De Morena a Facundo: dos muertes evitables de un mismo origen

¿Cuáles son las conexiones dolorosas entre la muerte de una niña de 11 años y la de un hombre adulto que se manifestaba en su derecho y pacíficamente? 

En solo cuestión de horas, viramos de un escenario de dolor a otro. De una injusticia a otra. De una muerte (evitable) a otra (también evitable). 

Nuestro país se encamina hacia un futuro en donde las tragedias sociales se pueden seguir ampliando, porque el origen parece ser el mismo: una desigualdad que genera violencia, una descomposición social evidente, una economía en permanente fragilidad. 

En esta semana, la muerte temprana e insoportable de Morena Domínguez nos sacudió de un lado a otro. Nos hizo pensar en el futuro truncado de una niña que no podrá seguir yendo a la escuela, hacer amistades, crecer, transitar por la adolescencia, enamorarse, sufrir la vida, amarla, vivirla. 

Nos hizo pensar en la familia de esa nena (aunque casi nadie pueda ponerse en ese lugar). 

La inseguridad -que es un término muy acotado y todavía no suficientemente reflexionado- le arrebató su vida. 

Dos días después -48 horas después- la policía de la ciudad de Buenos Aires arrestó a un tipo llamado Facundo Molares. Facundo era militante y fotoperiodista. Estaba acompañando una manifestación pacífica de una organización social en el Obelisco. Algunos testigos dicen que se estaba por prender un cigarrillo cuando fue detenido. 

Entre cinco o seis policías lo tiraron al suelo con violencia, lo apretaron, no lo dejaron respirar. Facundo se puso morado. Una periodista que grababa el hecho les gritó a los uniformados que pararan. Lo hicieron, pero ya era tarde: Facundo murió.

Entonces, ¿Cuáles son las conexiones dolorosas entre la muerte de una niña de 11 años y la de un hombre adulto que se manifestaba en su derecho y pacíficamente? 

En primer lugar, como ya dijimos, las causas. Las causas de por qué Morena fue víctima de la inseguridad criminal y por qué Facundo salió a la calle a protestar. 

En el barrio de Morena, ubicado en la localidad de Lanús, la inseguridad es permanente porque existe una amplia gama de problemas sociales nunca bien encarados: desocupación, pobreza, narcotráfico, armamento clandestino, complicidad de las fuerzas de seguridad, complicidad del sistema político. 

Y en el caso de Facundo, su decisión de solidarizarse con una organización social, estuvo íntimamente relacionado a los problemas que terminaron erupcionando en Lanús (como en muchas partes de la Argentina) y que desencadenaron la muerte de Morena. 

La pobreza estructural de la Argentina. El hambre. La desigualdad cada vez más creciente. La economía concentrada en cada vez menos manos. La verdadera deuda que tiene que pagar el país. 

Por eso salió Facundo a la calle. Y por eso, irónicamente, murió. O como dicen sus compañeros: “lo mataron”. 

Estas dos muertes pudieron ser evitables, pero ya sabemos cuál fue el destino de Morena y el de Facundo. 

Por eso, lo único que nos queda a nosotros y nosotras -los testigos de un dolor que se extiende en la Argentina-, es sacar luz de todo esto. 

Cuando la inseguridad que hoy golpea acá y mañana golpea allá, nos vuelva a enfervorizar y sacar lo peor de nosotros y nosotras, tenemos que ser capaces de rescatar nuestro costado más humano y no pedir “mano dura” para resolver los problemas sociales.

Porque la mano dura no solo detiene a delincuentes con balazos por la espalda (si es que en realidad eran delincuentes), la mano dura también frenará los corazones de gente como Facundo. Los corazones como el tuyo o el mío.

En nuestro país ya se dieron demasiados procesos en donde la mano dura se instauró como una doctrina a través de sucesivos golpes de Estado y que terminó en un verdadero genocidio en la última dictadura cívico-militar, con secuestros, 30 mil desaparecidxs, asesinadxs, robo de bebés. 

Y actualmente, como si nada hubiésemos aprendido de ese pasado que aún hoy nos muestra una llaga abierta y dolorosa, las fuerzas de seguridad repiten los modus operandis del terror. En democracia, la tortura en comisarías, la muerte y la desaparición sigue siendo vigente. 

Entonces, por Morena, por Facundo, no caigamos de nuevo en esa receta fácil y auto-destructiva. La salida no es más mano dura. La salida es plantear los problemas más grandes de nuestra sociedad, -los más profundos- y demandar soluciones urgentes a nuestra clase dirigencial y política.

Que en estas elecciones las promesas no pasen solo por ver quién va a militarizar más las calles, también depende de nosotrxs. 

 

Que haya paz, mucho trabajo, igualdad y salud en nuestra Patria.