Javier Milei: un economista libertario en tiempos de redes

Economista, influencer, odiador serial, y un anti-keynesiano de pura cepa. ¿Quién es Javier Milei, el mediático que es seguido por cientos de jóvenes libertarios?

El personaje construido por Javier Milei combina una serie de dimensiones que lo destacan y lo vuelven muy potente en las condiciones de circulación del discurso público e incluso del discurso político en la actualidad.

Con pasado como docente de la UBA, tiene un recorrido como analista de riesgo en el mundo empresarial (trabaja para la Corporación América de Eduardo Eurnekian) y en los últimos años se transformó en un economista mediático por excelencia. Es más, podemos decir que Milei es hoy por hoy el economista más televisivo de todos —existe una especie de mímesis entre la televisión actual y su estilo—, y que ha sabido combinar como ninguno las habilidades del experto, el influencer y el polemista.

Javier Milei economista

Javier Milei, el economista mainstream 

Su momento de fama inicial puede indicarse en 2016, cuando empezó a frecuentar el programa Animales Sueltos. Desde ahí multiplicó su presencia mediática, potenció su circulación en redes sociales y hasta presentó su propia obra de teatro, al tiempo que escribió libros, dictó conferencias en espacios académicos y, recientemente, anunció su candidatura para las elecciones legislativas de 2021.

A lo largo de su trayectoria se erigió como un ecléctico defensor de la formalización matemática de la economía, a lo que luego le sumó las posiciones de la Escuela Austríaca de economía, con Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, dos padres fundadores del neoliberalismo, a la cabeza. Sus referencias teóricas se completan con Murray Rothbard, un economista estadounidense, discípulo inicialmente de Mises, que adhirió a las ideas libertarias y viró luego al conservadurismo, dando lugar a lo que definió como paleolibertismo.    

Milei toma de la Escuela Austríaca la perspectiva radical del laisser faire. Anti-comunistas y anti-keynesianos, los referentes de esa corriente proyectaron un modelo social basado en la libertad y la competencia. En donde el consumidor tiene el poder de comprar o dejar de comprar (teoría del valor subjetiva) y el papel del emprendedor es irremplazable por cualquier tipo de planificación centralizada. 

Así toda intervención en el proceso económico es considerada distorsiva ya que atenta contra una distribución natural. En línea con este ideario, Milei repite que lo mejor que se podría hacer con el Banco Central es dinamitarlo. 

Rothbard le agrega a esa perspectiva algunos elementos conceptuales y políticos a tener en cuenta y que son fácilmente identificables en el discurso de Milei. La idea negativa de la libertad (se alcanza cuando el individuo no tiene que constreñirse a un poder externo) se radicaliza al punto de postular la necesidad de privatizar todas las instituciones y de alcanzar un Estado minimalista. Esta visión exalta el papel de los empresarios, a quienes se coloca en un rol de casi benefactores sociales y, al anular cualquier perspectiva de regulación, construye una perspectiva anti-igualitarista. 

De ahí la idea de oponerse, en última instancia, al cobro de impuestos y a las acciones que implican un tratamiento diferenciado a los sectores oprimidos y menos beneficiados de la sociedad. Este último punto es significativo dado que se lo plantea invocando un espíritu contrario a cualquier privilegio. 

Para entender a Milei, vale la pena destacar dos cuestiones más que aparecen en Rothard. Por un lado, una vocación de intervención política que, en la búsqueda por disputar una base social de masas, lo llevó a reforzar un discurso anti elites políticas en nombre de un conjunto de valores conservadores (familia, anti-privilegios, primero EE.UU.), y de una edad de oro que está en el pasado (los Estados Unidos previos al New Deal). Por otro, un estilo provocador, incluso respecto a otros miembros de la familia liberal, que lo coloca como cuestionador de las formas políticamente correctas y de ciertas ideas que gozan un nivel alto de aceptación en ese universo. 

La mayoría de estos tópicos son estructurantes del discurso de Milei. Algunos se insertan sin mediaciones y otros son objeto de algunas elaboraciones originales.  En todos los casos, se trata de un discurso polémico, es decir se forja en función de ciertos contrincantes, sobre los cuales se realizan sendas operaciones de confrontación. Hay una primera vinculada a su posición de enunciación. Milei se para como un outsider del pensamiento económico y más recientemente del sistema político. Más precisamente se presenta como un bicho raro en “un país de zurdos y keynesianos”. 

 

A su vez, se coloca en una posición de superioridad, la del liberalismo respecto de la escuela keynesiana y del capitalismo respecto del comunismo. Para eso fuerza argumentos técnicos e  interpretaciones históricas, hace citas de autoridad descontextualizadas y recurre a ciertos lugares comunes. Descalifica a oponentes y también esboza imágenes de futuro cargadas de utopismo

 

Apoyándose en Rothbard, Milei da una vuelta de tuerca más respecto a la postura clásica en torno a dos cuestiones clave. 

Por un lado, los monopolios son nocivos cuando son estatales, no obstante pueden incluso ser deseables y cumplir un rol positivo si son producto de la acción emprendedora.Su  discurso se basa en una línea de demarcación que se repite, de un lado los empresarios, los trabajadores y los consumidores, del otro los políticos y los empresarios prebendarios. Y no se prima de usar ciertas figuras discursivas que demonizan al Estado y a los funcionarios políticos: 

“Si yo tuviera que elegir entre el Estado y la mafia, me quedo con la mafia. Porque la mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente. Y, sobre todas las cosas, la mafia compite”.

Milei y su idea de libertad

El discurso de Milei tiene también una dimensión utópica, casi futurista. A la hora de indicar un modelo que permita visualizar la aplicación de sus ideas el caso que menciona es tan extremo como provocador: la República Libre de Liberland. Se trata de un experimento político-social impulsado por un millonario checo, anclado en seis kilómetros cuadrados entre la frontera de Croacia y Serbia y en donde su fundador aspira a implementar un sistema de impuestos voluntario, en el que las personas pagarían lo que crean que deben pagarle al Estado de acuerdo a los servicios que provee. 

El ascenso público de Milei coincide con la crisis y desgaste de la experiencia kirchnerista y el arribo del macrismo al gobierno. En ese marco, para Milei, Juntos por el Cambio es un componente más de la casta política y no encarna un liberalismo auténtico. 

El último movimiento significativo hecho por Milei es el anuncio de que será candidato a diputado acompañando a Espert.. Defiende a Trump, se ve cercano al partido español Vox y se asumió celeste en el debate por el debate al aborto. A su vez, tiene vínculos regulares con agrupaciones de la región y con el Partido Libertario de Estados Unidos. 

Milei explota como pocos un estilo de lenguaje cargado de silogismos y afirmaciones contundentes que son seguidas de argumentos igual de simplificados. Su lenguaje es el de los medios masivos definidos por el sensacionalismo y la búsqueda de impacto, pero más aún es el de las redes sociales más agresivas. Es el lenguaje de los zócalos y también de los debates de twitter. 

A la hora de pensar en el atractivo que una figura como esta puede tener hoy en día, en especial entre los jóvenes, hay que agregar que Milei recupera la tradición del showman, suma cosas del stand up y se mueve como un experto en performances. Milei no solo da cuenta de un uso de las redes sociales cada vez más sostenido, su forma de intervenir -vaciada del clásico discurso argumentativo y demostrativo de los intelectuales— encaja a la perfección en una etapa del periodismo político atravesada por la superficialidad, el show y la polémica vacía.