Las últimas dos semanas fueron bastante convulsionadas para las relaciones entre China y Centro América, ya que el domingo 26 de marzo, Honduras anunció que rompería los lazos diplomáticos con Taiwán e inmediatamente estableció relaciones con la República Popular China.
Un dato importante es que 7 de los 13 países que aún reconocen a Taiwán están en América Latina y el Caribe, entre ellos Guatemala, Paraguay, Haití, y se destaca San Vicente las Granadinas, cuyo presidente Ralph Gonsalves preside la CELAC desde la Cumbre de enero en Buenos Aires. Esto último puede constituir una limitante a la relación China-CELAC, que desde 2014 tiene espacio de articulación en el Foro China-CELAC.
Para mantener relaciones diplomáticas con Beijing, es necesario adherir al principio de “una sola China”, que reconoce a Taiwán como parte indivisible de la nación China. Este anuncio fue duro golpe para Tsai Ing-wen, la líder de Taiwán, ya que fue días antes de su viaje a Estados Unidos, con visitas en Guatemala y Belice.
En América Latina, Nicaragua y El Salvador también rompieron relaciones con Taiwán en diciembre de 2021 y 2022 respectivamente. Esta visita es precisamente para reforzar el apoyo de estos países a Taiwán, que viene en caída: en total, incluyendo a Honduras, 19 países rompieron relaciones diplomáticas con Taiwán desde el año 2000, y 9 desde que Tsai está en el poder en 2016.
El 5 de abril, Tsai Ing-wen se reunió con el presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Kevin MacCarthy, el funcionario de más alto rango en reunirse con un líder taiwanés en suelo estadounidense desde 1979, cuando Estados Unidos y China restablecieron relaciones diplomáticas.
El encuentro se realizó a pesar de las reiteradas advertencias de Beijing, y en medio de los daños a la relación bilateral provocados por la visita de Nancy Pelosi a Taiwán en agosto pasado, que elevó las tensiones bilaterales a niveles sin precedentes.
Estados Unidos, por lo menos en términos diplomáticos, adhiere al principio de “una sola China”. Sin embargo, en la práctica, es sistemático el proceso de provocaciones hacia China en relación con Taiwán, incluyendo venta de armas y presupuesto de ayuda a Taiwán dentro del presupuesto de defensa militar de Estados Unidos, por un valor de 12.000 millones de dólares entre 2023 y 2027.
Si bien la cuestión de Taiwán no es el origen de las tensiones entre China y Estados Unidos, cuya impronta es principalmente de ataques y sanciones por parte de Estados Unidos hacia China en el marco de su sostenida pérdida de hegemonía y de su creciente pérdida de poder económico en relación con China, lo que suceda con Taiwán puede llevar las relaciones entre ambos países a niveles de máxima tensión, ya que china no está dispuesta a tolerar ningún tipo de intervención extranjera en sus cuestiones nacionales, en este caso, en su largo proceso de reunificación con Taiwán.
A su vez Estados Unidos tiene grandes intereses en utilizar a Taiwán como excusa para incrementar sus tensiones con China y sus respectivas sanciones, y mismo para utilizarla como un punto más de apoyo en la región del este de Asia, con alcance estratégico en su disputa contra China y Rusia.