Lula recibió su diplomatura, pero el bolsonarismo agita un golpe

Con el acto de diplomatura del presidente electo, ahora todas las miradas están puestas sobre la asunción de Lula prevista para el 1 de enero en Brasilia, donde desde hoy simpatizantes de Bolsonaro prometen mantener un acampe para intentar impedir el cambio de gobierno.

Las próximas semanas serán cruciales para Brasil, a la espera de la asunción de Lula y la resistencia de los bolsonaristas.

Este lunes 12 de diciembre se realizó en Brasilia la diplomatura de la fórmula vencedora de la elección presidencial del pasado 30 de octubre. En un acto protocolar pero cargado de discursos contundentes contra el extremismo y los pedidos de golpe militar defendidos por los simpatizantes del actual mandatario Jair Bolsonaro, Lula y Alckmin recibieron un diploma firmado por el presidente del TSE (Tribunal Superior Electoral), el ministro Alexandre de Moraes. 

El documento certifica que la Justicia Electoral ha contado todos los votos, analizado las cuentas de los partidos, evaluado los recursos que cuestionaban el resultado de la elección y certifica que ambos están en condiciones de asumir el mandato de 2023 a 2026. Se trata de la última ceremonia antes de la investidura de Lula como Presidente de la República, que tendrá lugar el 1 de enero de 2023.

La fecha límite para la diplomacia es siempre el 19 de diciembre. Pero, a petición del equipo de Lula, el TSE programó la ceremonia para una semana antes. El motivo de acelerar este paso fue precisamente intentar enfriar a los movimientos impugnadores de las elecciones, que no han presentado ninguna prueba concreta que justifique cuestionar el resultado.

Sin embargo, celebrar la ceremonia de graduación antes de la fecha límite no es nada nuevo. Bolsonaro, por ejemplo, fue diplomado el 10 de diciembre de 2018 para poder ser operado al día siguiente. En aquel momento, el presidente electo aún se enfrentaba a complicaciones de salud debidas a la puñalada que recibió durante la campaña electoral.

En un discurso tras recibir el diploma, Lula dijo que el documento pertenece al pueblo brasileño que, según él, se ha ganado el derecho a vivir en democracia. “Este diploma no pertenece a Lula presidente, sino a una parte significativa del pueblo que ha conquistado el derecho a vivir en democracia. Te has ganado este diploma”, dijo el presidente electo, quien se emocionó hasta las lágrimas al recordar las acusaciones que sufrió en el pasado sobre ser un presidente sin diploma universitario. 

La emoción de Lula, otra vez como presidente después de haber estado encarcelado por una causa armada.

Como en 2002, tras ser electo por primera vez, mientras pronunciaba su discurso, Lula destacó que “recuerdo la osadía del pueblo brasileño en conceder para alguien tantas veces cuestionado por no tener diploma universitario…”.

“Quiero pedir disculpas por la emoción, quien pasó por lo que yo pasé en estos últimos años y ahora estar acá es prueba de que Dios existe y de que el pueblo brasileño es más grande que cualquier persona en este país”, continuó después.

Hacia el final de su discurso, el presidente electo destacó que “es con el compromiso de construir un verdadero Estado democrático, garantizar la normalidad institucional y luchar contra las injusticias que recibo por tercera vez el diploma de presidente electo de Brasil. En nombre de la libertad, la dignidad y la felicidad del pueblo”.

Tras las palabras de Lula, quien discursó fue el presidente del Tribunal Superior Electoral Alexandre de Moraes, una de las figuras más importantes de la política brasileña reciente. En su pronunciamiento, Moraes afirmó que la graduación atestigua el resultado electoral y la “plena victoria” de la democracia y el Estado de Derecho.

El presidente del TSE también criticó la difusión de noticias falsas, la incitación al odio y los ataques a la democracia. Dijo que se castigará a los responsables, para que no vuelva a ocurrir. “Esta diplomacia atestigua la plena e indiscutible victoria de la democracia contra los ataques antidemocráticos, la desinformación y contra el discurso de odio pronunciado por diversos grupos que, identificados, garantizo que rendirán cuentas, para que esto no vuelva a ocurrir en las próximas elecciones”, prosiguió Moraes.

Desde el triunfo de Lula, el bolsonarismo no lo acepta y hasta llegó a pedir la intervención militar.

Bolsonaro rompe el silencio

Simpatizantes del derrotado presidente Jair Bolsonaro (PL) se reunieron este lunes para protestar frente al Palacio de la Alvorada, residencia oficial del jefe del Ejecutivo, luego de que la seguridad de la residencia permitiera la entrada de los manifestantes a las inmediaciones del palacio.

Vestidos de verde y amarillo, los simpatizantes gritaron consignas como “quédate Bolsonaro”, “supremo es el pueblo”, “ladrón Lula su lugar es la cárcel”, además de críticas a los periodistas. Las manifestaciones antidemocráticas, que comenzaron tras la victoria de Lula el pasado 30 de octubre, se intensificaron tras el discurso que Bolsonaro dio el viernes frente a sus simpatizantes. 

“He estado prácticamente 40 días en silencio. Duele. Duele en el alma”, dijo el Presidente. Acompañado por los ex ministros Gilson Machado y Braga Netto, Bolsonaro también dijo que “todo se resolverá” en un “momento oportuno”. El Jefe del Ejecutivo dijo que debía lealtad al pueblo brasileño y que nunca antes había visto a una población salir a la calle para que un presidente siguiera en el poder. “Sólo he visto al pueblo salir a la calle para destituir al presidente”, declaró.

El próximo expresidente también dijo que “cada minuto es uno menos” y de que haría lo correcto. “A diferencia de otros, nosotros ganaremos […] Nunca me corrí de las 4 líneas de la Constitución y creo que la victoria también será así”, añadió. “Si algo ha ido mal, es porque he perdido mi liderazgo”, afirmó. “No voy a hablar de la otra parte política, pero ¿Cuál es el futuro de Brasil? ¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo se ha llegado a este punto? Tardamos mucho en despertar”.

Tras la diplomatura de Lula, el próximo gran evento político será la asunción del presidente electo, prevista para el día 1 de enero en la sede del gobierno en Brasilia.

Ante la situación de tensión creciente alimentada por Bolsonaro tras su discurso el pasado viernes, todas las miradas estarán puestas sobre el acto de asunción, donde el protocolo establece que el presidente saliente deberá entregar la banda al mandatario electo. Ante las expectativas sembradas por Bolsonaro sobre lo que puede suceder en los próximos días, se espera que las tensiones aumenten para intentar impedir la asunción del presidente electo.