Los biocombustibles son conocidos como una fuente de energía verde, menos agresiva al medio ambiente porque se hace con fuentes vegetales y no proviene del petróleo, el cual en algún momento se va a acabar. Desde los planteos de la cuestión ecológica empieza a verse como un problema importante, en cambio esta innovadora energía aparece como una fiebre.
Este desarrollo ayudaría a frenar el cambio climático porque reduce las emisiones de CO2 en comparación con los combustibles fósiles, lo cual es verdad sólo hasta cierto punto. Lo que no se tiene en cuenta es el impacto de los incendios de bosques, selvas y montes que se producen por la expansión de la frontera agrícola, ni los insumos a base de petróleo (agrotóxicos principalmente), que se usan para producir esos cultivos.
En 2019, la selva amazónica en Brasil fue arrasada por el fuego, cuyos incendios fueron provocados por los grandes dueños de la tierra para producir más soja y maíz. Eran tan grandes que podían verse desde el espacio.
Pero no hay que irse tan lejos… El año pasado en más de la mitad de las provincias argentinas hubo incendios y casi la totalidad fueron generados de forma intencional. El fuego se expandió durante tres meses y produjo daños económicos a todas las otras actividades, principalmente, al pequeño productor/a que mandaba a pastar a sus animales o que tenían abejas para la producción de miel.
Dicen que los biocombustibles se hacen a partir de residuos y se aprovecha todo. Pero hay algo que no cuadra porque es el aceite de soja el principal componente que se usa en el país, que se siembra más de la mitad de la tierra cultivable con esa planta.
Hoy en día, los productores y productoras de la agricultura familiar, campesina e indígena producimos la mayoría de los alimentos, pero sólo tenemos el 13% de la tierra. Una suba en la producción de bioetanol genera inevitablemente una suba en el precio de la tierra y los alquileres. Con ello, los aumentos cada vez mayores de los alimentos.
No hay soluciones mágicas para este problema. En un mundo donde se necesitaría entre 3 y 5 planetas para vivir como los países desarrollados, algo no tiene sentido, porque es una vida que se basa en el consumo, en tener más y no en vivir bien.
Es por ello que es importantísimo que en un país rico; con tierras fértiles, con agua en algunos lugares y sequía en la mayoría, pero con comunidades que quieren vivir en ellas, cuidándolo; es fundamental que la producción de alimentos sea una prioridad.
En América Latina hemos vivido muchas fiebres: la del caucho, la de la plata, la del café, la del azúcar, y puedo seguir, pero como decía un cantautor conocido “las penas son de nosotros, las vaquitas ajenas”.