El cambio de mando en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, ahora bajo la conducción de Gerardo Werthein, marca el inicio de lo que podría considerarse una “purga ideológica” en el Palacio San Martín.
Werthein, quien juró como nuevo canciller ante el presidente Javier Milei, no tardó en pedir la renuncia de todo el gabinete diplomático que acompañaba a su predecesora, Diana Mondino.
La orden llega como parte de una reestructuración que, bajo el lema de “defensa de la libertad”, busca depurar a los funcionarios de carrera y alinearlos con la “batalla cultural” promovida por el gobierno libertario.
El pedido de renuncias masivas es la primera señal de la profundidad de los cambios que se avecinan. Según fuentes cercanas a la Presidencia, la tarea principal de Werthein será limpiar la Cancillería de cualquier rastro de influencia que no coincida con la línea de La Libertad Avanza.
La decisión se produce tras un episodio que marcó un antes y un después en la política exterior de la administración: el voto argentino contra el bloqueo estadounidense a Cuba en la ONU.
Esta votación, una tradición histórica de la diplomacia argentina, fue catalogada como “imperdonable” por Milei, quien dejó claro que ese “error” le costó el cargo a Mondino.
Werthein, de 68 años, quien hasta hace poco se desempeñaba como embajador en Estados Unidos, recibió la instrucción de iniciar la depuración en la Cancillería. En su primer día en el cargo, comenzó a implementar lo que la Casa Rosada ha denominado una “evaluación de perfiles”, revisando el alineamiento ideológico de embajadores, cónsules y otros diplomáticos de alto rango.
La meta no es solo reducir el personal, sino también asegurarse de que aquellos que permanezcan se adhieran a la visión de La Libertad Avanza.
El llamado “triángulo de hierro”, que integran Milei y sus asesores más cercanos, liderado por Santiago Caputo, ha dejado claro que uno de sus principales objetivos es identificar a quienes tuvieron participación en la votación en la ONU sobre el embargo a Cuba.
Según declaraciones del propio Milei, el “error imperdonable” de la votación fue suficiente para provocar un cambio inmediato de rumbo en la política exterior del país, reflejado en la salida de Mondino en cuestión de “treinta minutos”.
La obsesión por rastrear el origen de esa decisión incluye un proceso de investigación de las comunicaciones internas, para detectar a quienes podrían estar alineados con valores ajenos a los de la nueva gestión.
La purga en Cancillería es el primer paso de una reorganización más amplia que busca “ajustar sueldos y viáticos” y reducir el plantel a la mitad, en línea con una política de austeridad y alineamiento ideológico.