Vientos de Libertad cumplió 16 años desde que un grupo de pibes en rehabilitación decidieron ayudar a otros como ellos, quienes se encontraban en el consumo de drogas. Allí se formó la primera Casa Comunitaria en General Rodríguez.
Sin embargo, la historia de la organización comienza un tiempo antes, en 2003 en la localidad de William Morris, cuando un grupo decide abrir un primer merendero, donde además de dar de comer a los niños, niñas y adolescentes, empezaron a hacer prevención.
Con los años 90 todavía cerca y con una sociedad rota por las políticas neoliberales y ante esa falta de acción por parte del Estado, Vientos de Libertad decidió crear dispositivos para dar respuestas a la problemática del consumo.
En 2006 se formalizaron como asociación civil y desde allí crecieron sin interrupciones. Por estos días, Vientos de Libertad cuenta con 13 casas comunitarias y 86 centros barriales que están en todo el país, constituyéndose así como una de las pocas experiencias comunitarias que se plantea resolver la problemática del consumo, no de manera individual, sino a través de una salida colectiva.
En la organización se trabaja en varios planos, dos de ellos tienen que ver con los dispositivos de centros barriales y el otro, las casas comunitarias. Los primeros son centros integradores, lo que buscan es trabajar en la prevención.
Con fuertes historias de vida y una lógica de construcción que no se detiene ni baila al ritmo de la burocracia, en Vientos de Libertad se construyen las respuestas que el Estado no brinda.
Así es como surgen las primeras casas comunitarias en General Rodríguez, Marcos Paz e Isla Silvia. Esos primeros espacios fueron tomados por la organización. Se trataban de lugares abandonados o desocupados, donde Vientos de Libertad construyó una respuesta para miles de pibes y pibas que atraviesan por el consumo.
Actualmente, viven 965 compañeros y compañeras y 43 hijos e hijas en las casas comunitarias de Vientos de Libertad. Allí se brinda acompañamiento y contención a quienes voluntariamente decidan realizar un proceso de transformación.
Mientras que en los 86 Centros Barriales distribuidos en distintos puntos del país, asisten alrededor de 25.000 personas. En sus 16 años de vida, la organización acompañó a más de 3.000 personas para que logren transformar sus vidas.
Asimismo, desde mayo del 2018 Vientos de Libertad cuenta con una Casa de Mujeres, disidencias y niñeces, donde viven mujeres y disidencias que están atravesando su proceso y pueden hacerlo incluso con sus hijos/as. La idea de maternidades e infancias libres fue central para la concreción de esta casa.
En estos centros, hay talleres de murga, arte terapia, zumba, escritura y poesía, manualidades historia, de oficio, de cooperativas con iniciativas productivas y talleres de formación, entre otros tantos. De estos talleres surgió “Historias y verdades”, una propuesta literaria en forma de revista, realizada en el taller de escritura de Vientos de Libertad Luján. La confeccionan mujeres en rehabilitación de consumo de drogas, por lo que el consumo está presente, pero no es una revista sobre esa temática o para quienes se están rehabilitando, son simplemente mujeres hablando, con historias para decir, contar y compartir.
Como en el juego del pacman, el capitalismo nos propone un laberinto, donde no hay más que persecución y violencia. El pacman, quienes vivimos en este mundo, parece que solo puede escapar consumiendo. Sin embargo, la salida es pasar a otro nivel. Una especie de profundización del consumo. Es decir, para el sistema no hay salida más que el consumo. Las píldoras que se van consumiendo en el juego sirven para sobrevivir a los fantasmas pero solamente por un rato. La gran diferencia es que en el pacman existen tres vidas, y los pibes y las pibas tienen sólo una.
La analogía del pacman sirve para explicar la posición de Vientos de Libertad respecto al consumo. Es que la organización comprende que la problemática es producto de un contexto de desigualdad socioeconómica y acceso precario o nulo a derechos básicos de la vida como educación, salud, trabajo y vivienda.
A diferencia del mundo que nos rodea, donde prima el individualismo y donde se disocian las consecuencias de un sistema que produce desigualdad con la realidad que atraviesa una sociedad, desde Vientos reafirman que el problema del consumo no es individual sino un problema social. Se trata de un sistema que deja afuera a los pibes de acceder a una vivienda, al estudio, a la salud para más tarde castigarlos y perseguirlos judicialmente.
El después de todo proceso de transformación es una de las patas débiles de otros espacios de acompañamiento. Por eso, desde Vientos se plantean darle continuidad a ese acompañamiento en una etapa posterior, garantizando derechos básicos negados por la sociedad y el Estado.
Junto al Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), organización de la que es parte Vientos de Libertad, buscan generar puestos de trabajo para diferentes compañeros y compañeras que atraviesan procesos en las diferentes casas.
Ese es el caso de la Cooperativa «Bloquera Libertad», una unidad productiva que construye baldosas y bloques de cemento llenos de sueños y futuro. La bloquera como otros tantos espacios del MTE son una oportunidad de reinsertar a la sociedad a pibes y pibas que en realidad nunca fueron incluidos.
Narcotráfico, el verdadero enemigo
Los años 90 quedaron atrás, pero sus consecuencias siguen vigentes en nuestra sociedad. A aquellos tiempos se les suma años de falta de políticas de Estado con respecto al consumo problemático, cuatro años de macrismo y dos de pandemia. Situaciones que abonaron un terreno fértil para que las estructuras del narcotráfico, sus redes y los acuerdos políticos y policiacos explotaran por todos lados.
Con el famoso caso de la “Puerta 8”, todas las pantallas de los televisores y tapas de diarios se llenaron con la «cocaína cortada», se dispararon memes sobre el consumo y se hicieron chistes con las declaraciones del ministro de Seguridad, Sergio Berni.
Entre tantas horas de tele y memes, poco se informó sobre la estructura del narcotráfico. Minuto a minuto los grandes medios volvieron a machacar sobre este flagelo en los barrios populares, aunque no nombraron ni una palabra de los empresarios, jueces, policías y políticos que participan del negocio.
Por algunas de estas razones, los 16 años se festejan con un sabor agridulce, mientras que gracias a la organización y el trabajo diario, los dispositivos crecen y dan cada vez mayor respuesta.