La ‘revolución democrática’
La estrecha relación entre Ucrania y EEUU tiene su origen más cercano en el golpe de Estado que este último apoyó explícitamente en 2014. Después de financiar por años a partidos y organizaciones no gubernamentales ucranianas, de derecha y extrema derecha, la administración Obama recogió sus frutos. La irrupción del movimiento de protesta que salió a las calles en contra de la decisión presidencial de no incorporarse a la Unión Europea, fue el preludio de una clara operación de cambio de régimen en la cual un gobierno pro ruso fue reemplazado por otro pro estadounidense. Para ello EEUU se valió de distintos grupos neonazis, nacionalistas, neoliberales y libertarios dispuestos a tomar la dirección de las manifestaciones y combatir violentamente por dinero y una cuota de poder en un eventual nuevo gobierno. Andrew Korybko escribió en Guerras Híbridas que “a diferencia de las Revoluciones de Colores anteriores [en Medio Oriente y norte de África], la de Ucrania fue violenta prácticamente desde el principio (…) Lo primero a recordar son las tácticas terroristas de Pravy Sektor y otros insurgentes armados durante los levantamientos de Euromaidán, cuando empezaron a lanzar cócteles molotov contra la policía el 1 de diciembre de 2013, diez días después del inicio de las protestas originales. Esta práctica se convirtió rápidamente en norma. El ya fallecido ex senador republicano y presidente del Instituto Republicano Internacional o IRI, John McCain, visitó a los rebeldes del Maidán el 14 de diciembre de 2013 y les dijo: “Estamos aquí para apoyar su justa causa, el derecho soberano de Ucrania a elegir su destino libremente y con total independencia. Y el destino que desean está en Europa”. La ‘elección libre’ propuesta por McCain fue en los hechos el derrocamiento por la fuerza de un gobierno democrático: el de Viktor Yanukovich.
El actual gobierno de Zelenski es un fiel sucesor de aquella insurrección promovida por Washington hace casi 8 años, no sólo por su política de alianzas con las potencias occidentales sino también por la impronta fuertemente antirusa, padecida por la población rusoparlante que habita el este de Ucrania. Los territorios ubicados en la región del Donbass que se separaron del país post golpe de Estado y se autoproclamaron repúblicas autónomas siguen amenazadas hasta el presente por la guerra que emprendió Kiev para restablecer su dominio.
La ‘inminente invasión rusa’
En diciembre pasado los más importantes medios estadounidenses y británicos comenzaron a hablar de un “movimiento inusual” de tropas en la frontera rusa y de “evidencia de que Rusia ha hecho planes para importantes desplazamientos agresivos contra Ucrania”.
Unas semanas antes, Foreign Policy había publicado que esa cantidad de soldados había sido movilizada por Rusia a principios de 2021 y que luego se había reducido.
Luego los medios occidentales se pusieron de acuerdo: la cifra de militares fotografiados por las redes de vigilancia eran 100.000 y habían sido enviados por Putin para invadir Ucrania.
Llamativamente esta información fue desmentida inicialmente por altos funcionarios militares de Ucrania, país aliado de EEUU desde el golpe de Estado de 2014. Alexéi Danílov, secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, dijo que las versiones de movilización de tropas rusas y la invasión inminente eran parte de una “estrategia de desinformación”: “Digámoslo así, lo que escriben no se corresponde con la realidad”.
A estas declaraciones se sumaron las de Serguéi Nikifórov, secretario de prensa de Vladimir Zelenski, mandatario ucraniano, quien afirmó que “el ministerio de Defensa considera esta información como un elemento de presión de carácter propagandístico o psicológico. Debemos preguntarnos para qué los medios estadounidenses difunden esta información y si es cierta“. Pasaron pocos días para que el presidente Zelenski, en un cambio repentino y contradictorio con las declaraciones previas de sus propios funcionarios, comenzara a adherir a las versiones estadounidenses que anunciaban la “inminente invasión rusa”.
A fines de un enero, sin la invasión rusa que medios y gobiernos anglosajones prometieron, Danílov volvió a referirse al tema: “Esto [la ofensiva] es imposible incluso físicamente… ¿Hay movimientos de tropas rusas en su territorio? Sí, los hay, no es una noticia para nosotros. Quizás es una noticia para nuestros socios extranjeros” (…) “Una invasión a gran escala requeriría tres, cuatro, cinco veces, mucho más de lo que está presente hoy.”
(…) “Últimamente han ocurrido muchos sucesos informativos en nuestro país. Mucha ficción paramilitar aparece en los medios.”
La administración Biden viene sosteniendo que Rusia intervendrá militarmente en Ucrania. Cuando comenzó esta escalada guerrerista, la Casa Blanca adhirió a las versiones de la prensa (basadas, a su vez, en declaraciones de miembros de inteligencia y funcionarios de su propio gobierno en carácter de anonimato) que advertían sobre una invasión inminente “en enero”. Pero la misma no ocurrió.
Durante las últimas semanas las contradicciones discursivas fueron aún más evidentes. El presidente estadounidense mencionó que la mentada “invasión rusa” podría terminar tratándose de una “incursión menor” sobre la que se discutiría “qué hacer o qué no hacer”, luego que la invasión era “prácticamente segura” y que debían “prepararse para el impacto”, luego que esto último era una falsedad del corresponsal de CNN y que la invasión podría ocurrir en febrero. El portavoz del Pentágono agregó más confusión alegando que la “inminencia” de la invasión rusa no significaba que sucedería “mañana” y que no se podía hacer una predicción exacta.
La inteligencia británica no se quedó atrás. Trató de instalar a través de sus medios afines que Putin estaba conspirando para instalar un presidente pro ruso en Ucrania. El informe publicado por el gobierno británico no incluye prueba alguna.
Finalmente, el presidente ucraniano Vladimir Zelenski, terminó solicitando al presidente Biden “calma” y “cautela” con los mensajes sobre la supuesta inminencia de invasión, ya que “corre el riesgo de causar pánico y consecuencias económicas negativas para Ucrania“. Esta versión publicada por CNN en base a conversaciones con funcionarios ucranianos fue luego desmentida por la Casa Blanca.
Zelenski está arriesgando su mandato al poner a Ucrania en la puerta de un conflicto mientras se empieza a sentir el inicio de una crisis que puede llegar muy lejos.