Argentina: el país de las vacas, donde cada vez se come menos carne

Como consecuencia del ajuste que está llevando el gobierno de Javier Milei, la población no puede comprar los cortes vacunos tradicionales. Según sendos informes de las instituciones del sector de la Industria de reses: El consumo de carne vacuna cayó a niveles sin precedentes en la historia argentina. 

La situación del sector ganadero en el país viene de dos años de sequía prolongada y en varias partes del país algunos productores quebraron. La ganadería vacuna es una actividad de largo plazo: cuatro años dura aproximadamente el ciclo. Esto equivale a un mandato presidencial, por lo tanto cuesta tiempo reacomodar los rodeos de productores de cría de ganado, sobre todo cuando hay emergencia climática, lo que en el lenguaje del sector se denomina “volver aumentar el stock”.

A raíz de esta situación, varias entidades y organizaciones del sector ganadero comienzan a mostrar signos de preocupación por la retracción en el consumo de los argentinos, ya que sin el mercado interno funcionando, los trabajadores no pueden comprar carne de res y por lo tanto los productores venden poco. A este cuadro se le suma la apertura de importación de otras carnes como cerdo o pollo.

Consultado por ARG Medios, el productor ganadero de la provincia de Buenos Aires y referente de la Federación Rural, Manolo Martino, dio algunas explicaciones de por qué si el consumo se deprimió, no bajaron los precios. 

Manuel Martino lo describió de esta manera:  “Aumentaron todos los costos al ritmo de la inflación, sobre todo el gasoil agrícola, eso tira para arriba todos los costos de producción del maíz que es el insumo principal del productor. A eso se le suma que aumentan la energía, fletes,  veterinarios, salarios de los trabajadores y después no hay financiamiento en lo que hace a genética ni a estructura, o sea no hubo en este tiempo financiamiento ni créditos”, sostiene el productor.

Esto llevó a un descenso de producción que se expresa en una baja tasa de preñez (reproducción vacuna) y una baja tasa de destete (finalización de etapa de cría) lo que significa una baja producción de cabezas de ganado en general, algunos productores tuvieron que sacrificar ganado porque con la sequía los animales eran hueso y cuero.

Según el informe Faena y producción de carne vacuna primer trimestre 2024 del  Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, “el precio de la carne bovina subió a un ritmo interanual del +275.3%, por debajo del nivel general de precios que rondó el 276.2%”. 

Pero para confirmar estos datos, un carnicero de la ciudad de La Plata,  Walter, cuenta que “en el caso de los cortes populares por ejemplo la carne picada aumentó un 300% y eso es de consumo popular”. 

“Se puede decir que la carne en general  fue aumentando al ritmo de la inflación pero los cortes más económicos fueron aumentando más aceleradamente”, dice el carnicero que dialogó con este medio. 

En este sentido, si hay algo en lo que comparten todos los productores ganaderos es que si las clases trabajadoras no compran carne, la industria de la carne vacuna en argentina, se viene a pique. 

En esta dirección Martino sentencia: “Si no funciona el mercado interno, no funciona la producción porque se exporta solo el 30% de lo que se produce”. 

Otro informe importante de la industria cárnica es el que realiza la Cámara de la  Industria  y Comercio de Carnes y Derivados de la República  Argentina (CICCRA) donde asegura que “el consumo aparente de carne vacuna por habitante habría sido equivalente a 42,4 kilos/año en el primer cuatrimestre de 2024, resultando 18,5% menor al registrado en igual lapso de 2023 (-9,6 kg/hab/año)”. 

Esto significa que el consumo de carne vacuna cayó estrepitosamente. Para anexar datos a este cuadro de situación, un informe elaborado por el Instituto de Economía (INECO) de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) que tiene como objetivo analizar cómo evolucionó el consumo de carne vacuna en Argentina en los últimos años 1993-2023, considera que “en septiembre de 1993, se dio el pico máximo de consumo de carne durante el período analizado, en donde se consumieron 74,1 kg de carne, mientras que el pico mínimo fue 47,9 kg en diciembre de 2021”. 

Hoy estamos en 42 kg de carne consumida por persona al año, es la peor caída en décadas. La posibilidad de comprar carne está atada al poder adquisitivo del obrero o obrera. Es decir, es una foto del poder de compra de la clase trabajadora.

“Más allá de la cartelización (acuerdo entre competidores más grandes en un mercado para fijar precios, limitar la producción o dividir los clientes entre ellos); los mayores beneficiarios de esta crisis son las cadenas de supermercados y frigoríficos que han acaparado el mercado de la carne hace tiempo y con esta crisis, siguieron aumentando la carne porque además son los que pueden exportar”, suma el productor y referente de la Federación Rural. 

Otro de los datos para entender en términos generales esta industria cárnica es la exportación y sobre este tema Martino considera que la relación de precio maíz\carne (precio vivo de novillo) está en el límite de lo justo y los precios de la carne “están planchados desde febrero”.

“La vaca que había remontado empezó a caer y los precios de exportación a China tampoco son buenos, no están pagando lo que se pensaba que iba a pagar. En el mercado de hacienda hay distorsión del precio internacional”, agrega. 

Un dilema para el productor

El productor ganadero Manolo Martino después de describir el cuadro de situación nos reveló el problema en que se encuentran los productores:  “Para sacar un novillo el productor tarda dos años, o sea que son ruedas largas, imaginate que para Argentina dos años es una locura, pero el productor ganadero necesita estabilidad y reglas claras”. Sobre su margen de maniobra nos explica que el productor hoy día lo que puede hacer es no invertir, no sumar más cabezas y quedarse con lo que tiene, hacer una política defensiva en la producción de cría: por ejemplo, no vender todas las hembras y quedarse con más vacas aumentando así el rodeo un 25% en el año. 

Siguiendo esta dinámica, lo que hace el productor es retrotraerse y hasta algunos pueden dejar la actividad por factores climáticos.  

Como corolario de este contexto, CARBAP emitió un comunicado que alerta lo siguiente: “La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa ve con preocupación la reciente apertura de importaciones de alimentos, en los que se incluye a la carne de cerdo, que implica una serie de beneficios impositivos para los importadores, generando mucha preocupación en todo el sector productivo”. 

La CARBAP criticó el rumbo de la actividad y sus consecuencias cuestionando que “las medidas anunciadas por el Gobierno Nacional están generando un escenario de competencia desleal que puede desencadenar en el ingreso masivo de carne de cerdo importada, principalmente de Brasil, poniendo en riesgo la viabilidad económica de los productores porcinos locales y afectando negativamente a la industria nacional”. 

Al respecto de este comunicado Manolo Martino de la Federación Rural en tono concluyente advierte lo siguiente: “la política de este gobierno nos va a llevar a la quiebra de la industria cárnica de Argentina porque la importación de los rubros donde es más fuerte la producción nacional, o sea alimentación, tiene como objetivo quebrarla y reemplazarla por una política de saqueo. En consecuencia importar productos, extraer materias primas y ser un país bananero”. 

En síntesis, sacarle la carne vacuna de la mesa a los y las argentinas, es equivalente a sacarle parte de su identidad como pueblo argentino.