Malvinas y la invasión permanente hacia nuestros recursos naturales

A 41 años de los que algunos consideran el “conflicto territorial más importante del planeta”, Malvinas juega un rol cada vez más destacado en la disputa por los recursos naturales.

Luego de la segunda usurpación a Malvinas en 1982, el archipiélago del Atlántico Sur se convirtió en lugar de inversiones para millonarias empresas que apuestan al potencial de la isla en la explotación de sus recursos naturales, mientras que el cuerpo militar para la “defensa” y el control de las rutas marítimas se fortalece y avanzan día a día sobre territorio argentino

Desde entonces, los ingleses se han extendido más de millón y medio de kilómetros sobre el área ocupada, coartando un tercio de todo el territorio continental argentino. En la ilegalidad y en silencio se desarrollan mega emprendimientos hidrocarburíferos. O millonarios montos provenientes de la pesca ilegal que posicionan a las Malvinas entre los diez países con el PBI más alto del planeta

“Argentina se levanta todos los días con un 20% de su territorio ocupado a solo 500 km de nuestras costas”, considera para ARG MEDIOS, Hubo Robert del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas de La Plata (CECIM). Las causas de su usurpación siempre estuvieron planificadas y giran en torno al manejo de los recursos naturales.

Los piratas del pescado y del petróleo 

El archipiélago del sur del continente cuenta con varios pozos hidrocarburíferos en la plataforma continental. Uno de ellos, ubicado en la Cuenca Norte, estuvo en etapa de exploración en 2010 y estipuló una producción de 80.000 barriles de petróleo por día, la mitad de lo que produce Vaca Muerta. 

La estadounidense Sea Lion fue la encargada de realizar las operaciones. Aunque en 2010 fue denunciada internacionalmente por realizar cuatro exploraciones de manera ilegal (en 1998, 2010-2013 y 2015-2016), sin licencias del Gobierno Argentino, tal como indica la actual ley 26.915 (anteriormente 26.659).

Desde ese momento el proyecto avanza y se vuelve a frenar por confiabilidad empresarial, dadas las precarias condiciones legales en las que está sujeta. Así sucedió en 2020 cuando se anunció la suspensión del proyecto y empresas como Premier Oil y Chrysaor Holdings, la minera BHP, BillitonNoble Energy y Edison Internacional, se retiraron del proyecto (las últimas dos por inhabilitación).

Desde 1996 a 2008, el ilegítimo gobierno isleño otorgó unilateralmente un total de 34 licencias de explotación: 7 en 1996, 10 en 2001, 14 en 2004, 2 en 2005 y 1 en 2008, según la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, de la Cancillería argentina.

Lo mismo sucede con la pesca, actividad que representa el 40% de su PBI, y que se realiza en la ilegalidad. Hasta la actualidad ya van 131 licencias otorgadas por el Gobierno británico, a través de su administración pesquera en las Islas Malvinas, para barcos de nacionalidad taiwanesa, coreana y española. Solo con el otorgamiento de licencias de pesca ilegales, el gobierno isleño inglés recauda 13 millones de libras aproximadamente.

Los problemas de esta actividad silenciosa tienen que ver con el control ambiental, laboral, y de seguridad a la navegación. Los impactos ambientales, económicos y sociales de esta actividad no están regulados, y afectan el futuro de la pesca en la región, así como también el balance de todo el ecosistema del Atlántico Sud-Occidental. Por otro lado, muchos de los barcos licenciados- la lista no es de acceso público-  han sido sancionados por otros países y organizaciones internacionales, por actividades de sobrepesca, esclavitud y tortura a bordo. 

Los destructores de ayer. Los silenciosos de hoy

El primer instrumento constitucional a mediados de los 90´ que inició a un proceso de “entrega de soberanía” fue la Declaración Conjunta de Cooperación sobre actividades costa afuera en el Atlántico Sudoccidental, el cual Argentina y el Reino Unido junto a Irlanda del Norte se suscribieron. Este mismo indicaba la cooperación bilateral entre ambos Estados con respecto a exploración y explotación de los recursos naturales.

 

En 2007, Argentina denunció internacionalmente la Declaración Conjunta suscripta en 1995, lo que le permitió jugar en otro escenario a la hora de reclamar por la soberanía de las islas y sus recursos naturales. Su consecuencia fue la denuncia en 2010 del descubrimiento del yacimiento de hidrcarburos en Cuenca Norte- el primero con potencial para ser comercialmente viable- “en el marco de las campañas ilegales de exploración”. 

El panorama cambió durante el macrismo, con la firma del Acuerdo Foradori- Duncan, donde la Argentina se comprometía a “levantar todos los obstáculos que impidan el desarrollo económico y sustentable en las Malvinas en lo referente a pesca, comercio e hidrocarburo”.

“Fue firmado de forma brutal”, sostuvo Hugo Robert, ex combatiente y referente del CECIM.  “Este pacto indicaba que de soberanía no se iba a hablar. Entonces sentarse con los británicos bajo el cumplimiento de los acuerdos y bajo el paraguas de soberanía, era perder siempre”, añadió.

El ilegitimo acuerdo Foradori-Duncan, que no fue rafiticado por el Congreso Nacional tal como lo indica la Constitución, quedón sin efecto recién el 2 de marzo de este año al pedido de los funcionarios de la Cancillería, como el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, y el Ministro de Relaciones Exteriores Santiago Cafiero. 

De todas formas, el ex combatiente sostiene que este gobierno no tuvo acciones concretas en el reclamo por la Soberanía de las Islas Malvinas, y que todas se trataron de “señales de acercamiento”,  pero que evidencian su carácter de “negociantes con la cancillería británica”.

“En las excusas siempre están los deseos de los isleños, pero a los británicos eso no les importa. Están por el Atlántico Sur”, afirmó Robert, mientras resaltó la característica bioceánica de Malvinas que resulta una puerta de entrada al otro lado del mundo.

“El 80% de lo que pasa por el Canal de Beagle- el principal canal bioceánico del comercio- va para los países del norte. Solo el 20% viene para acá”, dice Hugo Robert. “Por lo que, si el Canal de Panamá se bloquea, el único paso es por el Canal de Beagle, estrecho de Magallanes”, dice el ex combatiente.