoco serán procesados “teniendo en cuenta sus méritos en los frentes del conflicto ucraniano”.

Tras el motín, una de las figuras que salió a hacer declaraciones fue el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, quien manifestó que “La debilidad de Rusia es evidente. Debilidad a gran escala. Y cuanto más tiempo mantenga Rusia sus tropas y mercenarios en nuestra tierra, más caos, dolor y problemas tendrá para sí misma después. También es obvio. Ucrania es capaz de proteger a Europa de la expansión del mal y el caos rusos”.

Con la desarticulación del grupo Wagner y el control del territorio por parte del ejército ruso, el peligro de un golpe de estado parece reducirse, aunque no así las especulaciones acerca de la fortaleza del gobierno de Putin. 

Si bien algunos analistas apuntan que hubo un quiebre en la cadena de mando que posibilitó la insubordinación y, con ello, cierta debilidad aparente de parte del gobierno ruso, otros indican que no debe descartarse que el hecho sea en sí una maniobra de distracción en plena contraofensiva ucraniana.

Para los segundos, estos movimientos tendrían el potencial de generar confianza en Kiev, aumentando las chances de que ello interfiera en los planes de contraofensiva al tiempo que Moscú despliega su estrategia. 

Lo que se sabe hasta el momento es que se trató de un motín de un grupo de mercenarios contratados por el gobierno ruso que logró ser reducido debido a la articulación de las autoridades rusas y de la mediación del presidente Lukashenko.