Massa avanza en silencio mientras Bullrich y Milei intercambian golpes

El ministro de Economía y candidato a presidente logró algunas victorias políticas, pero actualmente lo que más lo beneficia es la pelea cuerpo a cuerpo que protagonizan Patricia Bullrich y Javier Milei. Los puntos fuertes y débiles de cada candidato opositor. 

Es cierto, la economía es el factor que más define una elección. Y por estos días, el malestar de las mayorías se mueve a partir de una inflación inaguantable, la devaluación de nuestros salarios y la incertidumbre por el futuro. 

Pero también es cierto que si esto fuese una verdad absoluta, la candidatura de Sergio Massa ya estaría acabada. Sin embargo, el ministro de Economía y candidato de Unión por la Patria tiene muchas chances de hacer una buena elección en octubre y meterse en un balotaje. 

Primero y principal porque es el candidato del peronismo; segundo, porque la oposición de Massa no es precisamente brillante. 

Milei al gobierno, Juntos al poder

Lejos de subestimar el fenómeno electoral que resultó ser Javier Milei, el correr de las horas va mostrando a un candidato inestable, poco preparado para el debate y con muy pocas propuestas posibles de concretar. 

También, el hecho de que Milei sea simplemente su propia candidatura y nada más. A lo largo de todo este año electoral, sus candidatos al interior del país no han podido lograr resultados significativos y a la fecha, el dirigente libertario no tiene ni un intendente de su color.  

Esto lo pone en serios aprietos si -finalmente- las mayorías lo eligen como presidente de la Nación. 

Es decir, Javier Milei no tiene apoyo político para poder gobernar y tarde o temprano deberá caer en aliados. Lo que -siempre en futurología- terminaría siendo Juntos por el Cambio. A partir de ese momento, su discurso “anti-casta” terminaría para siempre y quizás, su propia conducción política, también. 

En resumen: Milei tiene un potencial sorprendente, pero se trata solo de un dirigente, no de un movimiento. Y en caso de llegar a la Casa Rosada, podría terminar apoyándose de fuerzas aliadas, lo que le distorsionaría su imagen y posiblemente su gobierno. 

Bullrich cambió de rival

Por su parte, Patricia Bullrich es la dirigente principal de Juntos por el Cambio, quien ganó la interna y quien representará a la fuerza opositora que gobernó de 2015 a 2019 en Argentina. Un escenario corrido fuertemente a la derecha, la terminó dando por ganadora al interior del espacio frente a Horacio Rodríguez Larreta, pero ahora ese mismo escenario la incomoda. 

No logra destacarse frente a las explosivas declaraciones de Milei y en el primer debate presidencial, hasta llegó a correrlo por izquierda cuando defendió la educación pública. Quizás a modo guiño para sus aliados de la UCR. 

Visiblemente derrotada luego de una muy mala performance en el debate y a sabiendas que muchas encuestas la dejan fuera del balotaje, Bullrich instauró una nueva etapa en su campaña. Se trata sencillamente de cambiar de blanco: ahora ya no será Massa el principal adversario, sino Javier Milei. 

Prueba de esto es la reciente denuncia penal que la exministra erradicó hacia el actual diputado nacional, luego de que este asegurara que Bullrich fue “montonera” y “puso bombas en jardines de infantes”. Hecho no comprobado. 

Para intentar contrarrestar el avance del libertario, la candidata salió a exponer lo que más le falta a su contrincante: gobernadores. 

Todo esto ocurre mientras el ministro de Economía logró que el Congreso respalde su proyecto de ley para eliminar las Ganancias y el gobierno lance una batería de anuncios económicos, que si bien no alcanzan, muestran un Estado presente frente a la crisis económica. 

En política nadie puede decir que “2+2” es “4”, pero siempre siguiendo esta línea de análisis, el oficialismo podría lograr cierta estabilidad si continúa en este sendero y si -sobre todo- los dos principales opositores compiten entre ellos. 

El próximo debate presidencial del domingo 8 de octubre, podría dejar algunas señales al respecto. Después vendrán las últimas dos semanas previas a la elección. 

El gobierno puede aprovechar una oportunidad de oro.