El pasado jueves 26 de enero el dólar paralelo cerró a $385. La brecha con el tipo de cambio oficial mayorista se ubica en el 107,7%, su mayor nivel en esta semana. La divisa informal acumula un alza de $ 41 en lo que va del año y de $ 9 en la semana. El Banco Central (BCRA) volvió a resignar divisas y vendió el miércoles u$s 45 millones para atender la demanda en el mercado.
El 13 de enero el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que la inflación del 2022 fue de 94,8%. El acumulado del año pasado fue el más alto desde 1990, cuando se ubicó en 1343,9%, y sustancialmente por arriba del 57,7% que la anterior gestión económica, conducida por Martín Guzmán, había calculado para el Presupuesto 2022.
La variación mensual se ubicó apenas por encima del número que había adelantado días atrás el ministro de Economía, Sergio Massa, quien aludió que el Índice del Precio al Consumidor (IPC) del duodécimo mes del 2022 tendría “un cuatro adelante”. Las consultoras privadas también habían previsto ese nivel. Parecerían no escandalizar los índices siempre y cuando haya previsibilidad.
Como si fuera poco, durante una entrevista concedida a la agencia The Associated Press, el Papa Francisco se refirió a la situación social en Argentina. Calificó de “impresionante” la inflación que padece el país y se mostró preocupado por el nivel de pobreza. Se refirió también a que existe una “pobreza peor que la que registra los números oficiales”. Esa pobreza que se siente día a día, esa la que no cabe en una planilla de Excel, es la que pareciera no importar siempre y cuando haya previsibilidad.
Papa Francisco: “Hay una pobreza peor que la que registra los números oficiales”.
La gestión de Sergio Massa tomó nota de las recientes malas noticias y durante el transcurso de la semana apretó fuerte el acelerador de su plan económico por la ancha avenida del medio. Lejos de un golpe redistributivo, o el avance público sobre algunos sectores estratégicos, la agenda plantea otros elementos clave para el gobierno.
En una entrevista con el diario económico anglosajón, The Financial Times, el ministro se mostró optimista y se refirió a las exportaciones de gas, litio y otros minerales como los que ofrecerán una “oportunidad de crecimiento fenomenal” a la Argentina. “Vamos a iniciar las exportaciones de gas a Chile en los próximos días y podríamos comenzar a exportar gas a Brasil a partir de septiembre”, fue una de las definiciones que dejó el ministro de Economía para el diario británico.
Proponiendo que “las tasas de interés, la velocidad de devaluación del peso y la inflación vayan de la mano de manera ordenada”, según el ministro, nuestro país se permitirá “tener disciplina fiscal con crecimiento económico, con creación de empleo, con recuperación del consumo y una recuperación de los ingresos”. Además, esto daría “una capacidad muy sólida para pagar la deuda en 2025, 2026 y 2027”. Según Massa, nadie dentro de la coalición puso palos en la rueda.
La vieja y confiable exportación (al máximo)
Fiel a la reafirmación de su plan, el miércoles pasado firmó un convenio por u$s 540 millones con el Banco de Desarrollo para América Latina, que permitirá construir el Gasoducto La Carlota – Tío Pujio. El proyecto se enmarca dentro del Plan de Obras de Gas. La inversión será aprobada oficialmente en marzo, y permitirá incrementar el abastecimiento de gas al norte del país a través de Vaca Muerta además de aumentar las posibilidades de volúmenes de exportación de gas a Chile y Brasil.
Minerales, exportaciones energéticas, y obviamente alimentos, es lo que demanda el mercado internacional para el suelo argentino. El mismo miércoles, el superministro firmó convenios con el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Massa destacó la intención del gobierno nacional de avanzar durante los próximos meses en la definición y ejecución de nuevos proyectos conjuntos orientados a afrontar problemáticas medioambientales, producción ganadera, sistemas de manejo sostenible de tierras secas, lucha contra la desertificación, políticas alimentarias integrales y fortalecer el ordenamiento territorial.
En consonancia, el jueves 26, el ex intendente de Tigre volvió a reunirse con la Mesa de Enlace que reclama medidas e intervención estatal contra las sequías que azotan a gran parte del campo. El objetivo de la reunión fue analizar e intercambiar información sobre los reclamos que elevó la dirigencia del campo el viernes pasado al titular del Palacio de Hacienda.
Minerales, exportaciones energéticas, y obviamente alimentos, es lo que demanda el mercado internacional para el suelo argentino
Los mismos son alivio fiscal, aceleramiento de las declaraciones de las emergencias agropecuarias, mejoras en el financiamiento para hacer frente a la sequía, y eliminar la burocracia para facilitar que los productores accedan a los beneficios de las medidas. Y obviamente, la reducción de las retenciones. Un clásico.
Para finalizar, el ministro se reunió con Christopher Dodd, asesor especial del presidente norteamericano Joe Biden. Durante el encuentro de trabajo, dialogaron sobre la implementación de políticas conjuntas para promover el desarrollo económico inclusivo, acciones coordinadas para atender cuestiones prioritarias para región como la seguridad alimentaria, así como también sobre los principales resultados alcanzados durante la Cumbre de la CELAC.
Massa se muestra como un buen crupier de las pretensiones norteamericanas en la región. Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EEUU, habló en un evento del Atlantic Council -un think tank con estrechos lazos con la OTAN- en donde enumeró las razones por las cuales Estados Unidos posa sus ojos en el resto del continente: litio, petróleo, agua dulce y alimentos. Para esto, la política demócrata vuelve a habilitar en el continente la ancha avenida del medio que tan famoso hizo al candidateable ministro. Una ancha avenida que implica un pacto neodesarrollista entre sectores empresariales, sindicatos, organizaciones sociales y gran parte de la clase política (centralmente, los gobernadores).
Un pacto que solo puede romperse por un cambio en la política exterior norteamericana, o por una patada de tablero de los sectores más reaccionarios del establishment o bien por la insoportable levedad de vivir el día a día en un país empobrecido, con alimentos por las nubes y para nada previsible.
Quizá la patada inicial la dé aquel que a fin de sueldo aun le sobre mucho mes.