Milei puede perder, pero el fenómeno social que lo trajo al poder continúa: ¿Qué hacer?

Hay algo que se debe analizar de forma urgente en el Campo Nacional y Popular.  Milei es producto de un hastío por lo establecido y un deseo oculto por cambiarlo todo.  Pero salió todo al revés.  Sin embargo, el peronismo  –sobre todo sin Cristina–  no convoca. La excepción de Kicillof y el desafío de nacionalizarse de cara al 2027. ¿Es lineal la crisis libertaria con el retorno del peronismo?

Hay muchas formas de llegar al punto, se pueden discutir todas. Pero hay un hecho que explica el derrotero que fuimos cosechando desde por lo menos el 2015 a la fecha: la política volvió a ser mala palabra y las mayorías dejaron de aferrarse a la esperanza de un buen vivir. 

Más bien empezaron a probar con “lo nuevo”, como una vía de escape a sus frustraciones. 

El primer síntoma de este fenómeno comenzó con el triunfo de Mauricio Macri en la política, cuando la gente votó a Cambiemos y puso a un empresario en la Casa Rosada.  Después, su mal gobierno hizo revivir la liturgia peronista con la gestión de Alberto Fernández, algo que no se hubiese dado sin el apoyo que seguía sosteniendo la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. 

Sin embargo, los ruidos internos, una pandemia mundial y la debilidad de Fernández como presidente (sin dejar afuera el detalle de hacer un cumpleaños en plena cuarentena), reforzaron el sentimiento inicial: las mayorías entonces se volcaron por “lo nuevo”, en serio. Una cucharada de vértigo para saber si ese tipo que gritaba en la tele contra la “casta” podía gritar por los de abajo. 

Nota al pie: Claro está que los votos anti peronistas y gorilas siempre suman en este esquema. 

La irrupción en la política de Javier Milei entonces, es la síntesis total de la decadencia política, de la crisis de representatividad en la Argentina y del peligroso debilitamiento de la democracia que supimos construir desde 1983 a la fecha. 

Nadie votó a Milei para que gobernara bajo Decretos,  para que nos endeudara sin consultar, para que insultara a la oposición y amenazara públicamente a todo aquel que piense distinto. Nadie votó a Milei para que le ajustara a los trabajadores, a los jubilados, a las universidades públicas, a los hospitales nacionales como el Garrahan, a los discapacitados… Nadie lo votó para que reprimiera cada manifestación. 

Lo que se votó fue la apuesta para un cambio abrupto. Pero en favor de los de abajo.  Sin embargo, sucedió absolutamente todo lo contrario: los únicos privilegiados en los casi dos años de gobierno libertario son los Bancos, las multinacionales, las entidades financieras y el sector agroexportador. 

Una urgente reflexión para todo el Campo Popular 

El problema  -o mejor dicho la complejidad-  es que el sentimiento por barrer con lo viejo y poner lo nuevo, perdura en el pueblo. Esto significa que la defraudación temprana por el gobierno de Milei, no es garantía de que las mayorías vuelvan a elegir al peronismo como representación. La cosa no es lineal. 

A esto se le debería estar poniendo extremada atención por parte de los y las dirigentes del Campo Nacional y Popular… así como también de las organizaciones sociales y de izquierda.  Del 2015 a la fecha, el hastío político, continúa. El descreimiento por el poder, es vigente. Y casi ninguna referencia despierta esperanza en las clases populares. 

Hay algunas excepciones que se tienen que rescatar, sin embargo. En la provincia de Buenos Aires, la gestión de Axel Kicillof se valora por la gran parte de los y las bonaerenses. Prueba concreta de eso fue que el pasado 7 de septiembre, Fuerza Patria derrotó por más de 13 puntos a La Libertad Avanza.  

¿Pero este escenario se replicará a nivel nacional este domingo 26 de octubre?   Como también vale la pregunta:  ¿Puede Kicillof volverse una referencia para todo el país de cara al 2027?

El próximo domingo la política argentina volverá a tener un parteaguas histórico. Se juega la sostenibilidad del modelo libertario y se podrá percibir el verdadero termómetro social. Pero también habrá mensajes para quienes quieren volver al poder sin cambiar absolutamente nada. 

Los próximos dos años serán la recta final para idear un nuevo plan de gobierno popular, teniendo en cuenta todos estos nuevos aspectos de la realidad.