Jair Bolsonaro en la presidencia de Brasil, Nayib Bukele en El Salvador, Lacalle Pou en Uruguay; el protagonismo de figuras como Keiko Fujimori que casi gana las elecciones en Perú y Javier Milei en Argentina.
Sintomático del fortalecimiento de los movimientos de derecha en América Latina, estas figuras, lejos de ser exóticas o excepcionales, tienen sus poderes e ideas sustentadas en procesos complejos y socialmente enraizados.
Aunque cada región tiene su propio contexto y particularidad, entre las bases comunes de los discursos de los movimientos reaccionarios del continente están la revitalización de una matriz conspirativa, la defensa de una libertad individual emprendedora y el empoderamiento de las fuerzas de seguridad del Estado.
Estos son algunos de los elementos analizados en Ropa nueva, hilos viejos: la peligrosa ofensiva de la derecha, Dossier 47 lanzado por el Instituto Tricontinental de Investigación Social.
Para la institución internacional, vivimos un momento en el que “la derecha adopta nuevas caras que se confunden con las antiguas y, al mismo tiempo, rompe con ellas”.
El origen de este fenómeno está, en opinión del investigador argentino Emiliano López, en una sensación generalizada de descontento con la crisis de los proyectos tanto neoliberales como progresistas.
Así, “se difunde un nuevo discurso del odio como forma de encontrar un culpable de las desgracias que ofrece un capitalismo cada vez más excluyente y una democracia burguesa en crisis”, argumenta López.
Lo nuevo y lo viejo
La crisis económica mundial de 2008 se destaca en el dossier como un punto de inflexión del que surgen las llamadas “empresas emergentes” de Silicon Valley, que con sus nuevas tecnologías reorganizan la dinámica capitalista e irradian perspectivas globalmente individualistas, xenófobas, racistas y machistas.
Para López, los soportes de estas ideas, que encontraron terreno fértil en las nuevas derechas latinoamericanas “fueron, por un lado, las redes sociales y, por otro, los nuevos impulsos de movilización de masas bajo ejes que apelaban al descontento”.
Combinando estos nuevos elementos, los movimientos conservadores en América Latina siguen, en el análisis del dossier, articulados con las derechas oligárquicas tradicionales de la región.
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“La vieja derecha no tiene un proyecto, pero tiene el poder económico y buena parte del poder político”, evalúa López.
“Y la nueva derecha, con discursos de odio y el uso de las nuevas tecnologías, actualizadas a los discursos del siglo XXI, trata de producir la idea de una utopía ultraliberal que interpele a los desencantados del sistema”, describe. “En todos los casos, sus ideas y acciones nos llevan a la barbarie”.
El discurso antisistémico
La crítica a la clase política, la corrupción en el aparato estatal o las empresas que monopolizan los medios de comunicación son ejemplos de agendas que hace años eran fácilmente localizables en las reivindicaciones de los movimientos de izquierda.
Hoy se disparan de la boca de personas que, como Bolsonaro en Brasil o Manini Ríos en Uruguay, están tan atadas a la clase política que critican como alejadas de la necesidad de que sus discursos sean coherentes.
Y es que, según el dossier del Instituto Tricontinental, las iniciativas de la extrema derecha en el continente latinoamericano “han ocupado el lugar de la denuncia del ‘sistema'”.
“Este es un problema muy importante: la izquierda y el campo popular no parecen estar siendo certeros a la hora de romper con las imposiciones de lo que Mark Fisher llama acertadamente ‘realismo capitalista'”, opina Emiliano López.
“Hasta cierto punto, la corrección política en el campo de la izquierda nos ha llevado a reducir el horizonte de sentido a lo posible, al pragmatismo, al electoralismo y al estatismo extremo como formas de resolver los problemas”, valora críticamente.
“Asumir esto implica repensarnos y saber que nuestros pueblos necesitan sueños, emociones, vínculos, alegrías y amor, no sólo soluciones tecnocráticas a problemas urgentes”, propone López.
Encrucijada
Analizando las especificidades de los escenarios políticos recientes en Brasil, Perú, El Salvador, Uruguay y Argentina, el dossier presenta la hipótesis de que “la clase empresarial grande de América Latina” se articula en torno a la idea de ser “anti” ciertos proyectos clasificados peyorativamente como populistas.
“Estos casos nos muestran que las clases dominantes de nuestra región están en una encrucijada: seguir apoyando un modelo de democracia burguesa ahora en crisis o dar el salto a una forma de gobierno autoritaria”, describe el texto.
Para el Instituto Tricontinental, las fuerzas conservadoras de los años 90 se basaban en una utopía de mercado, eficiencia y modernidad. Ahora, de forma diferente, la perspectiva estaría menos ligada a un futuro inminente que a la nostalgia de un cierto pasado imaginario.
Las defensas de los valores tradicionales, la familia, el ejército y la religión “vienen a llenar de sentido la nueva cruzada”.
“Hoy y siempre hay que buscar las soluciones a estos debates en los movimientos populares”, argumenta Emiliano López. Para él, “son los pueblos organizados los que tienen la sabiduría de enfrentarse a las derechas en todas sus formas”.
Este articulo fue publicado originalmente en Brasil de Fato. Pueden acceder al informe completo “Nuevas ropas, viejos hilos: la peligrosa ofensiva de las derechas en América Latina” del Instituto Tricontinental de Investigación Social aquí.