Perú: un país movilizado espera la confirmación de su nuevo presidente

A poco del recuento final, Pedro Castillo aventaja a Keiko Fujimori. En Lima y distintos puntos del país los seguidores de Castillo salieron a la calle para realizar una vigilancia activa de los resultados. Keiko apuesta a los votos del exterior. 

Perú espera presidente

Parece que Latinoamérica tiene la capacidad permanente de desvelarnos. Por estas horas, los ojos del mundo están puestos en Perú: sumada a la larga espera de los resultados, se acumulan las preguntas alrededor del fenómeno Castillo, que está cerca de convertirse en el próximo presidente del país. 

Siendo la noche del lunes, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) lleva computadas el 96% de las actas y otorga una ventaja de 98 mil votos a Pedro Castillo por sobre su oponente, Keiko Fujimori. El escrutinio se estancó en un 95% a primera hora del día y desde entonces avanza a cuentagotas. Aún faltan votos anhelados por ambos candidatos: parte del Perú rural que apoya a Castillo, y el electorado del exterior que es favorable a Fujimori.

Los números son parciales pero elocuentes. Con cada nuevo reporte, la ventaja de Pedro Castillo se amplía y obliga a su rival a obtener una cantidad insólita de votos en el exterior para revertir la tendencia. Para que Keiko gane, además, debería darse otro aluvión de votos en las actas que fueron observadas y enviadas al Jurado Nacional Electoral (JNE). No parece probable. 

Será por eso que la noche del 7 de junio Keiko salió a jugar la última carta que le queda: el fraude. Con gesto áspero, denunció en conferencia de prensa una “estrategia de Perú Libre de distorsionar o dilatar los resultados” en relación a la impugnación de actas. La acusación es más un deseo que una realidad, considerando que ya hay unas 80 mil actas procesadas y solo 461 contienen votos impugnados. Además, no hay forma de atribuir esas impugnaciones a un solo partido.

Los peruanos y peruanas esperan la confirmación desde las calles. Cuando se difundieron los primeros resultados Castillo estaba aún en Tacabamba, al norte del país, donde se trasladó a emitir su voto. Esa misma noche convocó a sus seguidores a hacer una vigilancia activa y pacífica, a lo que la gente respondió con movilizaciones en distintas ciudades. Es que —tal como se anticipaba— los primeros números condensaron el voto limeño y pusieron por encima a Keiko Fujimori. Quedarse en casa no era una opción.  

Desde entonces, la Casa del Maestro —un viejo caserón que ocupa una esquina céntrica del Cercado de Lima— es un despliegue de banderas rojiblancas, lápices gigantes y personas que van y vienen a lo largo del día. Allí también se instaló Castillo el lunes por la mañana, ofreciendo ocasionales saludos desde el balcón y hasta un escenario improvisado para artistas populares como Martina Portocarrero. Afuera, el público se mantiene. 

La prensa se aprieta en el portón a la espera de alguna declaración oficial, pero desde Perú Libre retrasaron los anuncios hasta que avance el recuento. Algunos periodistas tratan de pasar bajo el radar para evitar que los señalen al grito de “prensa mermelera”, que refiere a los medios condescendientes con el poder. Y es que en esta segunda vuelta, la prensa desplegó una fuerte campaña de miedo y actuó con una parcialidad evidente, algo que genera rechazo en la base social de Castillo.

“Nosotros queremos que Pedro Castillo llegue a la presidencia. Él es una persona del pueblo” dice Lucia García Quispe, una de las tantas mujeres que espera los resultados sobre Avenida Colón. La expectativa es mucha por parte de un sector que ha sido históricamente excluido de la vida política peruana y que hoy se observa en el espejo de Castillo, profesor y rondero del Perú profundo.  

El escenario electoral y sus protagonistas sintetizan algunas de las contradicciones históricas de esta tierra, que convive con tensiones étnicas, regionales y de clase social. Las propuestas de Keiko Fujimori y Pedro Castillo plantean dos caminos antagónicos para el Perú, entre el continuismo neoliberal y una transformación de las bases políticas del país. Ambos candidatos incluyeron en su repertorio de campaña la palabra “cambio”, que expresa cierto cansancio generalizado hacia la clase política peruana. 

Los mercados locales ya ofrecieron su opinión tácita de las elecciones. El lunes la bolsa de Lima sufrió una caída del 7,7%, su mayor retroceso desde marzo de 2020, y el dólar subió 2,47% llegando a un máximo histórico de 3,93 soles. El terrorismo financiero no tiene voto en las urnas pero expresa fuerte y claro a quién quiere en el gobierno. Esta devaluación inducida no es un mecanismo novedoso. 

El miércoles se esperan mayores avances en el recuento. De confirmarse el triunfo de Castillo, valdrá la pena analizar las razones detrás de una victoria que nadie anticipaba y hoy marca el pulso de la región. Por ahora, los esfuerzos están orientados a garantizar que se respeten los resultados y la mirada atenta del mundo puede ser clave en ese proceso.