El 17 de julio de 2008, durante un acto de inauguración de obras realizadas en el Aeropuerto Internacional de Resistencia, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció el proyecto de ley para la estatización de Aerolíneas Argentinas, Austral Líneas Aéreas y las demás empresas pertenecientes al Grupo Aerolíneas Argentinas.
El 24 de julio, el Gobierno envió al Congreso de la Nación el proyecto de estatización de Aerolíneas Argentinas y el 22 de agosto el proyecto de estatización fue aprobado en Diputados por 167 votos a favor y 79 en contra, y fue remitido para su tratamiento por el Senado. Posteriormente, el 3 de septiembre, el proyecto fue aprobado en el Senado por 46 votos en favor y 21 en contra, convirtiéndose en la Ley 26.412.
De esta forma, la empresa que nació en 1949 por un decreto del presidente Juan Domingo Perón, mediante la unión de cuatro aerolíneas volvía a manos del Estado.
En que la empresa que en 1979 se transformó en Sociedad del Estado había sido privatizada en los años 90 durante la presidencia de Carlos Menem. Hasta el 2008, Aerolíneas Argentinas estuvo manejada por el consorcio español Iberia.
El esquema elegido para la privatización incluía un socio técnico, especialista y principal, en este caso la aerolínea estatal (por entonces) Iberia, con un 50%, y una serie de pequeños socios locales privados, que cubrirían un 40% de las acciones. El restante 10% iría a
manos de los trabajadores a través del Programa de Propiedad Participada (PPP).
Los socios locales nunca concretaron el interés inicial y el gobierno e Iberia se vieron ante la disyuntiva de dar marcha atrás con todo el proceso o buscar alternativas. En esa coyuntura se eligió que Iberia asumiera el control mayoritario de la compañía (90%), pero sin contar con los fondos que respaldaban esa adquisición.
En consecuencia, la española concretó “una compra sin dinero”. Pero como tenía que pagar, se le permitió que comenzara a vender los activos de la propia Aerolínea para obtener fondos y pagar la adquisición. Así se perdieron el Centro de Entrenamiento de Pilotos de Versalles, que fue desmantelado; diversas oficinas de pasajes en el Exterior, entre otras.
Otra estrategia de la española fue transferirle aviones viejos propios y contabilizarlos como inversiones. Es decir, contabilizar como inversiones positivas adquisiciones que no se hubieran realizado en ninguna otra transportadora debido a las pocas horas restantes rentables que tenían esas aeronaves.
Cuando el Estado volvió a controlar la empresa de bandera, había 26 aviones operativos con una flota antigua que volaban a muy pocos destinos y transportaba a 5 millones de pasajeros por año.
Actualmente, Aerolíneas Argentinas cuenta con 80 aviones de una flota moderna y eficiente, volando a 39 destinos dentro de la Argentina, 21 internacionales y 47 rutas federales. Se espera que para fin de año se supere la marca histórica de 13 millones de pasajeros transportados.
Del total de rutas, 45 puntos tienen una única conexión aerocomercial aportada por Aerolíneas. Si ella no estuviera, sencillamente esos destinos no tendrían vuelos. Esto genera un impacto económico importante a lo largo y ancho del país.
El Producto Bruto Aeroportuario (PBA) representa la facturación total de las actividades aerocomerciales y aeroportuarias junto con los salarios e impuestos asociados. Este volumen de ingresos deviene de los servicios aeronáuticos y los servicios no aeronáuticos que son generados por el consumo de los usuarios y los gastos de las líneas aéreas en los aeropuertos, por lo que contiene los impactos directos, indirectos e inducidos.
El PBA generado por Aerolíneas Argentinas para el año 2021, alcanzó los US$ 861.076.158 millones. Además, los turistas receptivos internacionales y los turistas internos transportados por Aerolíneas Argentinas en el año 2021 realizaron un aporte total de US$ 977.226.928 en las economías regionales de todo el país.