El exministro de economía Martín Guzmán presentó la renuncia luego de hacer lo que dijo que iba a hacer: renegociar la deuda para ganar tiempo y en el medio intentar hacer crecer al país. Hoy Argentina cuenta con una macroeconomía tendiente al orden en un contexto de crisis mundial de postpandemia, con una inflación sin precedentes en países centrales.
Sin embargo, la inflación, el aumento de los precios internaciones y la deuda externa con el FMI están funcionando como un tapón al crecimiento. En diálogo con ARGmedios, el economista y doctor en investigación en Ciencias Sociales por FLACSO México, Francisco Cantamutto, detalló el panorama actual del país en ese sentido: “La economía argentina hoy está creciendo, el año pasado creció 10%, y este año depende el mes. Está entre el 5 y 6% y el desempleo baja. El problema es que esto se está haciendo bajo condiciones de fuerte inestabilidad económica”, consideró.
Es que, si bien el país ya venía con una inercia inflacionaria muy fuerte, hoy los aumentos de precios se aceleraron, no solo en Argentina sino en el mundo. “Además a nivel de las cuentas externas todo pende de un hilo. No se logran acumular reservas”, dijo Cantamutto y agregó: “Esto hace que haya mucha incertidumbre sobre la estabilidad del proceso, lo cual se transmite en la falta de precios de referencia por la propia incertidumbre”.
Resolver este problema es una decisión que va más allá de la pericia técnica de Guzmán o de la recientemente asumida ministra de Economía, Silvina Batakis. “Acá hay un error fuerte del gobierno que un poco contradice su mandato inicial (“combatiendo al capital), que tiene que ver con enfrentar a los sectores de poder”, aseveró el economista.
Es que según Cantamutto, el gobierno del Frente de Todos ha sido “demasiado consensual” y esto hace que la recuperación que hay en curso “no afecte los intereses de los grandes productores de la cúpula empresarial ni de los actores externos”, que como no tienen ninguna pérdida a comparación del grueso de la población, “hace muy difícil es imposible redistribuir mejor”. Para cambiar esto el camino uno de los caminos es confrontar con alguno de estos actores. “Esto implica cosas muy concretas”, explica el economista: “O abandonar pago de deudas y reestructurar con quitas; o en materia de lo que es la cúpula empresarial quitar subsidios, prohibiciones de exportar, aumentar retenciones”.
Avanzar en este sentido permitiría tener recursos fiscales para redistribuir y son medidas que se están adoptando en todo el mundo, no es únicamente una anomalía de Argentina. Ocurre que en Argentina hay una crisis desde 2018 fruto de la debacle de Cambiemos que se monta sobre cierto agotamiento generalizado. “Lo que está faltando en este momento es la generación de trabajo que permita vivir bien. Esto puede venir de la mano de un programa muy regresivo si no lo hace un gobierno progresista en otro sentido”, consideró Cantamutto.
La economía bimonetaria y el ejemplo de Bolivia
En sus últimas apariciones públicas la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner deslizó la idea de abordar la problemática del bimonetarismo en la economía del país. Tras su reunión con el economista opositor Carlos Melconian, Cristina contó públicamente que hubo coincidencia en abordar de alguna manera desde la política esta problemática.
El caso boliviano antes de la asunción de Evo Morales en 2006 era muy similar a lo que sucede hoy en Argentina. En el año 2005 la población boliviana usaba el dólar para refugiarse de la desvalorización del peso y quienes podían compraban dólares mensualmente y los vendían a medida que necesitaban gastar.
Entre otras medidas Evo llevó el tipo de cambio de 8 pesos por dólar a 7, “apreciando” su moneda y generando una pérdida a los tenedores de dólares con la que rompió la inercia. Además, desalentó la compra-venta de divisas, ofreció tasas ligeramente más altas a los ahorristas en pesos; se estableció un impuesto a las transacciones financieras en dólares.
¿Cómo se podría proteger el peso argentino en este contexto? “Una medida posible sería pasar valores claves a peso”, responde Cantamutto. “La deuda que se toma que sea en pesos, que las tarifas también estén en pesos, forzar a que se hagan transacciones en pesos controlando. Hoy no se controla en absoluto, en lo más mínimo. Es difícil, lleva tiempo, pero se puede”, dice contundente.
Otras posibles medidas serían lograr que las principales empresas del país tomen decisiones en pesos, lo cual significaría condicionar el acceso que tienen a su rentabilidad en dólares. “Eso es una discusión grave, pero el gobierno va en un camino totalmente opuesto, buscan garantizar la libre disponibilidad de divisas a precio oficial”, dijo el economista a este portal.
“Tendrías que generar crédito en pesos obligando a la economía a funcionar con transacciones en pesos y etc. Una salida intermedia sería buscar mecanismos para generar reservas de valor a unidades de cambio a nivel regional, en lugar de ir al dólar que genera una dependencia externa severa”, continuó Cantamutto.
Por otro lado, otro ejemplo latinoamericano de economía bimonetaria fue lo que hizo Cuba durante el periodo especial, que fue la creación del CUC (Peso cubano Convertible), la cual generó en la isla una situación que les llevó más de 30 años revertir. “Resumidamente, las personas que tenían acceso al CUC tenían un nivel de vida muy distinto que el que no accedía. Más allá de sincerar una situación, sería aceptar un factor desigualador como algo estructurante, por lo cual no me parece una buena idea en principio”, opinó Cantamutto sobre la posibilidad del bimonetarismo.
Por último, el economista en diálogo con ARGmedios habló sobre la idea de que dolarizar o generar un esquema económico de bimonetarismo podría anclar y atajar la inflación. Hay quienes argumentan que la inflación bajaría, y esgrimen como argumento que fue lo que sucedió en los durante la convertibilidad que logró contener la hiperinflación que venía de los ’80.
“Ese argumento tiene un problema severo, que es que hoy en día hay inflación en dólares también, que hoy es del 8% anual. La inflación no desaparece, sino que cambia el origen y la forma, de hecho, en los 90 hubo inflación también”, esgrimió Cantamutto, que enumeró un segundo problema: “Una dolarización se haría con los dólares a disposición, porque EE UU no va a mandar más dólares. Perdés esta herramienta monetaria y la devaluación sería altisima, más del 100%. Redistributivamente sería una debacle”, argumentó.
“La convertibilidad frenó la inflación a un costo altísimo. Hoy estamos en una situación muy delicada que es un caldo de cultivo para propuestas de este tipo. Lo primero que tenés que hacer en este contexto es desconectar los precios locales de los internacionales cuando hay inflación internacional, bloquear parte del comercio exterior e intervenir en las cadenas de inercia. Hoy hay grandes empresarios que están haciendo lo que quieren”, insistió el economista.