En mayo de 2018, a dos años de asumir el gobierno, Mauricio Macri firmó un acuerdo inédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin el aval del Congreso y de forma unidireccional, se aprobó un endeudamiento por 50 mil millones de dólares, la cifra más grande que ese organismo haya otorgado a un Estado.
Lo cierto es que ese dinero poco sirvió para el desarrollo del país. Durante mucho tiempo, el por entonces oficialismo no supo responder sobre el destino de la deuda. “El plan económico gira en torno a un reequilibramiento de la posición fiscal”, era la respuesta oficial en aquellos meses de incertidumbre.
Un año después, el macrismo perdió las elecciones en manos de la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Ya desde la oposición, Macri ofreció una explicación distinta sobre el endeudamiento. “La plata del FMI, que es la plata de los demás países, la usamos para pagar a los bancos comerciales que se querían ir porque tenían miedo de que volviera el kirchnerismo”, explicó el exmandatario ante la CNN, blanqueando que el dinero se utilizó para la fuga de capitales.
Pero más allá de la responsabilidad ineludible de la última gestión, la negociación actual recae en los hombros del presidente Alberto Fernández y de todo el oficialismo. Hasta ahora, el ministro de Economía Martín Guzmán aceleró un acuerdo posible y, en la última presentación de informe que dio en el Congreso, dijo que gracias a “resistir las presiones” se alcanzaría un acuerdo “sano” que le permitiría al país ahorrar unos 35 mil millones de dólares en el plazo de 10 años, además de un recorte de capital de casi el 2%.
Pero ese acuerdo no está sellado y aún queda abierta una importante pregunta: ¿Es ético y posible pagar una deuda de ese tamaño en el marco de una pandemia que dejó miles de muertos, una sociedad traumatizada y una economía estancada?
Algunas voces dentro del propio oficialismo agitaron la posibilidad de no pagar la deuda o retrasarla lo más posible para concentrarse en la “deuda interna”, pero las cabezas más importantes del gobierno no avalan ese camino. Incluso, luego de la derrota que sufrió el Frente de Todos en las elecciones legislativas de este año, el gobierno busca incluir a la oposición en la definición con el FMI.
Se acelera el acuerdo en el Congreso
El efecto electoral matizó el discurso del presidente Fernández. Antes de las PASO, aseguraba que al acuerdo no lo iba a “resolver en cinco minutos, porque el que lo resuelve así es porque le dio la razón al FMI en todo lo que pide”. “Me voy a tomar todo el tiempo que sea necesario”, dijo durante el acto de cierre de campaña que se realizó en Merlo.
La retórica del gobierno, luego, asumió otro tono: “Hoy es un día oportuno para que demos inicio a esta segunda etapa de Gobierno y empecemos con toda nuestra fuerza a levantar lo que haya que levantar en Argentina”, sostuvo Alberto Fernández durante el acto por el Día de la Militancia. Puntualmente, el gobierno enviará al Congreso durante la primera semana de diciembre un proyecto de ley para acelerar el acuerdo con el FMI, en donde además de transferirle la responsabilidad al Fondo, se incluya en el debate a la oposición.
“Ese programa contemplará los mejores entendimientos que nuestro gobierno haya alcanzado con el staff del FMI en las negociaciones que lidera nuestro ministro de economía, Martín Guzmán, sin renunciar a los principios de crecimiento económico e inclusión social”, explicó el presidente en un video grabado luego de las elecciones de noviembre.
Además, Alberto Fernández aclaró que el “Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable” tiene el respaldo de todos los integrantes del gobierno, incluida Cristina Fernández de Kirchner, quien recientemente publicó una carta aclarando que “la lapicera la tiene el presidente”.
“Es un momento histórico de extrema gravedad y la definición que se adopte y se apruebe puede llegar a constituir el más auténtico y verdadero cepo del que se tenga memoria para el desarrollo y el crecimiento con inclusión social de nuestro país”, manifestó la ex presidenta, que se detuvo en destacar el crecimiento más allá de los números de la economía.
Decirle NO al Fondo
Ahora bien, ¿el país no tiene otra salida que no sea el pago de la deuda? Dos economistas debaten sobre esta posibilidad, sus consecuencias y las alternativas para evitar un ajuste mayor en la economía.
En diálogo con ARGMedios, el economista del Partido Socialista, Alexis Dritsos, considera que “las consecuencias de no pagarle al Fondo Monetario Internacional serían catastróficas para la Argentina”. “Hoy tenemos una situación de riesgo tremenda, con un riesgo país muy elevado, con una insuficiente producción de dólares. Y la ruptura con el Fondo es la ruptura con el Fondo de París y otros organismos de crédito”. Para el especialista, esa posibilidad empujaría todo un circuito negativo “para un país que necesita recuperar la capacidad de obtener préstamos en el mercado internacional”.
Por su parte, Emiliano López, Investigador de CONICET y Coordinador del Instituto Tricontinental de Investigación Social, aclara que en realidad “nunca hubo un default con el FMI de parte de ningún país”, aún si consideramos el préstamo que pidió Argentina al Fondo en 2001, ya que allí el default se declaró sobre los acreedores privados y no sobre la deuda con el FMI, que se pagó recién en 2005 bajo el gobierno de Néstor Kirchner. “Por esto, las consecuencias concretas del no pago son inciertas. Detrás del FMI se encuentra el departamento de Estado de EE.UU., por lo que serían de esperar consecuencias sobre el ingreso de capitales, restricciones comerciales y movimientos especulativos sobre el tipo de cambio”.
Para López, una posición de no pago tiene que ir necesariamente acompañada por “la construcción de un espacio de coordinación de los países deudores del sur global”, que incluye a otros 110 países, para desde allí “ganar capacidad de negociar y evitar sanciones encubiertas en términos comerciales”.
“Es imposible pagar la deuda con el fondo con los intereses y plazos planteados sin destruir la capacidad del Estado de intervenir en la resolución de la crisis económica y social que el país atraviesa”
“Es imposible pagar la deuda con el fondo con los intereses y plazos planteados sin destruir la capacidad del Estado de intervenir en la resolución de la crisis económica y social que el país atraviesa. Esto último es un costo más certero para el país que la probabilidad de recibir ciertas sanciones comerciales y financieras”, agrega.
En lo que coinciden ambos economistas es en el hecho de que el acuerdo “debería ser investigado en detalle antes de llegar a un cierre con el FMI” y que es muy importante lograr un buen entendimiento sobre los plazos.
“Con los plazos y vencimientos actuales no hay forma de juntar los dólares para pagar, al menos sin producir una crisis recesiva y distributiva aún más profunda que la que transitamos”, afirma Emiliano López. “En segundo lugar, es necesario plantear una reducción de las tasas de interés que el FMI pretende cobrar. Son tasas que se encuentran muy por encima de los parámetros de endeudamiento internacional y que responden, supuestamente, a la inestabilidad macroeconómica de Argentina”
En tanto, Dritsos explica que el préstamos se tomó porque “se habían agotado las fuentes de financiamiento del mercado, luego de que el gobierno anterior se haya endeudado de una forma colosal”. El economista sostiene que “se hizo un circuito muy perverso” con el dinero que ingresó al país y que “ese préstamo no fue aprovechado de una manera inteligente y lo que hizo fue engrosar una deuda gigante, desmedida y sin razón de ser”.
Algo peor que no pagar
Una de las conclusiones que ofrece esta cuadro de gravedad es que las consecuencias de un mal acuerdo podrían ser peores que no pagar inmediatamente al Fondo. Lo explican los economistas y también, la propia experiencia.
“Creo que bajo ningún punto de vista Argentina puede resignar la soberanía sobre su política económica. En todos los casos conocidos, incluso en nuestro país, el FMI ha impuesto condiciones que tienen que ver con la austeridad fiscal —en criollo, ajuste—, flotación del tipo de cambio, acuerdos para ingresos de capitales transnacionales a la explotación de recursos naturales, privatizaciones de empresas públicas, entre otros aspectos”, explica el economista del Instituto Tricontinental.
El programa económico del FMI continúa hoy bajo los preceptos del Consenso de Washington, que han llevado al fracaso a una multiplicidad de países en el mundo. Los casos más claros de contraste son, por un lado, Grecia, que aplicó un ajuste perpetuo para pagar su deuda con la Troika europea pulverizando así los ingresos de las clases trabajadoras; y por otro lado, Portugal, que con un programa autónomo y priorizando su economía logró salir del atolladero al que lo llevaron las políticas neoliberales.
Revisar la experiencia del país con el Fondo Monetario Internacional parece ser un ejercicio obligatorio. La decisión todavía está en juego.