Por Erika Giménez
Desde fines de 2019 el mundo transita un camino atravesado por la pandemia de SARS Cov-02. La única potencia mundial que creció en 2020 fue China, rompiendo con las predicciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Las entidades esperaban números negativos tanto para los países pobres como para las grandes potencias.
Todos hablan de China
La población en China supera las 1300 millones de personas, esto lo convierte en el país más poblado del mundo. Conviven 56 etnias y la mayoritaria es la etnia Han, que representa más del 90% del total nacional. Está dividida en 22 provincias, 5 regiones autónomas, 4 municipios bajo jurisdicción central (Pekín, Tianjin, Shanghái y Chongqing) y 2 regiones administrativas especiales (Hong Kong y Macao).
Es uno de los países más importantes del mundo a nivel poblacional y económico. Todos los caminos de China se encuentran en la mira del resto de los países poderosos a nivel global. La semana pasada durante la reunión del G7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos), se lanzó el nuevo plan económico Build back better for the world. Una iniciativa para la recuperación pos-pandemia de la que no se dieron muchos detalles. Además, busca contrarrestar el peso del BRI (la iniciativa de la franja y la ruta) por parte de China, que ya tiene inversiones en Asia, África y Europa.
A las declaraciones de los países que conforman el G7, se le sumaron las de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que mediante un comunicado dijeron: “Las ambiciones declaradas y el comportamiento asertivo de China presentan desafíos sistémicos para el orden internacional basado en reglas y para las áreas relevantes para la seguridad de la alianza”. En conferencia de prensa, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg expresó: “No entramos en una nueva guerra fría y China no es nuestro adversario, nuestro enemigo. Pero debemos abordar como alianza los retos que supone China para nuestra seguridad”.
En una charla con ARGMedios, la Licenciada en RR. II. e investigadora del Centro de Estudios Chinos del IRI-UNLP, Carolina Guzmán explicó que “hay todavía cierto sesgo sobre China dado el poco conocimiento que se tiene sobre el país, sumado a que la imparcialidad en el tratamiento de ciertos temas sobre China en los medios no ayuda a cerrar esa brecha, el ejemplo más notorio es el ‘virus chino’(…) este tipo de mensajes no pueden descontextualizar de la retórica política de alto nivel en el enfrentamiento por la hegemonía global entre China y EEUU, ‘entre oriente y occidente’, que los medios occidentales terminan replicando”.
América Latina y el BRI
Actualmente se habla del cinturón económico de la ruta de la seda o iniciativa de la franja y la ruta (BRI por sus siglas en inglés). Este proyecto fue anunciado por el presidente Xi Jinping en el año 2014 con el espíritu de la antigua Ruta de la Seda, pensando en la China imperial. Se trata de la creación de dos grandes rutas comerciales, una marítima y otra terrestre, que comuniquen al gigante asiático con Asia central y Europa. También se agregarían algunas conexiones comerciales con África, principalmente, aunque se busca la inclusión de América Latina.
Sobre esto, Carolina Guzmán dijo que “la incorporación progresiva de América Latina al BRI a partir de 2017 corresponde a la estrategia global de China en el mundo y le da un marco institucional y estratégico a relaciones económicas y comerciales, que ya se vienen consolidando desde principios del siglo XXI, en las cuales los factores de atracción y tracción son las dimensiones del mercado chino como potenciador de exportaciones y como fuente de financiamiento e inversiones”.
“La necesidad china de garantizar su seguridad alimentaria futura hace de América Latina un ‘socio natural’ para sus importaciones de alimentos, así como minerales para el desarrollo de su industria tecnológica, aprovechando la complementariedad de las economías y las ventajas competitivas. China tiene tan sólo 7% de las tierras cultivables y 6% de los recursos hídricos del mundo”, sostuvo Guzmán.
“La complementariedad de las economías entre ambas partes ha convertido a China en el primer o segundo socio comercial de la mayoría de los países latinoamericanos y el tercer mayor emisor de inversiones en los últimos 10 años. Por ejemplo, en la última década se vio una explosión de cursos de negocios y comercio, especialización, think tanks y centros de investigación sobre China, así como un creciente interés por el estudio del idioma”, agregó.
Relaciones con Argentina
Desde Argentina ya se manifestó la voluntad de adherirse al BRI. Activos o en negociación, ya existen proyectos de gran envergadura en sectores como la energía (gas en Vaca Muerta, el proyecto de construcción de la cuarta central nuclear), transporte (reactivación de líneas ferroviarias de cargas a lo largo del país), alimentos (el proyecto de granjas porcinas) y mineras (las importantes reservas de litio en Argentina, Bolivia y Chile, mineral utilizado para baterías y vehículos eléctricos). Todos los caminos de China tambíen se cruzan con Argentina.
“Se está apuntando desde Cancillería y el Ministerio de Turismo [argentino] para que en un escenario pos-Covid-19 el servicio de turismo receptivo pueda consolidarse, promocionando nuestra marca país y acercando la hotelería y la conexión aérea a las demandas del turista chino por ejemplo un turista que gasta, que viaja en grupo, que elige preferentemente destinos con ‘naturaleza’” Cierra Guzmán.