Por Tanya Wadhwa
La Conferencia Latinoamericana y Caribeña sobre Drogas: por la Vida, la Paz y el Desarrollo, encabezada por el presidente colombiano Gustavo Petro y el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tuvo lugar en la ciudad colombiana de Cali entre el 7 y el 9 de septiembre. Durante la conferencia, representantes de 19 países de la región se reunieron para debatir propuestas para abordar los problemas relacionados con el consumo y el tráfico de drogas en la región.
Según el Ministerio de Asuntos Exteriores colombiano, el objetivo de la conferencia era entablar debates con vistas a una nueva política de drogas que aborde realidades como la drogadicción y las sobredosis, el narcotráfico, los enfoques ancestrales y los usos tradicionales de plantas como la coca. Fue la primera de muchas reuniones intergubernamentales y foros temáticos que se celebrarán en los próximos años, junto con diálogos con la sociedad civil para promover la justicia social, el desarrollo integral, la atención a las causas profundas y el análisis de políticas sobre la delincuencia organizada transnacional en la región.
Los presidentes de Colombia, Petro, y de México, AMLO, que asistieron a la clausura de la conferencia, condenaron la guerra contra las drogas promovida en la región por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos y apoyada por la UE y la ONU, y reclamaron una nueva política internacional antidrogas.
El Presidente Petro afirmó que la región ha sido víctima, no victimaria, de la fallida guerra contra las drogas, que en las últimas cinco décadas ha causado un millón de muertos, mientras que 10 millones de personas han sido detenidas en Estados Unidos por delitos vinculados a las drogas, en particular negros y latinos. Señaló que el continente ha venido acatando las directrices dictadas por EE.UU. sin cuestionarlas, y subrayó que eso debe terminar ya.
“La llamada guerra contra las drogas ha fracasado, es inútil. Si seguimos [con ella], sólo sumaremos otro millón de muertos en América Latina, y tendremos más estados fallidos y tal vez [habrá] la muerte de la democracia”, advirtió Petro.
En este sentido, propuso una alianza entre los países latinoamericanos y caribeños para llevar una voz unificada a la lucha contra el narcotráfico, reconociendo el consumo de drogas como un problema de salud pública en lugar de enfrentarlo con un fallido enfoque militarizado.
“Lo que propongo es tener una voz diferente y unificada que defienda nuestra sociedad, nuestro futuro y nuestra historia y deje de repetir un discurso fracasado… Es hora de reconstruir la esperanza y no repetir las guerras sangrientas y feroces, que ven las drogas como un problema militar y no como un problema de salud para la sociedad”, dijo Petro.
Propuso enfrentar el problema profundizando la democracia y atendiendo las causas estructurales: desigualdad, pobreza, falta de oportunidades y violencia.
El presidente AMLO secundó la opinión de su homólogo colombiano. “Creo que lo fundamental para enfrentar el flagelo de la drogadicción y la violencia es atender las causas, con un nuevo criterio, no sólo pensar en medidas coercitivas”, dijo AMLO.
Enfatizó en la necesidad de abordar el problema con un enfoque humanista, y agregó que luchará contra el tráfico de fentanilo cuyo consumo en Estados Unidos deja más de 100 mil jóvenes muertos cada año. Abogó por ofrecer a los jóvenes oportunidades de empleo, buenos salarios, educación universitaria gratuita y otros tipos de motivación.
Los líderes se comprometieron a abordar los problemas relacionados con las drogas desde una visión no militarista, sino de atención a las causas, promoción de políticas sociales, cuidado del medio ambiente y centrarse en combatir la demanda antes que la oferta. Se congratularon de los compromisos firmados por los representantes al final de la conferencia.
Los países participantes en la conferencia se comprometieron en una declaración conjunta a abordar el problema mundial de las drogas de una manera “integral, multidisciplinar, equilibrada, exhaustiva, basada en pruebas y eficaz, lo que requiere abordar las causas estructurales”.
También coincidieron en la necesidad de romper los nexos perniciosos entre el tráfico de drogas y armas de fuego, la delincuencia organizada transnacional, la tala ilegal, la trata de seres humanos, el tráfico de emigrantes, el blanqueo de dinero y la corrupción.
Países latinoamericanos como Colombia, Ecuador, Perú y México se enfrentan a una violencia persistente derivada del narcotráfico y la presencia de cárteles. La violencia relacionada con las drogas se ha convertido en un problema social de primer orden en estos países y en sus vecinos.
La conferencia les brindó un espacio común para trabajar juntos en el diálogo sobre asuntos de drogas. Según información de la Cancillería colombiana, asistieron a la conferencia representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
Artículo publicado originalmente en Peoples Dispatch