Las preguntas se acumulan en el invierno europeo, que está próximo a llegar. La guerra en Ucrania dejó en evidencia la relación del viejo continente con Rusia y la necesidad de su producción de gas para sobrevivir. Luego de las sanciones por la invasión a Ucrania, Rusia tomó medidas drásticas y cerró la “canilla” del gasoducto Nord Stream, de la empresa estatal Gazprom.
En este escenario, Europa tiene que salir a buscar el gas para abastecer de energía a su población. Pero al mismo tiempo, se encuentra en una contradicción con uno de los socios más importantes, Estados Unidos. Se podría decir que hasta entonces, los europeos se acostumbraron (y nunca debatieron de fondo) su modelo energético y el acuerdo con Rusia.
Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, manifestó este miércoles que el modelo energético con la Federación Rusa es cosa del pasado: “El suministro de energía barata por parte de Rusia era parte de un modelo comercial para muchas industrias europeas. Ese modelo se despedazó con el ataque de Rusia a Ucrania“, destacó la funcionaria alemana, para añadir que “ya no volverá”.
Los líderes de la Unión Europea (UE) deben definir una respuesta común para las alternativas que les proponen desde Estados Unidos, con quien existe una disputa por los subsidios y el precio de la producción de gas. Las empresas europeas están pagando el gas licuado muy caro y las importaciones desde norteamérica generarían una competencia desleal.
Así, el continente europeo debe enfrentar la crisis energética luego de sancionar a Rusia y además equilibrar la relación con Estados Unidos (su socio estratégico) sin que eso afecte a sus propias empresas. Sumado a los altos precios de la calefacción en los hogares, los alimentos y las manifestaciones populares en las calles.
Desde Rusia también se pronunciaron sobre esto, el domingo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov dijo que Europa “actualmente han cambiado la dependencia (del gas) de Rusia por la dependencia del gas natural licuado estadounidense”.
El vocero señaló también que se trata de “exactamente la misma dependencia”, solo con “mucha menos reciprocidad” y agregó “ahora, cuando los europeos pierden miles de millones de euros todos los días, estos miles de millones de dólares los están ganando en Washington”.
La búsqueda en los países árabes y africanos
Con la idea de diversificar los mercados, algunos países buscaron alternativas en naciones fuera de Europa. En el caso de Alemania, luego de las críticas en el mundial de Qatar 2022, firmó a fines de noviembre un acuerdo por 15 años con el régimen catarí para enviar gas natural que trata de sustituir los suministros rusos.
En dicha firma participan Qatar Energy, la firma estatal del país, y ConocoPhillips, que tiene participaciones en el campo de gas natural qatarí en aguas del Golfo Pérsico, que comparte con Irán. Lógicamente, el gas de qatarí no llegará lo suficientemente rápido para ayudar a Alemania a evitar la escasez de energía este invierno y, potencialmente, el invierno siguiente. Se espera que el acuerdo esté plenamente desarrollado para el 2026.
Así como en el medio oriente, varios gobiernos europeos (sobre todo el francés) se unieron a las empresas multinacionales de combustibles fósiles para desarrollar la industria de gas en África. Esto implica una rápida exploración, extracción e importación del gas fósil al continente europeo. Una alternativa rápida para salvar el déficit energético en Europa, a costa de la población de los países africanos.
Desde algunas organizaciones ambientalistas africanas, destacan las consecuencias que implicaría la expansión de la producción de gas fósil y cómo devastaría el ambiente natural, las comunidades y el clima.
Se aproxima el invierno europeo y el viejo continente ha demostrado no haber aprendido nada. No discutió su producción energética, no está logrando defender su industria ante Estados Unidos, busca más sanciones para Rusia y como si fuera poco, sostiene una política colonial con el continente africano, el pueblo que siempre paga por sus errores.