Casi como un fenómeno cíclico, los incendios forestales en la Patagonia acechan cada verano y ponen en peligro innumerables especies, biodiversidad, bosques milenarios y a los propios pobladores que viven cerca de los focos de fuego.
Las provincias del sur todavía no se habían recuperado del devastador incendio que golpeó en la última temporada —de hecho, todavía hay muchas personas sin casa—, cuando otra vez la alarma se extendió por la región. ¿Son el cambio climático y las fuertes sequías los principales responsables de estos incendios o existen más factores? Además: ¿Qué hizo el Ministerio de Ambiente y los organismos que se dedican al control del fuego para equiparse frente a los posibles nuevos incendios?
Los recursos parecen escasear. No solo por la falta de brigadistas, sino por la notoria ausencia de maquinarias y sobre todo de aviones hidrantes. Muchas de estas razones hicieron que el ministro de Ambiente de la Nación, Juan Cabandié, sea uno de los apuntados.
Existen dos leyes que podrían ayudar a cambiar esta situación, pero que por ahora se encuentran desfinanciadas o fuera de debate en el Congreso: una es la Ley de Bosques Nativos, la cual rara vez se cumple en el territorio nacional, y la otra es la Ley de Humedales, que protege a esas zonas vitales para las reservas de agua y biodiversidad.
La zona afectada
Según información del gobierno nacional, los mayores incendios se encuentran en Aluminé, Neuquén y Cushamen, Chubut, junto a otro todavía más difícil de contener en la zona de Lago Martín y Lago Steffen, dentro de Parque Nacional Nahuel Huapi, Río Negro. Tal como describió el viceministro de Ambiente de la Nación, Sergio Federovisky, este último es el que tiene “verdaderamente preocupados” a las autoridades.
El funcionario explicó que el foco “lleva varios días como resultado de una tormenta eléctrica, donde un rayo cayó en una zona muy inaccesible del parque y como resultado de la rotación del viento se desplazó hacia el este, presentándonos más dificultades para controlarlo”. Aún así, desde la cartera que conduce Cabandié insisten en recordar que “estamos ante un fenómeno global, asociado al cambio climático, de muy difícil abordaje”.
La nube de humo del #IncendioForestal del #LagoSteffen se extendía casi 1500 km esta mañana @MeteoNacho @SMN_Argentina pic.twitter.com/ehHYh8gDVb
— Santiago Gassó (@SanGasso) December 27, 2021
Además, desde Ambiente enfatizan en la situación puntual de sequía y emergencia hídrica que vive la Patagonia: “Hay un escenario de una sequía enorme, que ya hace dos años está afectando la totalidad del país, y que en el caso de la Patagonia andina está acentuada porque no hubo prácticamente nieve durante el invierno”.
La mecha: el monocultivo de pino
Pero los pobladores y expertos de la zona saben que los incendios no pueden explicarse sólo por la sequía y eventos naturales. Hay más. El monocultivo de pinos ponderosa es una de las respuestas. Esta especie, que fue plantada para sustituir pinos naturales y cipreses deforestados, está convirtiendo en un auténtico “desierto verde” lo que antes eran bosques milenarios.
Como ocurre con todos los monocultivos, tienen un impacto negativo en la regeneración de la tierra y en la biodiversidad. Además, en este caso, el pino ponderosa se destaca como una verdadera “bomba de tiempo” por su facilidad para incendiarse.
En diálogo con Agencia Tierra Viva, el investigador Lino Pizzolón lo explica de forma clara: “Las plantaciones de pinos propagan el fuego mucho más que el bosque nativo y más que los arbustos de la estepa. El pino ponderosa, que es el 86% de lo que hay en la Patagonia, es una de las especies más flamígeras”.
Estas circunstancias explican por qué se incendiaron 302.451 en lo que va del 2021, según registra el ministerio de Ambiente. En el informe sobre el manejo del fuego, la cartera detalla que las provincias más afectadas fueron Córdoba (57.027 hectáreas), San Luis (49.282), La Pampa (29.390), La Rioja (21.389), Río Negro (20.381), Mendoza (19.730), Entre Ríos (19.707), Formosa (18.009) y Chubut (16.919).
Pero quizás el dato más relevante del propio ministerio es que se admite que el 95% de estos incendios se dieron a causa del accionar del hombre, ya sea por accidentes o incluso con intencionalidad.
Después del chubutazo
Una de las provincias afectadas por el fuego es Chubut, donde recientemente una verdadera pueblada le dijo “no” a la megaminería y desterró —otra vez— la posibilidad de que se apruebe la tan resistida ley de zonificación minera, que finalmente el gobernador Arcioni tuvo que derogar.
El gobierno provincial (y también el nacional) se habían comprometido a llevar a cabo una “minería responsable”. Pero en este caso, queda en evidencia que las autoridades no saben ni pueden controlar los incendios que se dan de forma automática cada temporada. Por eso, uno de los más criticados no es solo el gobernador sino la cara visible del gobierno nacional: el ministro Juan Cabandié.
Desde el ministerio de Ambiente aseguran que este año se aumentó siete veces el presupuesto destinado al Servicio Nacional de Manejo del Fuego. “Para aumentarlo, creamos una contribución proveniente de las pólizas de seguro, que se suman al presupuesto destinado desde Nación”, indican. Son datos que, sin embargo, no logran cambiar la realidad que año a año afecta a los pobladores de diferentes provincias, en especial a los habitantes de la Patagonia.