El mito de la Argentina blanca y europea

Esta idea recorre nuestro territorio hace 500 años. Nos enseñaron una versión que desconoce nuestras raíces ancestrales y deja por fuera una parte muy importante de nuestra cultura.

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En los años 90 llegué a la ciudad de La Plata. Con mi familia veníamos del norte donde éramos trabajadores golondrinas; el objetivo era una mejor vida. Una vez en la provincia de Buenos Aires nos insertamos en el cordón fruti-horticola donde vendíamos a “culata de camión” a un precio muy bajo.

Con el tiempo conocimos otras experiencias y recuperamos saberes ancestrales que hoy llevan el nombre de agroecología. La preparación de la tierra con bio-insumos; el uso de semillas sin procesos artificiales; abonos orgánicos. El trabajo cooperativo permitió que de a poco se vaya instalando otra forma de producir y mostrar la realidad del sector.

Estos saberes provienen de antaño, pueblos indígenas asesinados durante distintas campañas de colonización. Las resistencias en lugares inhóspitos y mantener viva la memoria nos permite recuperar esos conocimientos. Hoy la mayoría de los pueblos originarios de nuestro país viven en tierras donde no crece nada, y en las que sí, están resistiendo para no ser desalojados.

El resto, la mayoría de los nuestros, terminaron siendo peones rurales o mineros. En el Norte, las minas de Potosí donde se producía la plata que se iba a Europa, la Forestal donde se producía el quebracho para los ferrocarriles, las zafras azucareras manchadas con la sangre de la noche del apagón.

Ahora ese campo no necesita de nosotrxs, y por eso terminamos, en el mejor de los casos, en los cinturones hortícolas de las ciudades, cuando no, en las villas miseria trabajando de lo que podemos.

En los últimos años, pudimos hacer notar que producimos la mayor parte de los alimentos que se consumen, apostamos a que la población  pueda visibilizar la existencia de especuladores de precios que le pagan muy poco al productor o productora y le cobran muy caro al consumidor.

Evidentemente, queda mucho por hacer para que nos vean y nos reconozcan como parte de la patria, a muchos se les olvida que fuimos necesarios para construirla. Quizás llegó el momento de mirar menos a Europa y encontrar respuestas en América Latina.

El camino que tomó Bolivia de la mano de Evo, el desafío del pueblo hermano de Perú (con Pedro Castillo) nos muestran que una parte de la historia jamás contada, puede levantarse, caminar a paso firme y construir el sueño de la Patria Grande cambiando la Historia para siempre.