La región de Asia Pacífico se vio movilizada por la visita de Nancy Pelosi a Taiwán. El martes 2 de agosto llegaba a la isla la delegación de la Cámara de Representantes de Estados Unidos a una actividad que no formó parte de la agenda oficial y que no fue apoyada por todo el arco político norteamericano.
Aunque Pelosi sólo estuvo durante 14 horas en la isla, quien no tomó bien la llegada de la funcionaria fue el gobierno chino. Para Beijing significó que Estados Unidos violó su soberanía y que rompió con un acuerdo formalizado entre ambos países, en el que los estadounidenses aceptaron no entrar en la cuestión interna entre China y Taiwán.
El conflicto entre Beijing y Taipei lleva décadas. Luego de la guerra civil china, el partido perdedor —el Kuomintang— escapó hacia la isla de Taiwán y ahí crearon la República de China —Taiwán— , con las intenciones de ser una sola en algún momento. Sin embargo, esto último no ocurrió y Taiwán viene perdiendo reconocimiento internacional debido al crecimiento de la República Popular de China.
Taipei es un tema complejo para Estados Unidos, porque si bien acepta de manera diplomática a China, también otorga un gran apoyo militar a Taiwán. Pelosi justificó su llegada publicando en su cuenta de Twitter que: “Estados Unidos apoya a Taiwán: una democracia sólida y vibrante y nuestro importante socio en el Indo-Pacífico”.
“Nuestra visita es una de varias delegaciones del Congreso a Taiwán, y de ninguna manera contradice la política de larga data de los Estados Unidos, guiada por la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, los Comunicados Conjuntos de Estados Unidos y China y las Seis Garantías. Estados Unidos continúa oponiéndose a los esfuerzos unilaterales para cambiar el status quo”, sostuvo la representante del Congreso Norteamericano.
Ese mismo día la República Popular de China comunicó que iba a realizar ejercicios militares en el Mar Meridional de China, del 2 al 6 de agosto. Por otro lado, anunciaron que del 1 al 4 de agosto realizarían un simulacro con fuego real en parte del mar Bohai, que fue lo que terminó ocurriendo.
Lo que Beijing defiende es la idea de “una sola china” y reivindica a la isla de Taiwán como propia. Hace unas semanas dialogaron mediante una conversación telefónica Xi Jinping, el presidente chino, y Joe Biden, presidente norteamericano. El tema de Taipei fue principal en una charla de más de dos horas y trascendió a la prensa una frase de Xi a Biden a modo de advertencia: “No jugar con fuego”.
El mismo presidente estadounidense le habría respondido igual que el ejército norteamericano, mostrando desacuerdo respecto a la visita de Pelosi a Taiwán, aunque aclaró que los poderes son independientes entre sí y no le iba a pedir a la delegación que desista de su idea.
La gira oficial de Pelosi
La funcionaria norteamericana tenía una agenda oficial en la que se comunicaba que visitaría Singapur, Malasia, Corea del Sur y Japón, en ese orden. Aunque en Malasia sólo estuvo unas horas y viajó desde la capital de ese país, Kuala Lumpur, a Taiwán. El resto de la agenda se mantuvo igual.
Donde mejor la recibieron fue en Japón. Allí se reunió con el primer ministro Fumio Kishida y ambos cuestionaron la actitud de China con respecto a Taiwán. Por otro lado, ambos dirigentes expresaron que Estados Unidos y Japón van a colaborar firmemente para preservar la paz y la seguridad en el estrecho de Taiwán.
Otra de las objeciones del gobierno japonés hacia China se produjo porque algunos misiles habrían caído en aguas cercanas a Japón, varios de ellos dentro de su zona económica exclusiva. Kishida manifestó que se trata de un asunto grave que corresponde a la seguridad del país y de su pueblo.
Antes de llegar a Japón, la funcionaria norteamericana visitó Seúl donde no la recibieron tan bien como esperaban. El presidente Yoon Suk-yeol no se reunió con ella, dialogaron por teléfono, según voceros del gobierno surcoreano. ¿Las razones? Al parecer el presidente tenía programadas sus vacaciones de verano justo en esta fecha. Sin embargo, esta versión resulta extraña, ya que Yoon es un férreo aliado norteamericano. Aún así en este contexto decidió mantener cautela.
Otro de los actos simbólicos de Pelosi fue visitar la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte, lo que se conoce como el Paralelo 38. En el sur de la península se encuentran alrededor de 30 mil soldados estadounidenses custodiando dicho territorio, ya que el fin de la guerra de Corea (1950-1953) nunca se firmó, sólo se acordó un “alto el fuego”. Y una demostración de que el conflicto sigue vigente es la declaración del líder norcoreano Kim Jong-un, quien durante un nuevo aniversario del cese del fuego en la península — el 28 de julio pasado— declaró que estaba preparado para una batalla contra Estados Unidos. La visita de Pelosi a la frontera entre Pyongyang y Seúl tal vez sea una respuesta para Corea del Norte.
Posteriormente, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores norcoreano, respondió a llegada de la funcionaria estadounidense: “La situación actual demuestra que la injerencia sin escrúpulos de Estados Unidos en los asuntos internos y las provocaciones políticas y militares intencionadas son la causa fundamental del daño a la paz y la seguridad de la región”, sostuvo.
Este fin de semana Nancy Pelosi vuelve a Estados Unidos, mientras los países de Asia Pacífico deberán apagar todas las llamas que dejó encendidas.