Hace pocos días Gustavo Petro, presidente electo de Colombia, cumplió 100 días al frente del Estado. Luego de que miles de personas copara las calles de las distintas ciudades del país, Petro dio una conferencia de prensa. En ella detalló los 50 hitos de su gestión hasta este momento.
Uno de los puntos de mayor resonancia estuvo centrado en la intención de lograr la “Paz total” en el país, luego de décadas de violencia. Así mismo, otro de los hitos que con mucho ahínco se esforzó por resaltar fue la política de cuidado del medio ambiente y la defensa del Amazonía, que tendrán un valor superlativo durante su mandato.
En términos de la pacificación se hizo hincapié en la reducción de homicidios en todo el país, que aunque ronda en una baja del 4%, fue caracterizada por él mismo como “muy insuficiente”. A continuación anunció la votación de la ley de la “Paz total”, con la cual se tendrán los instrumentos jurídicos y políticos para abrir procesos de negociación con los grupos armados, como las que ya se iniciaron con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Pero que también comprende a bandas y organizaciones sin origen político, en donde se encuentra claramente al narcotráfico y grupos paramilitares.
“La paz completa implica no solamente la desmovilización, o el desarme de las organizaciones guerrilleras, sino todo un proceso de cambio de las estructuras que llevaron a ese conflicto. Yo no la llamaría pacificación, sino un proceso de consolidación de la paz, de la solución política de un conflicto que tiene más de 60 años, y que tiene una diversidad de actores que necesitan sentarse en la mesa. Esto implica también las transformaciones que originaron ese conflicto, principalmente las de características agrarias y la lucha por la tierra”, sostuvo para ARG MEDIOS, Laura Capote, integrante del OBSAL, el Instituto Tricontinental, y ALBA movimientos.
Otras de las guerrillas con las que hay intención de negociar son las disidencias de las FARC, ahora conocidas como Estado Mayor Central, la Segunda Marquetalia. Recordemos que desde que se sellaron los acuerdos de paz en el 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y la posterior desmovilización e integración a la vida política del país, ya se cuenta más de 400 defensores de derechos humanos asesinados en Colombia. Se trata del número más alto en América Latina, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
La violencia en los territorios aumentó considerablemente en lugares que antes estaban ocupados por las FARC, muchos de esos activistas estaban vinculados a la defensa del medio ambiente, y se sospecha que fueron asesinados por los grupos paramilitares.
“Ahora con un gobierno a favor de la lucha del pueblo se abren una serie de preguntas muy grandes, una cosa es negociar con un Estado enemigo, como fue el caso de las Farc, y otra cosa es negociar con el gobierno de Petro, que es otro momento nacional e histórico”, agrega Capote.
En este objetivo, también está iniciar negociaciones de paz con bandas criminales como el “Clan del Golfo”, cuyos líderes e integrantes podrán recibir beneficios como rebajas de penas y no extradición, a cambio de la delación de rutas para exportar cocaína y la entrega de parte de las fortunas obtenidas ilegalmente.
Cuidemos la Amazonía
En su primera alocución televisada al país a poco más de los 30 días de asumir como presidente de la República, Petro anunció el Plan Nacional de Desarrollo (PND), el cual iba a ser la hoja de ruta para establecer los objetivos de gobierno, fijando programas, inversiones y metas. Esa planificación será impulsada por lo que denominó los “Diálogos Regionales Vinculantes”, que consiste en dividir el país en 50 regiones y hacer partícipe de las decisiones a la ciudadanía en sus propios territorios.
“Justicia climática y justicia social son las bases para que Colombia sea una potencia mundial de la vida, ese es el programa de gobierno”, expresó Petro.
Pero ¿Cómo se va a llevar ese plan de desarrollo con el criterio de justicia ambiental? En el mismo discurso de los 100 días de gobierno, Petro afirmó que “la economía debe transitar a una verdadera creación de riqueza sostenible”. En esa línea, consideró que la producción debe seguir el camino de la economía descarbonizada y “salirse de una economía extractivista”.
Sin duda, esta idea lo pone a la vanguardia de las discusiones en Latinoamérica, ya que gran parte de los países denominados progresistas no se ha cuestionado con tanta claridad el modelo de saqueo y extractivismo. Se trata de crecer, pero poniendo por delante el cuidado del medio ambiente.
“Él (por Petro) ha hablado de la necesidad de la transición energética en el país, de la importancia, que sea respetuosa de los derechos del medio ambiente () entendiendo que es fundamental transformar la matriz productiva de un planeta que se está acabando”, analiza Laura Capote, quien además agrega: “Está haciendo una serie de declaraciones a nivel regional de tener en cuenta estos elementos ambientales que, a veces, es un discurso muy capturado por europa, es muy extraño que un presidente de América Latina hable de la defensa del amazonas, marcando un giro a nivel regional”.
Entre los hitos mencionados de su gestión, Petro detalló: “Hicimos ya una política pública, un programa que comienza el año entrante que tiene que ver con la protección de la amazonia, y nos ha colocado como una vanguardia en la discusión de la crisis climática en el mundo”.
El programa consiste en invertir 200 millones de dólares cada año por 20 años, a través de pagos al campesinado y a las comunidades indígenas para convertirlos en una fuerza revitalizadora de la selva.
“La Amazonía no puede verse como un instrumento productivo, ahí no se debe explorar minerales, ahí no se debe sembrar, ahí es el reino de la vida humana y natural, porque sin esas selvas llegaríamos al punto de no retorno en el camino de la extinción de la humanidad”, dijo tajante Petro.
En consonancia con su duro discurso en la ONU, Petro también apuntó al concepto de canje de deuda por acción ambiental: “Los convoco a salvar la selva amazónica integralmente con los recursos que puedan destinarse a la vida. Si pesa más destinar el dinero a las armas que a la vida, entonces, reduzcan la deuda externa para liberar nuestros presupuestos, y con ellos realizar la tarea de salvar la humanidad y la vida en el planeta. Lo podemos hacer nosotros si ustedes los del norte no quieren, solo cambien deuda por vida, cambien deuda por naturaleza, les propongo y los convocó en américa latina para ello”.