Tehuel y las vidas trans desaparecidas

Tehuel de la Torre sigue desaparecido. Ya no solo entre sus seres queridos, sino en los medios de comunicación. ¿De qué hablamos cuando decimos que las vidas trans importan, y que para algunos importan menos?

Tehuel trans
Foto: Crónica

Tehuel de la Torre, varón trans de 21 años, está desaparecido hace más de cuatro meses. El 16 de marzo salió por una entrevista de laburo hacia Alejandro Korn, más específicamente hacia Nueva Esperanza, un barrio de esa localidad en San Vicente. El mismo partido donde vivían Tehuel y Luciana, su pareja. Desde ese momento ni su familia, ni amigxs, supieron más nada de él.

Desde el comienzo, la causa estuvo atravesada por los conflictos más frecuentes cuando se realiza una denuncia en una comisaría: el intento de desestimar el pedido en base a prejuicios, algo que se agrava cuando la identidad que ha sido violentada es transexual o travesti. Hay discriminación, mala predisposición y lo más complejo: hay desconocimiento. ¿Qué es ser trans? ¿Cómo es una corporalidad trans? ¿Cómo y qué se busca si se desconoce sobre lo que se busca? 

El día de su desaparición, Tehuel se encontró con Luis Alberto Ramos, el hombre que iba a darle trabajo, y Alfredo Montes. Ambos actualmente detenidos. Ramos tiene denuncias de violencia, y una condena cumplida por homicidio. Además, se encontraron su celular y campera luego del primer rastrillaje.

Días después del hecho, San Vicente se llena de papeles con la cara de Tehuel, ofreciendo una recompensa garantizada por el Ministerio de Seguridad. La información es difusa y los datos que se obtienen escasos. Los detenidos se niegan a declarar, lo que complejiza más la situación. Se hacen dos rastrillajes más en el campo y la laguna y un último en el Eco Punto de San Vicente. Se allana la casa de un vecino de Ramos, en la que este corrió a refugiarse luego del 11 de marzo, y por ahora el más reciente de todos es el último allanamiento en distintos lugares del barrio.

Tehuel trans
Tehuel de la Torre

Vidas trans. La falta de perspectiva

¿Qué pasa cuando vamos a denunciar a una comisaría una violencia cometida hacia nuestro colectivo, y esa comisaría no sabe cómo actuar? ¿Qué pasa si la respuesta a eso es menospreciar el caso y no actuar con inmediatez? Las problemáticas son estructurales, y las aristas varias. Si hilamos fino, podríamos preguntarnos si esa policía que no tomó la identidad de Tehuel como un eje importante en el caso, siquiera sabía cómo era y que implicaba ser un varón trans en San Vicente, o que implicaba ser un varón trans en el conurbano bonaerense.

¿Sabían que en San Vicente hay 1 persona trans cada 1.000/1.500 habitantes? ¿Pudo ir a las denuncias previas de violencia en la comisaría y revisar si otras víctimas como Tehuel? ¿O si la población LGBTIQ+ de San Vicente había sufrido más violencia en el último tramo de tiempo? 

Al momento de realizar una búsqueda por una persona desaparecida se hace un contacto con entidades públicas y privadas, como hospitales o morgues, para acceder al registro de personas que hayan estado allí recientemente. Esta acción de la investigación se torna un problema, ya que los registros que construyen esas instituciones están elaborados con una norma binaria, femenino/masculino. Todo proceso de identificación está orientado a describir un varón o una mujer, perjudicando las posibilidades de dar con un resultado que podría ser clave en situaciones como estas, agravado por el hecho de que esos mismos registros en clave binaria ya de por sí suelen estar incompletos.

Alba Rueda, Subsecretaria de Políticas de Diversidad del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, afirma que “el travesticidio y transfemicidio son la expresión máxima de un conjunto de violencias estructurales que sufrimos”. Tehuel vivía de changas, en una argentina que hasta hace un mes no estaba sancionada la Ley de cupo laboral trans, en un país donde las oportunidades de trabajo se reducen a la supervivencia diaria y a la imposibilidad de proyección para un colectivo entero. Un colectivo que muchas veces tampoco tiene acceso a una educación formal, ni a la salud, en el que incluso a muchxs se les expulsa desde muy temprano de sus hogares. 

La ley de identidad de género sancionada en 2012 marcó un antes y un después, tanto en la agenda política, como a nosotrxs como sujetxs pertenecientes a un Estado, con derechos y obligaciones propias de ser ciudadanxs de la Argentina. La relevancia que toma el caso de Tehuel no sería tal si no hubiese existido un movimiento que lucha por poner sobre la mesa a las identidades trans, un proceso de plantar semillas por encima de las leyes que sancionaban nuestra existencia, para construir una nostredad más fuerte que el odio estructural al que tratan de someternos.

Como alguna vez lo supo decir muy bien Lohana Berkins, nosotrxs la población travesti-trans somos “identidades cloacalizadas”. Somos eso que no se quiere ver, porque cuando se nota nuestra existencia es cuando el Estado debe empezar a hacerse cargo.

Con el caso de Tehuel se ven mucho más claras todas esas faltas estructurales que aún siguen presentes y que sigue siendo necesario transformar.