Viviana Canosa: el estilo de las nuevas derechas en la TV 

La conductora de chimentos se convirtió en una referencia de los antivacunas y negadores de la pandemia del COVID-19. Su momento de mayor auge se lo ganó tras tomar dióxido de cloro al final de su programa. Antifeminista y antirracional, con ustedes Viviana Canosa.

Viviana Canosa derechas

En el último tiempo Viviana Canosa se transformó en ícono de la incorrección política en la TV. Su accionar fomenta la indignación y la desconfianza ante todo discurso de autoridad, incluido el discurso científico durante la pandemia de Covid-19. Canosa pone en juego además un relato que hace culto al individualismo y alimenta una imagen de emprendedora de la vida: “yo me parí a mi misma”, dice recurrentemente.

La combinación de estos elementos, la diferencian de otras figuras del campo periodístico ubicadas ideológicamente a la derecha y que han llevado la corrección política al límite en función de ciertos temas y posiciones asociados históricamente a las derechas, como por ejemplo Baby Etchecopar y Eduardo Feinmann. 

En el contexto de pandemia esa incorrección política confluye claramente con los actores de la derecha política respecto de la crisis sanitaria y las medidas de atención y cuidado. A eso se le suma la confrontación con el feminismo y las demandas principales que constituyeron la agenda del movimiento de mujeres y diversidades en los últimos años: derecho al aborto y lucha contra la violencia de género. 

Canosa y su compromiso político

 

Desde 2018, Canosa se comprometió intensamente en el debate sobre el derecho al aborto. Militó la campaña celeste activamente en redes sociales y participó de las concentraciones. Condujo actos y llegó a realizar ecografías en vivo en el escenario.

Entre las mujeres con un lugar relevante en la TV abierta, se convirtió en una de las voces más potentes de la postura anti-derechos. El estilo y el lenguaje con los que intervino fueron subiendo de todo al calor de la agresividad que asumieron las organizaciones que comandan ese movimiento.  

La pandemia se convirtió en un escenario propicio para profundizar la construcción de una figura asociada a la rebeldía como postura cívica y al escándalo tan caro a las formas predominantes en la TV contemporánea.

Por un lado, Canosa explotó el papel de vocero de sí mismo que viene desplegando Alberto Fernández —sumado al desembarco en Canal 9 del Grupo Octubre presidido por Víctor Santamaría— para generar algunas entrevistas que le dieron repercusión a ella y a su programa. Ese vínculo terminó en una denuncia de presiones y abuso de poder por parte de la conductora, a mediados de 2020, que lógicamente se hizo viral.

 

Una situación similar se dio dos semanas después, también en plena primera ola de Covid-19. En el momento de cerrar uno de sus programas, Canosa leyó la siguiente frase que fue colocada en una placa simil graffiti: “Dejen de prohibir tanto, porque ya no alcanzo a desobedecer todo”. A continuación, antes de despedirse, dijo: “Vamos a despedirnos. Voy a tomar un poquito de CDS. Oxigena la sangre. Me viene divino. Yo no recomiendo, les muestro lo que hago”, y cerró la escena tomando un trago del líquido transparente con un guiño de ojo a la cámara.

 

Unas horas después se justificó en su cuenta de twitter:

 

 

Ya en el contexto de la segunda ola, la conductora protagonizó otra escena comparable: 

 

La moral de Viviana Canosa

En el discurso de Canosa también hay un cuestionamiento a las instituciones políticas basadas en la desconfianza y en una perspectiva moral que termina siendo reduccionista. A su vez, la crítica ejercida ante el oficialismo actual no se condice con la actitud ante la dirigencia del espacio político que ocupó el gobierno nacional en el período previo. 

Esa gestualidad contra los políticos puede verse cotidianamente en sus intervenciones en twitter, donde la conductora suele reproducir pedidos de colaboración con iniciativas comunitarias y hasta se puede ver como encabezado de su cuenta una imagen de la Madre Teresa de Calcuta con la frase: “Si quieres llevar felicidad al mundo entero, ve a casa y ama a tu familia”. Los mensajes solidarios podrían justificarse por sí mismos, sin embargo se combinan con mensajes como este: 

 

En medio de la protesta llevada a cabo por efectivos de la Policía Bonaerense, en septiembre del año pasado, Canosa entrelazó la incorrección y la anti-política cuando en su programa se solidarizó con los policías insubordinados. Se mostró emocionada con sus demandas y afirmó:  

«Los políticos se llenan la boca hablando de pobres, pero hay otros como los policías que ganan 40 mangos la hora, que como hace tres días que se movilizan dicen que es un golpe … Me da mucha bronca la pobreza selectiva. En esta pandemia, los políticos no han dado el ejemplo bajándose los sueldos pero la gente se tiene que arreglar con 35 lucas … Vivimos en un disparate».

Medios tradicionales y redes sociales actúan cada vez más como un continuo. La TV abierta está en declive desde que la expansión de internet y las tecnologías digitales posibilitó la masificación de consumos audiovisuales cada vez más diversificados y desprogramados.

La figura de Viviana Canosa, su estilo transgresor y las posturas políticamente incorrectas que levanta son inseparables de ese contexto de producción. No casualmente, es en esas condiciones, en las que ha podido consolidar su conversión de periodista de espectáculos a conductora de actualidad. La TV es cada vez más permeable al escándalo, autóctono o importado de las redes, y a la agresividad permanente que fomenta la impersonalidad de ese mundo virtual. 

A su vez, la transgresión no es un estilo ajeno a la TV. A lo largo de su historia, conductores, humoristas y guionistas usaron el humor y el drama para decir y hacer cosas que corrieron los límites culturales de su época. En el caso de Canosa esa transgresión está hecha de al menos tres grandes elementos.

En principio, una postura indignada ante los políticos, a quienes reclama honestidad y atención pero alimentando la ajenidad. Segundo, el hecho de ir a contramano de la nueva ola feminista, en un ambiente que se mostró muy afín a ese movimiento. Tercero, la narrativa acerca de que ella es una emprendedora del medio, una mujer trabajadora que se hizo a sí misma y ejerce su libertad sin condicionamientos.

En suma, esa transgresión se construye en un sentido reaccionario e individualista —es básicamente antipolítica, antifeminista y anticiencia— lo que la lleva a trascender en esa esfera pública ampliada conformada por medios y redes y al mismo tiempo formar parte del horizonte de sentido que proponen las derechas emergentes.