El 3 de agosto, en un contexto de ascenso inflacionario, escases de divisas y presión devaluatoria, el ex presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Tomas Massa, aceptó tomar las riendas de un nuevo ministerio de Economía que asumía bajo su paragua la influencia de otras carteras centrales como Agricultura, Ganadería y Producción.
Cumplir con las metas del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y estabilizar la macroeconomía se tornan vitales para sostener en el corto plazo el gran acuerdo nacional que el Frente de Todos (FdT) prometió generar. Sergio Massa vino a revalidar este compromiso pero ya no en el escenario del esperanzador 2019. Por el contrario, la conflictividad social, la consolidación de una derecha radicalizada, la derrota electoral del 2021 y el desgaste en la imagen pública del gobierno son elementos ya cristalizados en la postal de la dinámica política.
Para analizar los dos meses de la gestión Massa, dialogamos con el sociólogo Martin Schorr. Schorr es autor de “El viejo y el nuevo poder económico en la Argentina” y “Hecho en Argentina: industria y economía 1976-2007”. Es miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y docente en la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad de Buenos Aires.
Juan Manuel Erazo: Se cumplen dos meses casi exactos de la asunción de Sergio Massa como nuevo ministro de Economía ¿Qué representó este movimiento para el FdT y para la dinámica política en sí?
Martin Schorr: A mí me parece que lo que representa el “planteo Massa” desde el punto de vista de la gestión de la política económica es el típico plan de ajuste que trata, por un lado, de planchar el mercado interno y que eso sea funcional a importar menos, y por otro lado, a generar distintas trasferencias de ingresos a los exportadores. Las dos cosas te “liberan” dólares que sirve para pagar deuda, lo que se dice “honrar los compromisos de la deuda”.
Por lo tanto el “Plan Massa”, por llamarlo de alguna manera porque de plan no tiene mucho, está claramente alineado con los intereses concretos del poder económico que articula el negocio de los grandes exportadores con medidas que estén orientadas casi centralmente a pagar deuda, un requisito del capitalismo financiero internacional. El problema, desde mi punto de vista, es que la condición de trasferencia de ingresos para contentar al mismo tiempo a los exportadores y al capital financiero se hace sobre la base de un ajuste que ataca directamente a gran parte de la base social del gobierno.
Desde el punto de vista de la dinámica política hay que mirarlo en dos registros. Por un lado, un planteo funcional a los intereses de ciertos sectores de la clase dominante, y por otro lado, una idea de que para ser “exitoso” este plan tiene que atacar los ingresos y atacar los salarios, lo que le genera un grave problema de sustentabilidad por abajo.
JME: Luego de las sucesivas criticas de CFK y de la posterior renuncia de Martín Guzmán, parecía que esto iba a traducirse en medidas que se centren en lo redistributivo, pero esto no fue así ¿Coincidís con esta lectura? ¿Por qué crees que no se dio este escenario?
MS: En la mirada del gobierno en general, incluso antes del desembarco de Massa, la distribución se pensó como punto de llegada de un crecimiento traccionado por exportaciones. Esto fue así en la mirada de (Martín) Guzmán y es también así en la mirada de la actual gestión. El problema tiene que ver con la idea de que solo el crecimiento vinculado a la salida exportadora es lo que permitiría generar dólares genuinos, que a su vez darían lugar a un proceso de crecimiento económico para llegar finalmente a que crezca la riqueza socialmente producida y por esa vía redistribuir el ingreso.
En ningún momento estuvo en los planteos del gobierno la redistribución, no como punto de llegada, sino como punto de partida de un modelo económico alternativo. Me parece que en ese punto no hay ninguna diferencia entre lo que pueda representar Massa como programa económico, respecto de la etapa anterior con Guzmán.
JME: El “dólar soja” parece marcar, luego de mucho tiempo, un punto a favor en la gestión del gobierno, ¿Cuál es el posible “lado B” de esta medida?
MS: Claramente se vincula con lo que hablábamos antes: la desesperación por conseguir divisas para honrar los compromisos de una deuda de la cual nunca se puso en cuestionamiento su legalidad y la dinámica que generó el proceso de endeudamiento. El llamado “dólar soja”, como el “dólar tecno”, o el dólar que sea orientado a determinados sectores, es una fenomenal transferencia de ingresos que tiene como destinatario al puñado de empresas que concentran el grueso de lo que se exporta, por ejemplo, en materia de granos. Lo leo en una brutal transferencia de ingresos sostenida por el conjunto de la sociedad.
En otra etapa, donde también se acumularon muchas divisas por el lado comercial, sirvió para que ciertas grandes empresas del sector privado cancelaran deudas enmarcadas en la figura del “autopréstamo”. Osea, los dólares que llegaron por el comercio exterior terminaron apuntalando la fuga de divisas y los mecanismo de elusión fiscal.
JME: Hay cortes por el Salario Básico Universal, acampe en Desarrollo Social, huelga de trabajadores del neumático. Pareciera ser que la carrera por estabilizar la macroeconomía no ofrece respuestas inmediatas por abajo ¿Qué dinámica social atraviesa la gestión Massa? ¿Cómo podrá surfearla?
MS: Se llegó a plantear la locura de usar divisas para comprar importaciones si no se levanta la huelga del neumático. No hay dólares para sostener dinámica económica, pero sí hay para pagar deuda o “carnerear” una huelga. El carácter antiobrero y antipopular de esa intervención es claro y llama la atención, salvo en algunos sectores muy puntuales del FdT, donde hay silencio. La discusión sobre si la distribución del ingreso tiene que ser punto de llegada o punto de partida parecería estar escondido.
JME: ¿Cómo logra convivir el posible candidato que tiene que dar buenas noticias con el ministro de las medidas dolorosas? ¿El sistema político ofrece lugar para la “ancha avenida del medio”?
MS: Lo que vos llamas “la ancha avenida del medio”, con el esquema de sabana corta, se torna imposible. O bien desplegás un planteo económico que trate de articular intereses de los sectores más concentrados locales y externos, es decir la idea de modelo exportador de ajuste orientado a pago de deuda, o pateás el tablero y vas hacia un esquema diferente que tengan que ver con la redistribución del ingreso como punto de partida de un modelo económico alternativo.
El problema es que dada la gran falta de vocación que ha tenido este gobierno por construir una base de sustento y una correlación de fuerza como modelo alternativo, el foco de atención parecería estar puesto al armado de un modelo exportador del poder económico poco alineado con los intereses de los sectores populares y la clase trabajadora.
Massa es un fiel exponente de que al no haber vocación de avanzar en la construcción de una correlación de fuerzas que te permita discutir modelos alternativos, la respuesta termina siendo la más obvia: cerrar filas con los sectores concentrados y más retrógrados del poder económico nacional e internacional.