Haití: la lucha de un proyecto de país entre las garras de la “comunidad internacional”

Haití vuelve a ser noticia por protestas y una crisis que se agrava en la isla. Pero, ¿Cuál es el rol que ocupan EEUU y occidente? El pueblo rechaza una intervención extranjera.

EEUU y otros países buscan una intervención militar en la isla y las protestas se agravan en Haití.

Desde hace casi un mes el pueblo Haitiano está luchando en contra de un proyecto impulsado por la BINUH, el CoreGroup y la oligarquía haitiana en complicidad con el primer ministro Ariel Henry, figura actual del régimen de extrema derecha (PHTK).

El pueblo reclama el fin de este régimen a través de una transición de un gobierno bicameral consensuada por todos los sectores populares con fines de realizar las elecciones democráticas, contrariamente a lo que quiere orquestar la llamada comunidad internacional: elecciones rápidas en un país donde un tercio de su territorio está controlando por bandas armadas que están sembrando terror, lo que facilitaría la continuación de la política de privatización de las instituciones públicas y el control de los recursos estratégicos por extranjeros.

El campo de batalla del pueblo es la calle: frente al silencio del gobierno y su incapacidad de llegar a un acuerdo político, los sectores populares lanzan una operación denominada “bwa kale” (desobediencia civil), en donde se cortan los puntos estratégicos dónde circula las autoridades y las grandes empresas, así como responden también con violencia frente las violencias políticas y brutalidad policial.

Sin embargo, la lucha no es solo desde la calle, sino que también es simbólica y narrativa. Las manifestaciones en la capital siempre empiezan frente a la embajada de Francia o el estatuto de Dessalines, con una ceremonia mística (solicitando fuerza a las orillas del panteón del vudú haitiano). Trás la ceremonia, se toma la calle Capois la mort, nombre en honor de un héroe de la batalla por nuestra independencia, doblan en la ruta Jean Jacques Dessalines, el libertador y pionero de la táctica militar “tierra quemada” y la famosa orden “cortar cabeza, quemar las casas de los colonialistas”. Posteriormente, siguen por la calle Martín Luther King, un independentista muy conocido en Haití, hasta llegar bajo el puente de la resistencia de Delmas, un lugar simbólico por ser el puente construido por el régimen PHTK con el dinero del petrocaribe de venezuela y que fue objeto de sobrefacturación en el marco del escándalo de malversaciones del fondo Petrocaribe.

Es también el punto de encuentro con los “Bwa Kale” (Desobedientes Civiles) de Cité Soleil para ir a la embajada de Canadá o de Estados Unidos. En las últimas manifestaciones se pudo observar muchísimas banderas negras y rojas (bandera de la Independencia de Haití) y banderas rusas y chinas, como una forma de marcar que el principal enemigo son los Estados Unidos y occidente.

Muchos consideran que estas manifestaciones no solo son para impedir una posible ocupación ya que “el país ya está bajo una ocupación mental, discursiva, cultural”, sino para seguir luchando y debilitando el poder que los símbolos, instituciones, herramientas y visiones/criterios occidentales, los que se impusieron producto de las colonizaciones.

En las pancartas y testimonios de la gente no se lee “securitización” sino “invasión”, no dicen “humanitarismo” sino “parasitismo”, no dicen “tropas armadas de la ONU” sino “Bandas Armadas de la ONU“, etc.

Por eso, todos los sectores, a pesar de las divergencias que existen, entienden que la solución haitiana a las crisis actual tiene que ser radical e implica la dimisión de Ariel Henry para acabar con éste régimen, así como también hay un consenso claro por la no intervención o injerencia de países extranjeros en los asuntos haitianos. En cambio, hay un acuerdo general por construir una solución política por los haitianos y para los intereses del pueblo haitiano.

Pese a las diferencias, existe un gran consenso para pedir la renuncia del presidente Ariel Henry.

Otros puntos claves en la lucha popular haitiana

En las movilizaciones hechas en el marco del 17 de octubre, día del asasinato del libertador de Haití, Jean Jacques Dessalines, los sectores populares y progresistas realizaron actos dignos de una “diplomacia popular” llamando a la solidaridad a los países “amigos históricos” del país a título de ejemplo a Rusia, quién también tiene derecho de veto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y que puede bloquear el proyecto de ocupación impulsado por Core Group (Embajadas de Alemania, Brasil, Canadá, España, EEUU., Francia, UE, OEA).

Para entender la llamada de solidaridad a Rusia con el título de “amigo histórico” de Haití, hay que remontarse en el tiempo cuando el rey de francia, Charles X en la fecha del 17 de abril de 1825, firmó una ordenanza y mandó a su enviado especial, el barón de Mackau, acompañado de una verdadera flota de guerra, con la misión de forzar al pueblo haitiano a pagar más 100 millones de dólares (equivalente actual). De lo contrario sería invadido y será sujeto a “bloqueo económico”.

En ese entonces, el emperador Ruso, Alejandro I, presionó a Francia a reconocer nuestra independencia mientras ignoró la cuestión de indemnización exigida por Francia, dando así una lección moral y ética. “Rusia no podría privar a su pueblo de las considerables ventajas que [Haití] le ofrecen y que, si se negara, tal vez no serían igualmente rechazadas por todas las demás potencias”.

“Francia debe hacer valer este reconocimiento de la independencia de Haití, de la que depende enteramente la de las demás potencias, y aprovecharlo para obtener grandes ventajas comerciales”, agregó en ese momento, el emperador ruso. En el marco de la coyuntura actual, en los testimonios de los manifestantes así como en las redes sociales, se divulgaron masivamente estas páginas de la historia escrita principalmente por destacados investigadores como Louis E. Elie, Emmanuel Chancy.

Es el caso de otros países también como Venezuela y Cuba. Se puede observar las páginas de historias de Clément Lanier, quien mostró cómo muchos dirigentes latinoamericanos, se preocupaban por la invasión de Francia en Haití al punto que había propuesto la creación de una alianza militar de países, mayormente latinoamericanos para defender a la isla en caso de una posible invasión francesa.

Muchos de los países llamados en solidarizarse por los sectores opositores, actualmente no son muy amistosos con los occidentales y los anglosajones, lo que permite sostener la presencia del principio diplomático “el enemigo de mi enemigo es amigo”. 

En conclusion, la lucha del pueblo haitiano es una lucha de proyecto cultural, de narrativa, una lucha histórica y (geo)política en contra de los pretendidos “amigos de Haití”. Aquellos que sin embargo fueron los colonizadores o invasores en el pasado, y que han establecidos sus símbolos, instituciones y agentes de dominaciones discursivas, mentales, económicas y políticas.

 

*Jackson Jean es periodista y activista en Haití. Colabora para argmedios.