La renuncia del primer ministro italiano Mario Draghi puso de manifiesto las diferencias domésticas que enfrenta la clase política del país para consolidar un gobierno fuerte. En entrevista con ARG Medios, el analista internacional y profesor Federico Larsen explica cuáles fueron los motivos que llevaron a la actual situación y anticipa lo que se viene de cara a las elecciones del 25 de septiembre.
ARG: ¿Cuál es el contexto político que lleva a la renuncia de Draghi?
Federico Larse: El gobierno era un gobierno de unidad nacional y al mismo tiempo un gobierno técnico, que en Italia fue la tercera experiencia con un apoyo parlamentario amplio. Sucede que el gobierno técnico asume generalmente con un programa bien definido. El programa de Draghi era llevar adelante la campaña de vacunación, llevar adelante las reformas que la Unión Europea pedía para entregar los 240 mil millones de euros del programa de resiliencia europeo post covid y además estabilizar el sistema político y económico de cara a las elecciones. Los dos primeros puntos se cumplieron pero en el medio aparecieron otros problemas, por ejemplo la guerra en Ucrania, que tiene que ver con posiciones diferentes dentro del mismo gobierno y, además, una serie de decretos que el gobierno quiso llevar adelante para ordenar las cuentas que generaron algún tipo de oposición interna a la gran coalición que sostenía al gobierno Draghi.
En líneas generales lo que había era un parlamento fraccionado con grandes incapacidades de conformar coaliciones que obtuvieran la mayoría parlamentaria para formar gobierno, de alguna manera se apoyó en Draghi para garantizar la gobernabilidad. Efectivamente ahora vemos que algunos grupos, fundamentalmente el movimiento Cinco Estrellas y la Lega, le quitaron definitivamente el apoyo. De todas maneras hay también un conflicto interno en el movimiento Cinco Estrellas, que es el partido más votado en las elecciones de 2018, lo cual también tiene mucho que ver porque una parte del partido presionó a la dirigencia para retirarle el apoyo a Draghi y fue lo que detonó la crisis.
¿Cuánto tiene que ver con esta crisis la guerra en Ucrania?
Italia se involucró como toda la UE en la guerra en Ucrania, con apoyo desde el punto de vista político, logístico y de envío de armas. La posición de Draghi y sus aliados siempre fue la de aumentar ese apoyo, que es una medida muy poco popular. Las encuestas indican que el 60% de la población está en contra del envío de armas a Ucrania, sin embargo los partidos políticos que sostenían a Draghi estaban de acuerdo. Y de hecho era uno de los principales puntos que Draghi puso para seguir cuando se dio la discusión en el senado. Eso dentro de algunos partidos hace ruido, por ejemplo la Lega, que históricamente tiene una posición muy cercana a Putin y con Rusia que es innegable y claramente Salvini y la Lega intentaron esconder pero fueron muy torpes en relación a su posición con el tema. Y en las bases el tema del financiamiento de las tropas ucranianas no cierran. Y después están los efectos de la guerra en Ucrania, como por ejemplo el tema del gas. Italia es el territorio por el cual entra la mayoría del gas que proviene de Argelia y Libia hacia el resto de Europa. Inclusive hay un gasoducto que viene de la zona del Cáucaso que atraviesa los Balcanes y llega directamente al sur de Italia. Entonces es muy importante Italia en ese sentido. De hecho Draghi se reunió con autoridades argelinas para una entrega más importante de gas. En ese ámbito hay una serie de encontronazos con los propios partidos que sostenían la mayoría.
¿Qué se puede esperar para las elecciones de este año? ¿Qué fuerza llega con más posibilidades?
El principal problema de las elecciones del 25 de septiembre es que son muy pronto. La campaña es extremadamente corta y eso deja prácticamente sin chances a las formaciones políticas más chicas para ampliar su participación en el parlamento. La mayoría de las agrupaciones políticas más chicas son las que harían coalición con la centro izquierda y muy probablemente van a perder votos. Esto favorece claramente a los partidos de derecha que ya tienen una intención de voto altísima, alrededor del 45%, lo cual les daría grandes chances a Salvini y Meloni de formar un nuevo gobierno de ultraderecha. Hoy por hoy la posibilidad más evidente es que se de ese escenario, una derecha ganadora y una interna entre Salvini de la Lega y Meloni de Fratelli d’ Italia para establecer quién va a ser el próximo jefe de gobierno. Está mucho más fuerte Meloni y desde el punto de vista político es la opción más peligrosa. Salvini en el último año, a partir de la guerra en Ucrania perdió mucha coherencia. De hecho Salvini apoyó el gobierno Draghi pero fue un apoyo muy de fachada, porque tenía ministros que formaban el gobierno y en el parlamento ayudaban a sostener al gobierno, al mismo tiempo apoyaban movimientos por fuera como el sindicato de taxistas, que históricamente es un sindicato muy ligado a la derecha, en contra de las medidas de Draghi. Y al mismo tiempo tenía esta posición bastante ambigua con respecto a la guerra en Ucrania. La posición de Salvini, que es quien lidera el partido, es más complicada de cara al electorado porque tiene que dar muchas explicaciones. Meloni en cambio es la líder del único partido en el parlamento que no apoyó al gobierno Draghi y que fue coherente de principio a fin. Aún siendo un partido de ultraderecha cuando arrancó la guerra en Ucrania, tuvo la idea electoral de inmediatamente condenar a Rusia, mientras todo el resto de las extremas derechas en Europa fueron bastantes más ambiguas con Putin, Meloni no. Inmediatamente apoyó la idea de enviar armas y cooperación militar a Ucrania y eso hoy por hoy es un capital político gigante. Es una formación con ideas muy claras, muy xenófobos, racista, en contra de los inmigrantes. Tienen este slogan de la “universalidad de la cruz”, que es parte de la cultura política de la que vienen. Son antifeministas, un discurso que es muy fácil de vender y esparcir por todos lados. Además al ser la única que no apoyó a Draghi, queda por fuera porque el modo en el que cae Draghi es visto como algo muy vergonzoso en Italia, fue muy escandaloso, la expresión de la incapacidad de toda la política italiana y Meloni no estuvo en eso.
¿Qué análisis se puede hacer de la renuncia de Draghi, teniendo en cuenta que con Johnson ya son dos primeros ministros que renuncian en Europa?
En ambos casos los dos caen por cuestiones domésticas. En el caso de Johnson tiene más peso la cuestión económica por causa del Brexit, cuyos efectos se empiezan a ver junto con los efectos de la pandemia y los efectos de la guerra en Ucrania. Hubo una huelga que fue la más grande en los últimos 40 años, hay paros por la inflación, son cosas que por más que quieran hacer pasar que Johnson renunció por las fiestas y los escándalos, la verdad renunció porque las condiciones económicas de Gran Bretaña son de las peores en las últimas décadas.
El caso de Draghi es diferente porque no estaban dadas las condiciones para llevar adelante las reformas que creían que Italia necesitaba. Eran reformas con un perfil claramente neoliberal, por más que se haya presentado como un técnico, no es un extraño de la política, fue presidente del Banco Central Europeo luego de la crisis de 2008 y es un economista de la élite europea. Pero renunció por una serie de inestabilidades típicas del sistema político italiano. No me parece que haya relación entre el caso de Italia y el de Gran Bretaña. Vamos a ver que pasa con otros gobiernos, está claro igualmente que gobernar en Europa en este momento donde no hay iniciativa, donde se sigue siendo tren de cola de Estados Unidos en política exterior, que está viviendo la incertidumbre gigante de lo que va a pasar cuando llegue el otoño en materia energética, que también vive los efectos de la post pandemia en el ámbito económico. Ser gobierno en este momento no es fácil para ninguna fuerza política, eso es claro.