“Mataron a uno”: los escalofriantes chats de los rugbiers minutos después de atacar a Fernando

Tan solo minutos después de golpear salvajemente en el suelo a Fernando Báez Sosa, los imputados se hablaban con chistes y con cierta frialdad a través de grupos de WhatsApp. La secuencia completa de los mensajes que estudia la justicia.

El primer teléfono peritado fue el de Blas Cinalli, el cual contenía audios que muestran que el equipo de rugbiers estaba consciente de que habían golpeado a una y más personas, y que incluso, podrían haberlo dejado en un estado crítico.

“Nos sacaron todos los patovicas, lo recagamos a palos mal”, dijo en un audio Cinalli a un interlocutor. “Nos agarraron del cuello, nos sacó la Policía, pero ganamos igual”, sumó.

Después continuó: “Ey, amigo, ni bien llegamos mandame, vamos a estar en la casa con Lucas y Ayrton”, en referencia a Pertossi y Viollaz.

Otro punto elocuente en el teléfono celular de Cinalli son chats en un grupo llamado “El club del Azote”, integrado por 13 personas de Zárate, que comienzan a festejar la golpiza mortal del grupo de rugbiers en la costa.  “Nos peleamos, ganamos contra unos chetos, los rompimos. Nos vamos al centro a premiar”, dice el mensaje escrito a las 5:08 de la mañana de aquel 18 de enero del 2020.

Minutos más tardes, en ese mismo grupo, otro integrante del chat pregunta: “¿Qué onda Blas, se dieron masa?”. A lo que Cinalli contesta: “Dos convulsionaron, a uno lo mandamos al hospital, sin signos vitales”. A continuación, detalla: “Le dimos murra a uno con ‘El Perto’, lo recargamos a palos, pero mal. Vinimos corriendo a casa”.

Los padres de Fernando.

Siempre en el teléfono de Cinalli, se puede comprobar otro chat fundamental para la causa: “Amigo, flasheamos. Creo que matamos a uno. Está todo Gesell diciendo eso. En Le Brique”, escribe el imputado a otra persona que no pertenecía al grupo “El club del Azote”. Ante esto, su interlocutor replicó: “Eh?? NOOO. AMIGOOO. Capaz porque no se levanta y quedó desmayado”.

A partir de allí, la situación cambia para los rugbiers, quienes comienzan a comprender la gravedad del asunto. “Amigo, dos grupos distintos dijeron que lo llevaron al hospital sin signos vitales. Ni ahí la flasheo, pero volvimos todos a la casa. No queremos salir”, escribe Cinalli.

Minutos después, el interlocutor de Cinalli confirma el asesinato: “Amigo, estamos acá. Me están diciendo que mataron a uno”.

Fernando y su pareja.

Sin embargo, la respuesta del rugbier pinta de cuerpo entero la frialdad y los rasgos deshumanizantes de quienes mataron a Baéz Sosa: “Yo sólo quiero tomar vino y fumar flores”.

Finalmente, a las 6:48 se activa el grupo de WhatsApp en el cual se encontraban todos los integrantes que golpearon en el suelo y terminaron con la vida de Fernando. Allí también participan otros involucrados y amigos, que no se encuentran imputados del crimen.

Allí, hablan para encontrarse en la casa. Allí, una de las primeras conversaciones es de un joven que no estuvo en el ataque a Báez Sosa, pero que quiere saber qué pasó. Y apunta directamente a Blas Cinalli: “Me contaron que te dieron masa, qué onda? Dale guachin contá, qué flasheás”.

“¿Qué? ¿Me querés sacar información? Ortiva. Nos vemos. Policía. Wachín”, responde de mal modo a Cinalli.

Ya a las 14:03 de ese 18 de enero, la policía había ingresado a la cabaña en donde se hospedaban los rugbiers y el chat finalizó con un mensaje de uno de los interlocutores del grupo que no se encontraba en Villa Gesell. “Mal ahí, mataron a uno. Están todos en cana.¿Qué pensás vos José? Estás ahí? Ah son una verga. Algunos salen por plata. A Blas no lo vemos más. Yo cuando me llegó la noticia del celu lo primero que pensé fue Blas”.