Triunfo de Macron: fortalecimiento del atlantismo en una UE en crisis

Europa se encuentra en una situación tensa marcada por las múltiples crisis, el refuerzo del bloque anglosajón, las contradicciones y diferencias al interior de la UE, las limitaciones en las decisiones políticas conjuntas y por supuesto la crisis ucraniana.

La región europea viene atravesando contradicciones y tensiones entre los representantes de distintos países, sus intereses y propuestas regionales.

Durante el mes de abril se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en Francia, una de las más importantes y decisivas para Europa.

El domingo 10 se realizó la primera vuelta que consagró a Emmanuel Macron (27%), y a Marine Le Pen (23%), como los candidatos elegidos para el balotaje. Si bien los sondeos anticipaban estos resultados, la primera ronda develó un amplio apoyo al candidato de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon (22%).

La segunda vuelta se desarrolló el domingo 24 y los resultaron consolidaron un nuevo mandato para Macron con un 58% de los votos. Por su parte, Le Pen recibió un 41%, y se llegó a un récord del 28% de abstención total.

Si bien la extrema derecha representada por Le Pen no se consolidó en el poder, es la primera vez que obtiene un apoyo electoral tan alto. En las elecciones de 2002, el padre de Le Pen llegó al 17% contra Jacques Chirac, y en 2017 Marine Le Pen consiguió el 34% también frente a Macron.

En esta oportunidad, llegó al 41% con fuerte apoyo entre las personas de 25 a 59 años, en las áreas rurales, los trabajadores y empleados. Sin embargo, esto no implica que todo el electorado de Le Pen sea de extrema derecha, también canalizó votos a partir del enorme descontento hacia Macron.

Informe “Élection présidentielle. Sociologie des électorats et profil des abstentionnistes”. Fuente: ipsos.com

¿Qué implica para Europa?

Un análisis previo a las elecciones desarrollaba la preocupación ante la posibilidad de que la victoria de Le Pen en Francia incentivara, fortaleciera y consolidara un bloque de oposición al interior de Unión Europea (UE), representado por sectores de extrema derecha o nacionalistas. 

No obstante, con la derrota de Le Pen, pero también con la derrota de Jansa en Eslovenia y las tensiones entre Hungría y Polonia debido a la crisis ucraniana, el bloque de extrema derecha, que venía ganando terreno dentro de la UE, hoy se ve debilitado.

Por eso, varios líderes europeos respiran con alivio la reelección de Macron. Al respecto, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, twitteó: “En este período convulso, necesitamos una Europa sólida y una Francia totalmente comprometida con una Unión Europea más soberana y más estratégica. Podemos contar con Francia 5 años más”.

Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, expresó: “Espero continuar con nuestra excelente cooperación. Juntos, haremos avanzar a Francia y Europa”.

En tanto, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, hizo lo propio al manifestar que “un liderazgo fuerte es esencial en estos tiempos inciertos y su incansable dedicación será muy necesaria para abordar los desafíos que enfrentamos en Europa”.

Sin embargo, la región europea viene atravesando contradicciones y tensiones entre los representantes de distintos países, sus intereses y propuestas regionales. Se puede observar en las dificultades a la hora de tomar posiciones conjuntas o de aprobar acuerdos. 

Podemos identificar una fracción denominada europeístas/continentalistas que persiguen objetivos estratégicos centrados en los intereses de ciertos grupos de elites que, no necesariamente siguen al eje anglosajón, pero que proponen ideas de mayor autonomía de la UE para fortalecer ese espacio. Otro sector denominado atlantista/globalistas alineado a los intereses del eje EEUU-Reino Unido-OTAN. 

Por último, se suma este otro grupo de extrema derecha o nacionalistas que buscan una transformación desde dentro del bloque Comunitario. Por supuesto, es necesario aclarar que estos diferentes sectores guardan sus propias contradicciones, se relacionan y no se expresan de manera tan tajante. Aún así poder identificarlos permite trazar ejes de análisis a la hora de comprender ciertos procesos que suceden en la región, como las elecciones en Francia o la crisis ucraniana.

Por lo tanto, si bien el bloque de extrema derecha pierde fuerza al interior de la UE, es un sector al que hay que seguir prestando atención. Sobre este punto, el investigador del CONICET, Gabriel Merino, habló con esta periodista y explicó que se tratan de “reacciones antiglobalistas dentro del Centro”. “Son reacciones más radicales, no son matices o tensiones secundarias como las del globalismo con el europeísmo más continentalista, hay contradicciones más profundas porque impugnan el atlantismo, la OTAN, impugnan el globalismo en todos sus sentidos”, sostiene.

Ni Macron, ni el proyecto europeísta poseen el suficiente poder, ni fuerza, ni voluntad política para enfrentar los desafíos actuales.

Contradicciones y ‘desencantos’ que someten a Europa 

Ahora bien, aunque la victoria de Macron refuerza al globalismo -el ala atlantista en la región-, Merino explica que “está golpeado” ya que la aparición de Le Pen por derecha o Jean-Luc Mélenchon por izquierda, implica que, más allá de que se hable de ideologías distintas, se “está expresando el desencanto con el globalismo (atlantismo) y con el europeísmo”.

Esto significa que en toda Europa “lo que estamos viendo es que por abajo hay una crisis más fuerte que se expresa, por izquierda o por derecha en términos ideológicos, pero que corresponde a cada vez más abajo de sectores de pequeña y mediana burguesía, de sectores de clases trabajadoras, de sectores de inmigrantes pobres que son también laburantes informales, es decir, todo un caldo de cultivo cada vez más desencantado, tanto del globalismo como del proyecto europeísta y que quiere una reformulación, pero que todavía eso no se expresa de forma clara o se expresa a veces de forma de ultraderecha con xenofobia, etc.. o con expresiones híbridas”, afirma Merino.

Por su parte, Macron ha intentado ser un actor geopolítico de peso liderando el proyecto europeísta, instalando la idea de una mayor autonomía estratégica para Europa e incluso un ejército europeo propio; distanciandose de Washington después de que lo dejaran fuera del AUKUS y rompieran uno de los principales acuerdos de submarinos entre Francia y Australia;  o buscando mediar al comienzo de las tensiones entre la OTAN y Rusia (2021-2022). 

Pero ni Macron, ni el proyecto europeísta poseen el suficiente poder, ni fuerza, ni voluntad política para enfrentar los desafíos actuales. Incluso, Alemania (su mayor socio) parece haberle soltado la mano en cierta medida cuando decidió paralizar el Nord Stream II, uno de los proyectos más importantes y tangibles que camina hacia la idea de europeísmo. También, cuando permitió que el Ejército de Estados Unidos decidiera reactivar el 56º Mando de Artillería, en Mainz-Kastel (Alemania), una unidad nuclear armada con misiles hipersónicos de largo alcance “Dark Eagle”, o cuando en febrero de este año aceptó el envío de 7000 soldados estadounidenses a su país.

No obstante, Macron no representa exclusivamente al europeísmo. La complejidad de su liderazgo se explica, como dice Merino, porque contiene un “híbrido”, ya que si bien el presidente francés tiene un componente globalista muy fuerte, también expresa el poder de la élite, de las clases y grupos dominantes en Francia. Por lo que trata de sintetizar y expresar el europeísmo y el atlantismo, con la complejidad que implica toda mediación política como actor político.

Pero también se explica debido a la gran problemática patente de Europa de ser un ‘protectorado estadounidense post segunda guerra’. Como analiza Merino: “Si bien hubo un proceso de integración muy fuerte y se convirtió en una potencia económica importante, sigue teniendo una subordinación político estratégica que se ve en los momentos de crisis”. 

La OTAN nunca retrocedió en Europa y ese fue uno de los motivos de la guerra en Ucrania.

En ese sentido, la crisis ucraniana pesa más en la decisión del camino estratégico de la Comunidad Europea que cualquiera de sus otras múltiples crisis (energética, alimentaria, abastecimiento, refugiados) y más que el proyecto europeísta que venía encabezando Macron, que si bien había ganado terreno durante el mandato de Trump, hoy con el gobierno de Biden, se enfila detrás de los intereses del eje anglo-estadounidense. 

Esto se refuerza en la Brújula Estratégica aprobada el mes pasado por el Consejo Europeo y todos sus Estados miembros. El politólogo Yunus Soner explica que, “con Rusia, Turquía y China como adversarios, y la vecindad europea como foco regional, la Unión Europea refuerza la Alianza Transatlántica con Estados Unidos y la OTAN como pilar principal en su perspectiva estratégica”. Al punto de aclarar que la idea de autonomía estratégica implica un complemento a la OTAN, y no su contraparte.

Atrás queda el objetivo de Von der Leyen de construir una UE o una Comisión Europea geopolítica como actor de peso internacional.

La situación en Europa está muy tensa, las múltiples crisis que venían atravesando se profundizaron a partir de la pandemia y se agudizaron aún más con la crisis ucraniana, se encuentran nuevamente bajo el ala estadounidense, divididos al interior de la UE y limitados en decisiones políticas propias. 

Merino reflexiona que “esa situación en algún momento en Europa estalla para algún lado. No es casual que empiecen a resquebrajarse los sistemas políticos, vemos expresiones de estas nuevas derechas pero también otras expresiones, el propio Mélenchon, insisto, puede ser un síntoma de una crisis, aunque en este caso por izquierda”.

Varios de los acontecimientos se encuentran en pleno desarrollo por lo que hay que seguir de cerca las decisiones y caminos que adopten los líderes europeos frente a los nuevos desafíos internacionales que hoy se disputan en el tablero geopolítico mundial.