La muerte y el miedo volvieron a manchar a la ciudad de Rosario. Esta vez con el asesinato de cuatro trabajadores, aparentemente a manos de bandas narcotraficantes. Las víctimas tienen nombre y apellido: los taxistas Héctor Figueroa, Diego Celentano, el colectivero Marcos Iván Daloia y el playero Bruno Nicolás Bussanich.
Las cuatro víctimas habrían sido atacadas “al azar”, como respuesta mafiosa a una publicación que realizó el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, cuya pseudo imitación del “modelo Bukele”, le salió caro.
El mandatario bonaerense y su secretario de Seguridad, Pablo Cococcioni, habían mostrado cómo se los trataba a los presos por delitos complejos en una de las cárceles de Santa Fe. La imagen replicaba a la perfección el trato que se les da a los reclusos en El Salvador.
Tras el ataque desmedido de las bandas en Rosario, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, activó un aparente plan para lograr controlar la situación. La propuesta era la misma de siempre: aumentar la participación de efectivos de Seguridad de las fuerzas federales, pero esta vez con el apoyo logístico de las Fuerzas Armadas.
Un rol que el gobierno nacional está decidido a potenciar, si el Congreso de la Nación declara a las bandas que operan en Rosario como “narco-terroristas” y también modifique la Ley de Seguridad Interior, tal como anticipó el presidente Javier Milei.
Sin embargo, la intempestiva respuesta del gobierno peca de un conocimiento profundo sobre el narcotráfico en Rosario, así como de mecanismos mucho más efectivos e integrales que vayan más allá de la militarización de las calles. Algo que -por otro lado- no ha dado resultado en más de 10 años.
¿Qué tipo de bandas operan en Rosario?
“El narcotráfico en Rosario no es algo monolítico. El gobierno busca instalar la idea de que nos encontramos con un enemigo claramente identificado. Incluso llegaron a hablar de una supuesta guerra contra este enemigo. Pero cuando uno estudia a fondo, se encuentra con un actor que viene de otras acciones ilícitas y que termina confluyendo en el narcotráfico”, aclara para ARG MEDIOS, Nicolás Barrera, director de la Escuela de Antropología y docente en la Facultad de Rosario, quien lleva muchos años estudiando este conflicto puntual de la provincia.
Lo que busca diferenciar el especialista es que -a diferencia de otros lugares del mundo, como en México, Colombia o Ecuador– en Rosario operan bandas que no llegan a tener la estructura y la lógica de los denominados “carteles”. Muchas de ellas tienen raíces familiares y se desarrollan a través de otras actividades ilícitas complementarias.
Pero además, agrega Barrera, han logrado mantenerse con poder a través de vínculos claros con otros actores, como cierta parte de la política, la policía provincial y parte de la justicia.
Por esta razón, el antropólogo considera que volver a insistir con las recetas de represión, sólo puede lograr limitar el nivel de operatividad de las bandas por un tiempo. Pero no terminar con el problema de raíz.
Por el contrario, Barrera considera que “si la guerra, como le llama el gobierno, se desarrolla en la calle, lo más probable es que termine sin éxito contra el narcotráfico, pero sí con prácticas hostiles y abusivas contra jóvenes de los barrios populares”.
Los operativos de “saturación”, como se les denomina, se repitieron con regularidad en la ciudad, desde el operativo que comandó el exministro de Seguridad Sergio Berni en 2014. El narcotráfico nunca retrocedió.
Los golpes contra el narcotráfico que (extrañamente) nunca se dan
Más que volver a la carga con un super operativo de Seguridad y alentar nuevamente a la idea de que las Fuerzas Armadas vuelvan a tener un rol preponderante para el control civil (algo que recuerda inexorablemente a los sucesivos golpes de Estado y la violación de los derechos humanos en la Argentina), quienes estudian de cerca la problemática en Rosario consideran que es urgente “cortar los circuitos financieros que genera el comercio ilegal de la droga”.
“Cortar fluidez de esos circuitos restringiría enormemente su capacidad de acción”, considera el antropólogo, mientras que agrega una propuesta que ha quedado muy marginada en estos últimos años.
“La experiencia de urbanización de barrios populares es sumamente importante para generar mejoras de circulación e integración de los barrios. Ya que de esta forma el Estado puede disputar el espacio para que el narcotráfico no se desarrolle. Pero hay una desfinanciación completa de políticas de este estilo, como la paralización de obras en barrios populares”, puntualizó Barrera.
Para el especialista, en la medida que los sucesivos gobiernos “dejen de generar empleo o vacíen toda iniciativa comunitaria, generan el terreno propicio para que esos lugares sean ocupados por otros sectores, como el narcotráfico”.
Finalmente, algo no menor para terminar de comprender la complejidad del problema, Barrera plantea que para darle un golpe certero a las bandas narcotraficantes que operan en Rosario hay que “sanear a la policía provincial”. Un elemento clave que el gobernador Pullaro y a la ministra Bullrich, parecen descartar de sus planes de acción.
“Hubo un desgobierno de la policía y un desinterés de la política para lograr una conducción. Hay un doble pacto, en donde las bandas pueden desarrollarse si no afectan la vida de las mayorías”, considera Barrera y agrega: “En Santa Fe la autonomía que fue ganando la policía termina decantando en una fuerza sumamente corrupta y que garantiza negocios”.
Por todo eso, vale preguntarse, si el gobierno de Javier Milei y la lógica de seguridad que plantea la ministra Patricia Bullrich, realmente están preparados para lograr un real impacto para terminar con el narcotráfico en Rosario. O terminarlo, sin atentar contra la población en general.
Sobre todo esto también se pregunta el periodista santafesino, Carlos Del Frade, quien además sugiere que lo que está ocurriendo nuevamente en Rosario dejó en un segundo o tercer lugar un hecho grave en relación a nuestra soberanía.
“El capitalismo necesita del narcotráfico, del contrabando de armas y la trata de personas. En Rosario, además, la ocupación territorial garantizará la extranjerización de la principal fuente de recursos de la Argentina, que es el comercio exterior de granos y derivados que surge del sur de la provincia de Santa Fe a través del Paraná”, dice al respecto el periodista en una nota para Agencia Pelota de Trapo.
Y cierra:
“No resulta casual que en la misma semana que se hablaba de los asesinatos cobardes de cuatro trabajadores muy jóvenes, dos taxistas, un colectivero y un empleado de una estación de servicio, la Aduana supuestamente Nacional anunciaba un convenio con el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos para planificar la hidrovía, lo mismo que aceptó Paraguay tres años atrás”.