El Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil de Mar del Plata dio lugar a la suspensión del Trigo Transgénico HB4 en la provincia de Buenos Aires, luego de que cientos de personas y productos agroecológicos presentaran un recurso de amparo para resistir a la nueva semilla genéticamente modificada.
El trigo ya había sido aprobado en octubre del año pasado y desde un comienzo, organizaciones ambientalistas, científicos, abogados y productores habían denunciado que el mismo generaría consecuencias graves para la salud humana y el ambiente. Es que el mismo es pensado para ser más resistente a las sequías y su producción requiere de la aplicación de un agroquímico denominado glufosinato de amonio, potencialmente cancerígeno.
En el amparo colectivo presentado el año pasado se aseguraba que el mismo era ilegal y peligroso “por no poseer la declaración de impacto ambiental prevista por ley ni la licencia social, que debe obtenerse en una instancia de participación ciudadana”.
Ahora, el fallo al cual tuvo acceso ARG MEDIOS de parte del Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil Nº 2 de Mar del Plata, a cargo del doctor Néstor Adrián Salas, determinó la suspensión provisoria del polémico trigo transgénico, presentado así un precedente importante, no solo a nivel provincial si no nacional.
“La acción colectiva se interpone desde la convicción de que el modelo agroindustrial está agotado. Y además se manifiesta en la demanda judicial que es inconstitucional, porque viola el paradigma ambiental tanto de la Constitución nacional como de la provincial, dado que estamos hablando de estos insumos externos que se han incorporado a la agricultura, como los agrotóxicos y transgénicos, que provocan daños irreversibles al ambiente, a la biodiversidad, y afectan severamente a la salud humana”, añade en los argumentos el recurso de amparo.
Por su parte, Lucas Landivar, integrante del colectivo Generaciones Futuras y abogado que impulsó la medida cautelar, aseguró en diálogo con el portal Canal Abierto que “entre los argumentos, figuran las consecuencias que tuvimos y tenemos por la expansión de la soja transgénica y el glifosato desde 1996 hasta la actualidad, en el aire y el agua, los residuos en la leche materna, aumento de cáncer, abortos espontáneos y en general el incremento de enfermedades diversas en los pueblos fumigados, y riesgos de daños graves a los Consumidores y sus familias, violando las garantías de las generaciones futuras; en definitiva, preguntamos por qué deberíamos aprobar este nuevo OGM (organismo genéticamente modificado) con esos resultados”.
Este producto desarrollado con tecnología argentina está principalmente capitalizado por el grupo Bioceres, de Hugo Sigman, así como el grupo de investigación del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (CONICET-UNL).
Pese a esta decisión, la comercialización del trigo transgénico en Argentina continúa parcialmente bloqueada porque desde Brasil –el principal comprador- no decide todavía si importar el HB4.