Este jueves 15 de septiembre se cumplirán dos semanas exactas del intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En este tiempo, la causa a cargo de la jueza federal María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, pasó de estudiar un ataque aislado (de la mano de un “loquito suelto”) a comprender que existió una verdadera organización y planificación previa del ataque.
No casualmente, la vicepresidenta haya elegido este momento para pedir ser querellante en la causa que la involucra como principal víctima. Hasta ahora, la expresidenta había esperado para solicitar tener acceso al expediente y prefirió dejar que la Justicia avanzara con las primeras hipótesis. Pero a 15 días del hecho, las principales pruebas confirman que Fernando Sabag Montiel (el agresor) y Brenda Uliarte (su cómplice y pareja) contaban con una red de personas detrás. Es este, quizás, el punto que más va a dar que hablar y especular en las próximas semanas: ¿Quién organizaba y financiaba a los que intentaron matar a la vicepresidenta?
Con vista al departamento de Cristina
La pareja y al menos seis personas más, se hacían pasar por vendedores ambulantes de algodones de azúcar, de ahí el nombre de la “banda de los copitos”. En realidad, realizaban operativos de inteligencia a los alrededores del domicilio de la vicepresidenta, ubicada en las calles Juncal y Uruguay, en el barrio porteño de Recoleta.
Al menos Sabag Montiel, Brenda Uliarte y otro integrante de la banda identificado como Gabriel Carrizo, se mezclaron entre la multitud que aguardaba por Cristina en varias oportunidades, previo al 1 de septiembre, cuando se efectuó el fallido ataque. Así lo confirman registros de cámaras de seguridad y los impactos de sus teléfonos. El resto de los identificados son: Sergio Orozo, Miguel Ángel Castro Riglos, Leonardo Volpintesta, Lucas Acevedo y Agustina Díaz.
La planificación estaba aceitada. De hecho, a partir de comunicaciones telefónicas, se pudo conocer que hubo un intento de matar a la vicepresidenta previo al 1 de septiembre. Ocurrió el 27 de agosto, cuando Cristina salió a hablar en un escenario improvisado.
Pero hay un hecho que conecta a este grupo con dos organizaciones de ultraderecha, lo que en las últimas horas abrió el abanico de la investigación. El 27 de agosto -cinco días antes de que Sabag Montiel gatillara dos veces sobre el rostro de la ex mandataria-, Leonardo Sosa (integrante de “Revolución Federal”) y Gastón Guerra (“Despojados”), se sacaron una foto desde el edificio donde vive la vicepresidenta. Todo indica que se encontraban en el departamento de la vecina de Cristina, Ximena de Tezanos Pinto.
Se tratan de integrantes de organizaciones que efectuaron reiterados escraches y manifestaciones violentas, principalmente contra dirigentes peronistas, como cuando golpearon el auto del ministro Sergio Massa y colocaron una guillotina en Plaza de Mayo con la leyenda “Todos, muertos o exiliados”, en referencia al Frente de Todos.
Pero, ¿Cómo accedieron a tener semejante vista en el marco de manifestaciones en favor de la ex presidenta? Tezanos Pinto subalquilaba una habitación de su departamento a Gladys Hegui, abogada de Sosa y Guerra.
Ahora bien, la conexión precisa entre la “banda de los copitos” y estos dos individuos, se da a partir de Brenda Uliarte, quien participaba de manifestaciones violentas convocadas por “Revolución Federal”, como la efectuada el pasado 18 de agosto, cuando se arrojaron antorchas con fuego hacia Casa Rosada.
Sin embargo, existen otras puntas que podrían unificar todavía más a este grupo que intentó matar a la vicepresidenta y las organizaciones de ultraderecha: en conversaciones telefónicas entre Sabag Montiel y Uliarte que se filtraron en las últimas horas, se pudo comprobar que la pareja buscaba alquilar un departamento con vista al domicilio de Cristina Fernández.
La nueva detenida y el financiamiento
“Por qué falló el tiro? se puso nervioso?”. “¿Cómo mandaste a este tarado?”. “Borrá todo”. Estos fueron los mensajes que recibió Brenda Uliarte minutos después del magnicidio fallido y de la detención de Sabag Montiel. Los mismos provenían de un contacto agendado como “amor de mi vida”, pero la Justicia identificó a la persona como Agustina Díaz, quien ya está detenida. El dato llamativo del mensaje es que Díaz la ubica a Brenda Uliarte en un rol de poder “mandar” a su pareja para efectuar el ataque.
Tras la detención de la nueva integrante de la banda, se allanaron tres domicilios y se secuestraron varios teléfonos y pen drives. La detención de Díaz agranda todavía más la investigación y refuerza la hipótesis de que Sabag Montiel y Uliarte no trabajaron solos y por el contrario, contaron con una cierta estructura a su favor. Puntualmente por un mensaje que Brenda le envió a Agustina Díaz, días previos al intento de asesinato a la vicepresidenta: “Si me falta plata, ya sé a quién recurrir”, decía Uliarte.
Para la jueza Capuchetti y el fiscal Rívolo, ese mensaje determina que el grupo se encontraba financiado por alguien, ya que además todavía no se explica de qué vivían los integrantes de la “banda de los copitos”. Por contar solo el caso de Sabag Montiel, el hombre de 35 años tenía un ingreso único de parte del alquiler de un inmueble, que no superaba los 60 mil pesos.