Hace más de un mes que comenzó la guerra en Ucrania y se intentó, desde entonces, trazar un paralelismo con la República de China (Taiwán) y su relación con la República Popular China. Sin embargo, aunque existen características similares, se trata de dos conflictos muy diferentes entre sí.
Sobre esto dialogamos con Gustavo Cardozo, especialista en estudios asiáticos, docente y coordinador del Centro de Estudios Asiáticos en la Universidad Autónoma de Encarnación (UNAE) de Paraguay: las complejidades de ambos conflictos y la actualidad de los reclamos territoriales de Taiwán.
Cardozo sostiene que si bien la situación no es idéntica, es posible trazar algunas características importantes. En primer lugar los motivos étnicos. Los taiwaneses son mayoría Han – la etnia mayoritaria de China- y comparten valores culturales e idiomáticos con la República Popular de China. Tienen una historia común, cuyo punto máximo de inflexión fue la Guerra Civil.
Ucrania y Rusia, explica Cardozo, si bien tienen raíces eslavas comunes, ambos Estados avanzaron desarrollando su propia lengua y cultura. Esto no ocurrió entre Taiwán y China, inclusive en pleno proceso de enfrentamiento entre el Kuomintang y el Partido Comunista Chino. Sin embargo, tanto en Ucrania como Taiwán, la opinión pública apoya la adopción de la autoidentificación, marcando como una diferencia sus sistemas políticos.
En segundo lugar, se encuentra el componente económico: para China contar con Taiwán posibilitará dar un salto de calidad en materia tecnológica y económica, ya que la isla ocupa el cuarto puesto en Reservas de Divisas Globales, mientras que la República Popular China (RPC) tiene el primero. “La Isla se ha transformado en una economía dinámica en los mercados tecnológicos con una industria de alta tecnología, incluidas fábricas de semiconductores de clase mundial”, indica Cardozo.
Por otro lado, el especialista en asuntos asiáticos considera que Ucrania juega un rol fundamental en la red de gasoductos rusos hacia Europa del Este y en la necesidad urgente del Kremlin de crear un escenario espacio económico postsoviético.
En este contexto, no menos importante, Cardozo expone las características geopolíticas de ambos conflictos. Para Rusia, la incorporación de Kiev a la OTAN significa reducir su capacidad de acción soberana y de influencia sobre este país. Para Estados Unidos. y la Unión Europea, Ucrania no juega un rol estratégico tan importante como otros países, lo que explica la reticencia a involucrarse de lleno en el conflicto.
La posición geopolítica y la economía de Taiwán, como parte de una cadena de islas que se extiende desde Japón hasta Singapur, son fundamentales en el Indo-Pacífico para los intereses estadounidenses. EE.UU. defendería a Taiwán con todo su potencial militar en caso de un ataque de China.
“La posición geográfica de Taiwán tiene importantes significados estratégicos para el desarrollo sostenible de la economía china en el siglo XXI. Taiwán se localiza en el punto medio de la costa china, siendo la línea de transporte clave de hidrocarburos para Beijing, como así, para su posicionamiento en Asia oriental y sudoriental, reduciendo de esta forma cualquier limitación de parte de los EE.UU. y Japón”, añade Cardozo.
La historia de los reclamos de Taiwán
La separación se da luego de la guerra civil en China, cuando el Partido Comunista local liderado por Mao Tse Tung gana la guerra. Por entonces, el bando perdedor, el Kuomintang de Chiang Kai Shek, se refugia en la isla de Taiwán, ubicada en el mar meridional de China y cerca de Japón.
Desde 1949 cada uno de los bandos iba a defender la idea de la “China legítima”, es por eso que el Kuomintang nombra a la isla como República de China sosteniendo que eran el verdadero gobierno, a diferencia del Partido Comunista y la República Popular de China.
La idea principal siempre fue recuperar las tierras perdidas durante la guerra civil, e incluso Chiang Kai Shek fue más allá: deseó tener cada pedazo de tierra que alguna vez tuvo el Imperio Qing, quienes incluían a Mongolia como propia, y zonas de Afganistán, Pakistán, India, Myanmar, entre otras.
En la actualidad esta tendencia se complejiza, ya que se encuentra haciendo equilibrio de influencias políticas entre China y Estados Unidos. Taiwán se ha movido con algunos aciertos en este esquema “triangular”, teniendo en cuenta sus objetivos más amplios de prosperidad y seguridad. Taiwán busca generar su propia identidad a nivel mundial. Sin embargo, la presión diplomática y economía de Beijing ha sido muy eficiente en limitar este objetivo.
Debido a la presión de Beijing no es posible que los reclamos de Chiang Kai Shek sean viables en la actualidad, la decisión está centrada en la independencia o no de la RPC. Cardozo explica que los sectores más jóvenes taiwaneses, han desarrollado una mayor autoidentidad y tienen una importancia principal en las elecciones futuras, ven con buenos ojos la disminución de los lazos culturales con Continente; ellos no se consideran parte de China.
Si se asume esta realidad, la idea de una Sola China (que incluiría a Taiwán) no será posible a la brevedad por el fuerte rechazo social.